Geografía de las superbacterias

El laboratorio de Microbiología del Hospital Can Misses participa en el estudio del Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos ante la cada vez mayor preocupación que despiertan las bacterias multirresistentes, lo que se conoce como la «epidemia silenciosa»

Susana Ramón, en el laboratorio de Microbiología del Hospital Can Misses. | ASEF

Susana Ramón, en el laboratorio de Microbiología del Hospital Can Misses. | ASEF / Marta Torres MolinaM .T.M.

¿Qué hace una Serratia marcescens en el Hospital Can Misses? Esta bacteria multirresistente (también conocidas como superbacterias) no es una de las habituales en el centro. Es, de hecho, una excentricidad. Sólo hay que ver algunos de los mapas de incidencia de estos microorganismos que muestra Susana Ramón, microbióloga del hospital público ibicenco, para darse cuenta. ¿Geografía bacteriológica? La especialista ríe. «Este tipo de bacterias no las solemos tener por aquí, hay algún caso procedente de otros hospitales porque compartimos pacientes», indica Ramón, que destaca la importancia de conocer bien la fauna bacteriológica propia.

Ése es el principal motivo por el que participan en el estudio de sensibilidad a los antibióticos del Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN). Algo que hacen en el laboratorio a pesar de que el tiempo no les sobra. Y es que la preocupación por lo que suponen las superbacterias, lo que se conoce como la «epidemia silenciosa» es cada vez mayor: «En Europa hay 25.000 muerte anuales relacionadas directamente con estas bacterias que suponen, además, un gasto extra de 1.500 millones de euros al año ya que un paciente infectado con una bacteria de este tipo tiene estancias más prolongadas, complicaciones y tratamientos antibióticos mucho más caros, en el caso de que los haya».

Inmunes a los antibióticos

A través de esos mapas se vigilan las bacterias que están circulando en cada zona, el tipo de infecciones, cómo se comportan frente a diferentes antibióticos, si son más o menos resistentes... «Es una información que estudiamos año a año, la vamos comparando y es muy útil para el control, para ver qué medidas tomamos», explica la microbióloga, que afirma que hay «muchas» diferencias de una zona a otra tanto en las bacterias que circulan como en sus resistencias o en los patrones de consumo de los antibióticos, uno de los causantes de este problema. Del perfil de ese consumo se encargan los servicios de Farmacia: «Ahí ves que en España se toman muchísimo, más cantidad que en otros países del entorno. Y no está justificado porque no hay más infecciones». Lo que más varía, además, son las superbacterias. Las que suponen «un reto muy grande» porque no hay forma de acabar con ellas y pueden ser letales. Pueden causar la muerte de pacientes graves o vulnerables.

«En Andalucía circulan bacterias multirresistentes que en las Pitiusas no existen, o de las que se dan casos puntuales, y hay perfiles de bacterias muy diferentes no sólo a los de Andalucía sino también a los de Galicia», indica la experta, que señala que en esta diferencia de la fauna superbacteriológica de una zona a otra no influyen «ni el clima ni el tipo de infección».

La microbióloga de Can Misses, con la guía de bolsillo. | ASEF

La microbióloga de Can Misses, con la guía de bolsillo. | ASEF / Marta Torres MolinaM .T.M.

No hace mucho que en Can Misses atendieron dos casos de dos tipos de esas bacterias infrecuentes: «Venían de pacientes de Argelia. Uno de ellos había llegado a la isla en patera. El otro no». En el momento en que se detectaron se puso en marcha todo el protocolo —«poner cotos, barreras, aislamientos»— para evitar que esas bacterias salieran del cuerpo de los pacientes, se transmitieran, se diseminaran y se establecieran en Can Misses. «A veces no es tan sencillo. En determinadas unidades no lo es», indica la microbióloga, que recuerda que estos microorganismos «tienen mucho éxito» a la hora de acoplarse en los entornos sanitarios, ya que viven muy bien en las sondas y los catéteres.

Recientemente también han tenido que lidiar con una bacteria, instalada en un paciente, que sólo respondía a dos antibióticos. Y ninguno de los dos era buena opción. «Uno de ellos era muy dañino para el riñón y el enfermo era ya mayor. Y del otro aquí no disponíamos de dosis, sólo había algunas en Son Espases para iniciar el tratamiento», relata la especialista, que insiste en que «no es broma» lo del uso responsable de los antibióticos.

«Los logros de la medicina moderna se ponen en riesgo», lee de uno de los documentos del PRAN. Un trasplante, una operación quirúrgica o el tratamiento de quimioterapia peligran cuando el paciente tiene una de estas bacterias multirresistentes para las que no hay un tratamiento eficaz. Especialmente en el caso de los enfermos de cáncer o los que esperan un órgano, ya que están inmunodeprimidos. «Puedes tener a un equipo fantástico de cirujanos y se puede quedar en nada por una de estas bacterias, de ahí todos los planes para intentar contenerlas lo máximo posible», reitera.

‘Pseudomonas aeruginosa’

Estos estudios de sensibilidad antibiótica y de superbacterias muestran que la situación ha cambiado. Hace unos años, explica, la Pseudomonas aeruginosa, insensible a prácticamente todos los antibióticos habituales, campaba a sus anchas. El único que le afectaba era uno que produce mucho daño renal. «Apareció un fármaco nuevo que iba muy bien para combatirla, pero era muy costoso y muy difícil de conseguir. Cada vez que teníamos una infección por ella en un paciente nos echábamos a temblar», recuerda Ramón, que detalla que se trataba siempre «de la misma cepa», un clon «muy establecido en Son Espases y que se encontró cómodo en Can Misses, donde adoptaron un contundente plan de contención que incluía «estrictos aislamientos» de los pacientes, ya que la Pseudomonas aeruginosa podía estar en sus manos, la ropa, la silla...

