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Fitur: La era en que viajar a Ibiza es una prioridad frente a cambiar la tele

Los expertos consideran que Fitur «se desarrollará bajo un contexto relativamente optimista acerca del turismo» y que a pesar de que los indicadores económicos no son del todo favorables, imperará el deseo de viajar, como lleva ocurriendo tras la pandemia

El estand de la isla el pasado año en Fitur.

El estand de la isla el pasado año en Fitur. / J.M.L.R.

Llegó la hora de la verdad, Fitur, cuando ya casi (salvo imponderables) está claro si la temporada será buena, regular o un desastre. Los hoteleros ya han mirado y remirado sus reservas de cara al verano y sonríen o se muerden las uñas, según les salgan las cuentas. En Fitur prácticamente está todo el pescado vendido, pero sigue habiendo algunas dudas económicas y posibles sorpresas (guerras, petróleo, inflación...) y variables que pueden trastocar los planes.

Hay, en principio, una «relación entre la macroeconomía de los países y su comportamiento como emisores de turismo», señala al respecto José Antonio Roselló, vicepresidente de la CAEB, pero los últimos años esa idea empieza a desbaratarse: «Afortunadamente el turismo se está desenvolviendo al margen de la macroeconomía, cosa que en el pasado no era de manera tan acusada», advierte el economista. Recuerda que, en los últimos tiempos, hay un sinfín de noticias económicas poco positivas, pese a lo cual, la nave (turística) va: «Lo vimos con el Reino Unido y recientemente lo hemos vuelto a ver con la Unión Europea. En efecto, de acuerdo con las previsiones económicas de otoño de la Comisión europea, publicadas a mitad de noviembre, se rebajan de nuevo las previsiones de crecimiento del PIB, tanto en la zona euro, como en el conjunto de la UE». La previsión es que el PIB europeo apenas crecerá un 1,3%. Y dentro de este conjunto, subraya Roselló, «destaca especialmente la recesión prevista para el conjunto de 2023 de un país central de la UE como es Alemania, cuyos sucesivos informes económicos, a lo largo del año, no han sido precisamente boyantes».

Así, el flujo turístico de alemanes hacia Ibiza y Formentera cayó un 3,3%: «Parecería que hay una correlación con la macroeconomía. Pero resulta que para Mallorca la afluencia alemana, que es la principal con diferencia, aumentó, para el mismo periodo, un 7,2%, con lo cual reaparece la supuesta incoherencia con la macroeconomía».

Recreación del estand de Ibiza en Fitur.

Recreación del estand de Ibiza en Fitur. / CE

El turismo por encima de todo

¿A qué se debe esa supuesta incoherencia? Roselló considera que caben varias explicaciones: «Más de una vez me he referido al efecto 'catch up' o de recuperación del tiempo perdido después de la pandemia, también definido como aquella forma de actuar como si no hubiese un mañana. Este hecho es una realidad, pero parece haber algo más, también cómo una derivación sociológica de la pandemia, reforzada por el resurgimiento de la inflación, fenómeno al que también me he referido en ocasiones anteriores: que el público ha cambiado sus preferencias de consumo y ha situado el turismo en un lugar destacado».

En ese sentido, Roselló recuerda que la economista sénior del Mastercar Economic Institute, Natalia Lechmanova, «señala con toda claridad que, al margen de los consumos de primera necesidad, se ha producido un cambio de las prioridades de los consumidores en cuanto a la categoría de adquisición de artículos discrecionales, de tal manera que la gente ha evolucionado hacia preferir gastar en experiencias que gastar en cosas». Esto, indica Roselló, ha supuesto «una reorientación del consumidor hacia el gasto en salir a tomar algo, comer fuera o ir de vacaciones». También apunta que Jaume Puig Ribera, director general de GVC Gaesco Gestión, considera que se está produciendo «un cambio en la cesta de la compra, de manera que la actividad turística escala posiciones dentro de las preferencias de consumo familiares».

Precisamente, Exceltur señala en el apartado de expectativas para 2024 del informe ‘Perspectivas Turísticas’, conocido hace una semana, que la próxima temporada se «consolidará la tendencia de elevada priorización del gasto en viajes en los patrones de consumo del ciudadano en la búsqueda de su bienestar físico y emocional, frente a otros bienes y servicios».

Imagen de archivo de una agencia de viajes en Vila.

Imagen de archivo de una agencia de viajes en Vila. / SERGIO G. CAÑIZARES

Recesión técnica no es crisis

Es decir, que preferimos viajar a comprarnos una tele nueva. Insiste, de hecho, en ese informe en «la elevada intención viajera de familias y empresas», estas últimas en el turismo MICE, como el principal factor «que sustenta las favorables previsiones empresariales para el año turístico 2024».

Roselló comenta, además, que hay que tener en cuenta dos matices que, a su juicio, «no son precisamente pequeños». Por un lado, «al igual que sucede en la física, no hay que confundir velocidad con aceleración. Trasladado al devenir macroeconómico, hay que tener en cuenta también el nivel del que se parte cuando se habla de un estancamiento económico. No es exactamente lo mismo hablar de recesión técnica que de crisis. Algo de esto puede explicar por qué nos sorprendemos de la supuesta incoherencia macroeconomía-turismo, que quizá es menos acusada de lo que nos podemos pensar». Por otro lado, «un aspecto que contribuye de forma notable al turismo es que las tasas de paro en la UE son históricamente bajas, en parte por la colección de políticas de apoyo realizadas durante la pandemia y por la fulgurante salida de la misma». Mientras haya trabajo, hay dinero para gastarlo en viajes, que ahora son una prioridad (frente a cambiar de tele).

En ese sentido, el vicepresidente de la CAEB considera que Fitur «se desarrollará bajo un contexto relativamente optimista acerca del turismo». Ayuda en ese sentido que «otros aspectos de la macroeconomía, como es el caso de la política monetaria, los tipos de interés y la inflación, aparentemente pintan bien de cara a 2024 y 2025. En el mundo de los mercados financieros, la evolución de los mercados de deuda y renta fija avanzan este fenómeno, que hay que seguir con prudencia». Esas visiones contradictorias sobre la economía, «con un PIB en atonía, pero inflación y tipos de interés a la baja, y las expectativas de posible suavización de las políticas de los bancos centrales, entre otros aspectos, compensan los riesgos geopolíticos, que en un mundo cada vez más peligroso, es mejor no pensar, al estar fuera de nuestro alcance». Ucrania, Gaza y Yemen, de momento, no han puesto en jaque nuestra economía, ni siquiera el precio del carburante, de manera que el turismo sigue fluyendo. Parece, salvo imponderables, que nos aguarda otra buena temporada.

La espada de Damocles del precio del petróleo

Entre los factores que pueden impulsar el turismo en 2024 figura el de la «moderación prevista de los precios de los desplazamientos turísticos», según el informe de Exceltur. No será tan caro volar hasta Ibiza como en los dos últimos años porque se prevé un escenario «más benigno de los precios del petróleo».

Las previsiones apuntan a que el precio del barril será, de media, de 82,6 dólares en 2024, frente a los casi 101 de 2022. Esto, claro, «supeditado a los ajustes cerrados en las coberturas de las compañías de transporte de pasajeros» y al devenir del escenario geopolítico, tan cambiante como las detonaciones de las guerras en Ucrania, Gaza y el Mar Rojo, las actuales espadas de Damocles del sector.

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