Análisis

Sánchez atenúa a Armengol y vigoriza a Prohens

El presidente del Gobierno prefiere que la dirigente socialista esté al frente del Congreso y no dirigiendo un ministerio para una legislatura de alto voltaje, una decisión que tranquiliza al Consolat

Francina Armengol y Pedro Sánchez, durante el debate de investidura.

Francina Armengol y Pedro Sánchez, durante el debate de investidura. / EFE

Pedro Sánchez ha decidido seguir con la tendencia histórica de no promocionar a dirigentes de Balears para que ocupen la dirección de algún ministerio, una decisión que adquiere una trascendencia mayor si tenemos en cuenta que el presidente del Gobierno prevé una legislatura de alto voltaje político en la que deberá pactar con hasta siete partidos para sacar adelante sus iniciativas y bregar con una oposición dura y movilizada. Todo ello con la vista puesta en las elecciones europeas de junio de 2024, unos comicios marcados por una amnistía que ya ha llegado a Bruselas.

El líder del PSOE se decantó en agosto por Francina Armengol para presidir el Congreso de los Diputados, un movimiento que fue entendido en el PSIB como un premio a su gestión durante los ocho años de Govern del Pacto y, sobre todo, como un reconocimiento a la propuesta de un Estado federal que siempre han defendido los socialistas de Balears. Después de años de cierta intrascendencia, ahora Armengol tiene línea directa con Sánchez y el PSIB gana influencia en Madrid. El espíritu de Félix Pons, siempre presente.

Aunque este ascenso tuvo su reflejo negativo: desactivó cualquier posibilidad de que alguien del PSIB entrara en el Consejo de Ministros. Si bien es cierto que Armengol se ha convertido en la tercera autoridad del Estado, la realidad es que la presidencia de la Cámara baja es un cargo mucho más institucional que político. La líder socialista deberá primar la ecuanimidad y el equilibrio frente a los posicionamientos ideológicos y la crítica política. Esto provoca que su capacidad de hacer oposición al Govern balear, y en concreto a Marga Prohens, se vea reducida de forma clara. En cambio, si Armengol hubiera optado a un ministerio tendría vía libre para ejercer de contrapeso a la presidenta del Ejecutivo balear, con el correspondiente foco mediático y político tanto estatal como autonómico. «Quienes piensan que la expresidenta balear sería irremediablemente ministra de no haberse cruzado la tercera magistratura del Estado en su camino, solo deben recordar que su homólogo Ximo Puig se ha quedado compuesto y sin cartera», escribía Matías Vallés hace unos días. Armengol ha escalado, pero no ha conseguido cambiar la tendencia.

Estaràs, Prohens y Marí Bosó, en la manifestación contra la amnistía en Palma.

Estaràs, Prohens y Marí Bosó, en la manifestación contra la amnistía en Palma. / Manu Mielniezuk

Un ejemplo claro de la contención dialéctica a la que Armengol se ve forzada fue su intervención en la Assemblea de Regidors Socialistes que se celebró a principios de noviembre en Montuïri. En plena polémica por el plantón de la comunidad educativa al Govern y la aprobación de un plan para la libre elección de lengua, es decir, en un momento de gran ebullición política, Armengol realizó un discurso poco contundente, con frases como «estamos más que nunca con la comunidad educativa» o «a la lengua se la defiende y se la quiere desde el Estatuto y desde el corazón». No hubo ninguna crítica ni referencia directa a la presidenta del Govern o a Vox, un detalle que causó sorpresa entre las filas socialistas.

En un primer momento, la decisión de encumbrar a Armengol como tercera autoridad del Estado inquietó tanto al Consolat como a la dirección del PP balear por la trascendencia del cargo -hacía apenas tres meses que había dejado de ser presidenta-, aunque la constatación de que no ocuparía ningún ministerio supuso un alivio importante para el Govern y vigorizó a Prohens y su guardia pretoriana.

Sabían que Armengol ministra contra Prohens presidenta iba a suponer una confrontación dialéctica constante durante toda la legislatura ―en primer lugar una debería defender la amnistía mientras la otra la critica― en la que habría desigualdad de condiciones y medios, con ventaja para la socialista al poder tomar decisiones de calado que afectarían a las islas para dejar en fuera de juego a la presidenta del Govern. Armengol se coloca por delante de Prohens como autoridad en los actos institucionales en Balears, lo que tendrá sin duda repercusiones políticas.

No obstante, en ese escenario la socialista debería escuchar con mucha más atención y anotar todas las reivindicaciones de Prohens porque la presidenta del Govern trataría de arrinconar siempre que pudiera a su oponente para trasladar la imagen de que desde el Consejo de Ministros no se preocupan por la «agenda balear».

Por contraposición, Armengol podría amplificar cualquier crítica a las políticas de la popular, que se convertirían en tema nacional en muchos casos y originaría serios problemas para los populares.

La plenipotenciaria líder del PSIB dejó claro que quería ser la candidata al Govern en 2027, aunque no contaba con el giro de guion que tenía preparado Sánchez. Al PP balear le gustaría que corriera la misma suerte que Meritxell Batet: una legislatura tormentosa al frente del Congreso que ha acabado en una claudicación de la política.

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