Tras rebajar la presencia de esta bacteria multirresistente —«ahora su presencia es prácticamente anecdótica»—, están tratando de humanizar esos aislamientos cuando se trata de pacientes que gozan de un buen estado cognitivo y que tienen que pasar mucho tiempo ingresados, como es el caso de los enfermos oncológicos. «Se les permite salir a la puerta del hospital, que les dé el aire y el sol respetando unas medidas: ducharse y ponerse un pijama limpio justo antes de salir de la habitación, lavarse las manos y no tocar absolutamente nada en el camino hasta la salida», explica Ramón mostrando una guía «de bolsillo» de sensibilidad antibiótica impulsada de la Comisión de Infecciones. Incluye un código QR que conduce a las guías terapéuticas del Servicio Nacional de Salud y el Hospital Son Espases y también el informe completo sobre antibióticos del Área de Salud pitiusa.

El semáforo de los antibióticos

Ahí, indica la especialista, se puede ver cómo la evolución de una bacteria multirresistente que formaba parte de la fauna habitual del Hospital Can Misses es ahora más sensible a un antibiótico «básico» y han podido dejar de usar otro más caro y que era más difícil de encontrar. También, en la parte más general, pueden ver que hay bacterias que empiezan a proliferar en Europa o en España y contra las que tienen que estar alerta. Es el caso, indica, de la Klebsiella pneumoniae, cuya incidencia está aumentando y con la que no se pueden relajar las medidas de aislamiento de los pacientes. La guía de bolsillo incluye una especie de semáforo en la que los profesionales sanitarios pueden consultar las bacterias multirresistentes más habituales en el Área de Salud y la sensibilidad que presentan frente a determinados antibióticos: «Si está en verde puedo usar ese antibiótico, en rojo no se puede usar y si aparece en ámbar pues tampoco debería usarlo si tengo otras opciones».

Además de la guía de bolsillo la microbióloga muestra una app del PRAN, del Ministerio de Sanidad para pacientes ambulatorios y de las residencias.

Estos mapas y estas guías son especialmente útiles cuando ingresa un paciente grave con la sospecha de tener una de estas bacterias. Por la zona, los síntomas del enfermo y los primeros análisis ya puede intuir de qué bacteria se trata y aplicar el tratamiento que indiquen estos protocolos a la espera de tener los resultados definitivos. «Por desgracia, la microbiología es más lenta, cada veszhay más cosas para acelerar, pero siguen necesitando su tiempo», justifica. «En un primer momento no le podemos decir al médico que el paciente tiene Escherichia coli en sangre y que es sensible a la cefotaxima, pero si el médico sospecha que tiene una sepsis y que el foco es la orina pensará que lo más fácil es que tenga esa bacteria y aplicarle un tratamiento empírico en función de lo que dicen las guías. Cuando a las 48 horas emitimos el informe puede que el tratamiento que se le había aplicado fuera perfecto o que haya que ajustarlo. Pero has ganado unas horas que son vitales», comenta la experta, que detalla que otro de los especialistas del servicio, Javier Segura, está trabajando en un antibiograma rápido que podría reducir en doce horas disponer de ese informe. «Es mucho tiempo menos, pero necesitas que crezca la bacteria», reflexiona.

Viendo los mapas de Europa de bacterias multirresistentes, los colores hacen pensar que las Pitiusas, como el resto del sur de Europa, se encuentran en una zona de especial riesgo. «Hay una clara línea norte-sur», reconoce Ramón, que asegura que en el norte de Europa, especialmente en los países escandinavos, hay «muchísima menos» incidencia de las superbacterias y también menos resistencias de estos microorganismos. Algo que, insiste, no se debe al clima sino a sus patrones de consumo de los antibióticos, su forma de trabajar —«son muy estrictos con los aislamientos»—, se tocan mucho menos que en los países del sur, no hay tanta densidad de población y cuentan con menos movimiento de personas. Eso sí, dentro de los países del sur de Europa la situación de España es mucho mejor que la de Grecia —«es tremendo»— o la de Italia que «tiene incidencias altísimas».

A algunas de estas bacterias no les hacen ni cosquillas ni siquiera algunos antibióticos que se consideraban «indestructibles», como el meropenem. «Lo rompen y con unas enzimas que tienen y no sirve», detalla la especialista, que señala que las bacterias multirresistentes se dividen en cuatro categorías, «de la A a la D» y que las B son las más complicadas, ya que para ellas aún no hay tratamientos que funcionen bien y hay que usar «de rescate» o una combinación de varios para intentar acabar con ellas. Precisamente de tipo B es el Enterobacter cloacae, del que han tenido casos «esporádicos» que han acabado bien:. «Lo que pasa con estas bacterias tan armadas es que dedican tanta energía a malpensar y a destruir el antibiótico que no la usan para hacer daño al paciente. No les interesa que la persona muera, en realidad».

Bacterias y virus que pasan de animales a personas

El PRAN (Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos) tiene un apartado para la salud animal. «Desde la producción de alimento a la veterinaria clínica y medioambiental», detalla Susana Ramón, microbióloga de Can Misses, que destaca que cada vez más se habla del concepto ‘one health’. «Una bacteria multirresistente no es exclusiva de los humanos, bacterias y virus se pasan de animales a personas y al revés», señala.

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