‘Una puta merda’ o cómo afrontar la muerte de dos hijos

Ante la pérdida de un ser querido hay quien se entierra en una tristeza profunda para siempre y quien decide seguir andando por esa travesía en el desierto sin perder la esperanza y encontrándole un sentido al dolor. Ese es el camino que han escogido Miguel Lara y Rosa Burguera, a pesar de «las dos espadas» que llevan clavadas en el corazón, la muerte de dos de sus tres hijos: el pequeño, Joan, y la mayor, Anna. El primero falleció ahogado en una piscina en 2013, con tan solo tres años, la segunda, el año pasado, con 22 años, víctima de un suicidio.

Todo eso lo cuentan, a pecho descubierto, en su libro ‘Una puta merda’ (Círculo Rojo), que presentarán hoy a las 20 horas en el auditorio del centro cultural Cervantes, en Sant Antoni. El acto, que ha organizado el Ayuntamiento portmanyí en colaboración con la asociación de ayuda al duelo Decir Adiós, incluye coloquio y un concierto acústico de la pareja, que son cantantes y fundadores de la banda de folk rock celta SAL150, con la que mañana a las 21 horas actuarán el Mercat de Nadal, ubicado en el Passeig de ses Fonts de Sant Antoni.

‘Vidafolk’, que es como se titula el evento de esta tarde, es un proyecto que comenzó su andadura el pasado mes de septiembre «como una respuesta al impacto devastador de la pérdida de Anna». La dura experiencia que está atravesando este matrimonio de Tarragona, él educador social y ella pianista, les ha llevado a buscar formas de expresar y compartir su dolor y, además, de honrar la memoria de su hija. Así nació ‘Vidafolk’ y también, el año pasado, ‘Una puta merda’.

Todo comenzó con un sueño, el que tuvo Miguel Lara la noche después del funeral de Anna, y con las palabras que dijo un familiar al entrar en el tanatorio: «Això és una puta merda», una frase rotunda y concisa que se acercaba mucho a lo que estaba sintiendo en esos momentos la pareja.

«Soñé que habíamos escrito un libro, que tenía el mismo título e idéntica portada al que hemos publicado. Al despertarme se lo conté a Rosa y decidimos hacer caso al sueño y escribirlo», relata Miguel, que ya había iniciado antes un diario para poner sobre papel todo el caos emocional que estaba sintiendo.

Con el ánimo de encontrarle un sentido al dolor y a tantas preguntas sin respuesta empezaron a proyectar su primera obra. Hasta entonces sólo habían escrito las letras de sus canciones, así que decidieron recurrir a la ayuda de un coach literario, Danny Absalón Young, que les ayudó mucho a dar forma al libro, que va acompañado de ilustraciones de Miguel y de códigos QR que enlazan con canciones de SAL150 relacionadas con la temática de cada capítulo y con dos temas compuestos por Anna Lara.

Bulimia y suicidio

‘Una puta merda’ arranca una madrugada de enero del 2022, cuando Rosa y Miguel reciben la visita de unos Mossos d’Esquadra que les comunican la fatídica noticia de que su hija, estudiante de música en Barcelona, ha muerto la tarde del día anterior, víctima de un suicidio. En las primeras páginas hablan de «aquel primer día surrealista» en el que, en estado de shock, tienen que afrontar decisiones como la de elegir ataúd o escoger entre la incineración o el entierro del cuerpo de su hija.

El libro retrocede después en el tiempo para hablar del trastorno alimenticio que había sufrido en el pasado Anna, bulimia; de sus dos intentos de suicidio previos y de la muerte de Joan.

Afrontar el fallecimiento de dos seres amados es durísimo, pero cuando el duelo es por suicidio, reconocen, es especialmente complicado porque deja detrás «una oleada de vergüenza y un reguero de preguntas sin respuestas», además de «acarrear un gran sentimiento de culpa». A pesar de todo ello, la pareja no ha querido enmascarar el suicidio de su hija y hablan de él abiertamente en su libro. «El hecho de hablarlo y enfrentarlo nos cura a nosotros, pero también puede ayudar a muchas otras personas que han vivido lo mismo porque el suicidio está a la orden del día, es la primera causa de muerte en jóvenes, muy por encima de los accidentes de tráfico», apunta Rosa.

