"La soledad de los mayores es un problema de salud pública"

La directora del Anuari de l’Envelliment de las Illes Balears se muestra optimista respecto al problema de la soledad no deseada porque las instituciones ya están impulsando programas de trabajo comunitario que apoyan a personas en esta situación

Presentación del Anuario del Envejecimiento de las Illes Balears. | UIB

Presentación del Anuario del Envejecimiento de las Illes Balears. | UIB / Isaac Vaquer. eivissaisaac vaquer. eivissa

La soledad no deseada, especialmente entre las personas mayores, es un problema que preocupa cada vez más a las administraciones públicas de los países desarrollados. Japón cuenta con un ministerio dedicado exclusivamente a la Soledad, mientras Reino Unido lo instauró en 2018 (esta cartera ministerial no sigue vigente en el actual gobierno pero el tema es objeto de informes específicos). Es por ello que no extraña que el ‘Anuari de l’Envelliment’ de las Illes Balears recoja un apartado específico destinado a ‘La soledad no deseada’.

El documento se presentó ayer en el Colegio Oficial de Médicos de Balears y recoge 21 estudios centrados en Mallorca. La directora del anuario, Carmen Orte, indicó que esto es así por la falta de profesionales que aporten datos de las Pitiusas y deseó que esto cambie en el futuro.

En cuanto a la soledad no deseada, indicó que «todavía no se tiene el dato concreto de personas en esta situación en las Pitiusas (en España se sitúa en el 4%) pero este problema está sobre la mesa». Aún así, se muestra optimista respecto a la situación de Balears en este aspecto «porque nosotros tenemos familias más conectadas».

Recuerda que esta situación afecta a personas que viven en su casa solas, pero también a aquellas que viven en residencias e incluso con otras personas, «pero es cuando esa soledad va acompañada de aislamiento social cuando los problemas aumentan». El anuario recomienda reconocer «la soledad no deseada de la gente mayor como un problema de salud pública y tomar medidas para promover y consolidar las relaciones sociales significativas en la vida de las personas mayores».

La evolución estadística indica, según Orte, que nos dirigimos hacia un futuro en el que las personas estarán cada vez más aisladas, «pero por otro lado el trabajo comunitario está tomando fuerza y la conexión de redes personales también».

Trabajo desde las instituciones

Orte asegura que tanto la administración pública como la privada conocen de la existencia de este problema. Sin embargo no se trata de manera específica, sino que «se vinculan aspectos de salud, sociales y de soledad», señala Orte. «Por ejemplo en el anuario hay un estudio del programa de entrenamiento físico a partir de 65 años ‘Activat’ en el que se hacen actividades muy específicas para ese segmento de población con lo que se consigue que estén en mejor forma física, que mejore su salud, pero además que estén conectados».

«No hay un plan centrado en la soledad, pero sí vemos que las instituciones son conscientes de que es una problemática y que los programas que ofrecen la deben tener en cuenta», destaca.

El informe incluye también un estudio sobre los servicios e intervenciones que utiliza el Institut Mallorquí d’Afers Socials (IMAS) a través de los Centres de Participació Activa i Comunitària (CPAC) para tratar la soledad no deseada y las nuevas líneas de actuación que propone.

En concreto se analizan los resultados del servicio ‘T’Acompanyam’, creado en 2020 con la finalidad de contactar con aquellas personas que ya eran usuarios de los CPAC, para conocer su situación postcovid y trabajar el retorno a la normalidad.

El programa funciona a través del contacto personal con casos localizados en los que se considera necesario prevenir el riesgo de soledad. Entre 2022 y 2023 se contactó con más de 4.000 personas usuarias de siete residencias mallorquinas.

Los promotores del proyecto destacan que sus resultados han puesto de manifiesto «la importancia de las relaciones sociales para las personas mayores y la existencia de la soledad como un problema social y de salud».

El impacto de ingresar a un familiar a la residencia

El Anuari de l’Envejelliment en Balears incluye entre sus apartados uno destinado a las inquietudes y sentimientos que genera la entrada de un familiar en una residencia.

La directora del anuario destaca la importancia de este trabajo «porque hasta ahora nadie había abordado en profundidad ese tema». Señala que ese proceso de toma de decisiones «es muy duro para la persona que debe adoptarlas, pero también lo es para quien va a entrar en ese centro».

Respecto a esta situación, el artículo ‘Grupos de apoyo para familias de personas mayores institucionalizadas en residencias’ analiza el proyecto de salud mental desarrollado en 16 centros residenciales de las Illes Balears, Andalucía y la Comunitat Valenciana con el objetivo de ofrecer atención psicosocial a las familias con un familiar en una residencia.

El proyecto incorpora a las familias en el proceso de bienestar emocional y cognitivo de la persona ingresada y ofrece terapias en las que participan residentes, familias y profesionales, moderados por un psicólogo.

Las conclusiones que han ofrecido las encuestas completadas por las familias de los residentes han revelado «resultados muy satisfactorios» de este programa.

En las sesiones realizadas con profesionales, los familiares han podido conocer y hablar de temas como el cuidado que reciben los internos, el proceso de institucionalización, el bienestar físico y emocional de las familias o las enfermedades que sufren las personas mayores en un entorno controlado y moderado por expertos. Su éxito ha motivado que se plantee la ampliación del número de grupos y profesionales que colaboran en las sesiones.

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