Tras la dura experiencia que han vivido, dice, han aprendido, entre otras muchas cosas, que entre los factores de riesgo de suicidio que hay está el haber intentando quitarse la vida en otras ocasiones y haber tenido que hacer frente a la muerte de un ser querido, como le ocurrió a Anna, que perdió a su hermano cuando ella tenía solo trece años.

Herramientas para el duelo

Para afrontar el fallecimiento de su hija, sobre todo al principio, la pareja pidió ayuda profesional. Rosa recurrió a las medicinas «pero por muy poco tiempo, para poder conciliar el sueño». Miguel rechazó medicarse. «El psiquiatra con el que tuve las primeras sesiones nos comentó que la medicación maquillaba el duelo así que decidí no tomar nada porque no quería anestesiar el dolor, aunque esto es una decisión muy personal», explica.

De las herramientas que a ellos les han servido hablan en ‘Una puta merda’, cuya escritura ha sido fundamental en el proceso de sanación. «Decidimos que nuestro duelo no fuera solitario sino compartido y por eso nos hemos desnudado emocionalmente en este libro. Creemos que si podemos ayudar a otras personas, nuestro dolor tiene un sentido», afirman.

Además de escribir, la música también les está ayudando mucho. «Cantar es como un llanto profundo. Nos dimos cuenta de que cuando lo hacíamos, llorábamos menos, aunque llorar, todo lo que uno pueda, es muy bueno», comenta Miguel, que, además, es violinista; y Rosa, que toca el teclado, el acordeón y el whistle y se está empezando a defender con la gaita.

Lo que también les ha resultando muy beneficioso es la compañía, la que se hacen entre ellos y la de sus seres queridos. «Es importante rodearse de gente que te quiera, personas de confianza con las que puedas sentirte libre y expresar tus emociones sin ser juzgado», dicen.

Otro factor importante para atravesar el duelo es «la comunicación de pareja». Miguel y Rosa, que llevan 30 años juntos, hablan mucho, no disfrazan sus sentimientos y tienen «mucha paciencia» entre ellos y consigo mismos.

Miguel asegura que también les está yendo muy bien «hacer deporte», si es posible en el campo o junto al mar. «Andar, correr y nadar hace que nos cansemos y desalojemos el estrés», señala.

La esperanza

Pero, sin duda, su herramienta primordial, su «fórmula secreta», como la llama bromeando Miguel, es «mantener la fe y la esperanza de que un día volverán a ver a sus hijos». «Somos cristianos y creemos que la muerte solo afecta a la parte física y no es un final, sino un cambio de paradigma. Tenemos la convicción de que Anna y Joan están bien y eso también nos produce paz aunque estemos atravesando este desierto», afirma. Ese es el mensaje que transmiten con su libro y con su proyecto ‘Vidafolk’ con el que están de gira: «No es igual un dolor sin esperanza que con esperanza». A ellos, creer que volverán a abrazar a Anna y Joan les ha ayudado a no perder la ilusión por la vida y a seguir haciendo lo que les gusta, componer y viajar con su banda, de la que forman parte también los guitarristas Damián García y Cristóbal Varo, el bajista Èric Elías y el batería Dani Martínez.

«En realidad la fe no te quita el dolor, pero te ayuda a permanecer confiando hasta el final», asegura Miguel.

Segunda edición

Su libro, que primero autoeditaron con Amazon, en agosto de 2022, y luego con Círculo Rojo, en marzo de 2023, ya va por su segunda edición. En esta última versión, cuentan, han añadido «un epílogo explicando herramientas que les están sirviendo en estos momentos» en el proceso tan duro que están atravesando. Para ellos haber escrito ‘Una puta merda’ y poder compartir su experiencia para ayudar a otras personas que están pasando por lo mismo ha dado un sentido a su dolor.

Las páginas de su obra «hacen llorar y reír al mismo tiempo» y nos recuerdan que, «a pesar del terrible sufrimiento del duelo», vale la pena vivir. Como dice una lectora, Anna Forés, profesora de la Universitat de Barcelona, ‘Una puta merda’ es «un libro que, a pesar de hablar de muerte, está lleno de vida».

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