Otro atropello mortal pone el foco en el punto negro de Can Guillemó

Los vecinos de Can Bonet denuncian, una vez más, la peligrosidad de este tramo para los peatones

Un agente de la Guardia Civil retira los conos después del accidente mortal en Can Guillemó, en la mañana de ayer.

Un agente de la Guardia Civil retira los conos después del accidente mortal en Can Guillemó, en la mañana de ayer. / Toni Escobar

Un joven de 34 años de edad falleció ayer tras ser atropellado mortalmente por un taxista en el tramo de la carretera Sant Antoni-Ibiza situado a la altura del barrio de Can Guillemó, un punto negro denunciado en numerosas ocasiones por los vecinos. La víctima, de Madrid pero residente en la isla, invadió al parecer la vía saltando la mediana cuando fue arrollado por el vehículo poco antes de las 6.45 horas, según explicaron testigos presenciales. El joven se dirigía desde su vivienda de alquiler, situada en la planta superior de un edificio colindante a la carretera donde también hay un taller, a la parada de autobuses situada justo enfrente, en el lado opuesto de la vía.

Los servicios sanitarios le practicaron las maniobras de reanimación pero no pudieron hacer nada por salvar su vida porque el fuerte impacto le había producido graves lesiones, según informaron desde el 061. La Guardia Civil cortó el trafico en el tramo del siniestro, lo que provocó una larga cola de vehículos mientras se procedía al levantamiento del cadáver y a la retirada del taxi por parte de una grúa.

Los agentes practicaron al conductor del taxi una prueba de alcoholemia cuyo resultado fue negativo.

Un punto negro denunciado

No es la primera persona en ser atropellada en este tramo de la carretera, un conocido punto negro de la red viaria ibicenca. En este caso, el accidente se produjo en el kilómetro 12.9 de la autovía en el carril en dirección a Ibiza (donde la velocidad está limitada a 80 kilómetros por hora), pero tanto los vecinos de Can Bonet como los de Can Tomàs han denunciado en reiteradas ocasiones la inseguridad para los peatones.

No solo del paso de cebra de Can Guillemó, sino también el situado más cerca de es Puig, justo después de una rotonda y escenario de varios accidentes en el último mes. Entre ellos, el atropello de un hombre de 81 años mientras cruzaba por el paso para viandantes de Can Tomàs. En cuanto al paso de cebra de Can Guillemó, en enero, un joven de 16 años también fue arrollado por un coche después de que el conductor se saltara el semáforo. Y en 2018, una mujer de unos 70 años murió atropellada en el mismo punto.

Un joven residente del barrio de Can Bonet, Bartolomé Torres, opina, con contundencia, que las vidas de la gente del barrio «no pueden depender del funcionamiento de un semáforo». Este regulador de tráfico es manual, no automático. Es decir, los peatones tienen que activar con un pulsador que en muchas ocasiones «no funciona porque se estropea, permaneciendo así días», señala este vecino.

De todos modos, hay otro tipo de peatón, el que no utiliza el paso de cebra. «Aquí cada día es un espectáculo de gente que cruza mal», señala Germán Gómez, trabajador de la gasolinera situada justo al lado de la carretera. Desde su puesto, el dependiente tiene vistas diarias a este punto negro de la vía. La solución, apunta Lucía Parada, otra vecina, es «poner un radar». «Cuando se pone el semáforo en rojo muchas veces te pilla de sorpresa, porque sin ser consciente, se coge velocidad en ese tramo», añade.

La Asociación de Vecinos de Can Bonet lamentó ayer «enormemente» la muerte del joven y subrayó, en una nota de prensa, que tras este nuevo atropello solo «queda patente, una vez más, la necesidad de tomar medidas para que se respeten los límites de velocidad en este tramo e incluso se reduzcan». El Consell y el Ayuntamiento de Sant Antoni presentaron a la Dirección General de Tráfico (DGT) una solicitud para que se instalara un radar en este tramo y por su parte, las agrupaciones vecinales de Can Bonet y Can Tomàs presentaron más de mil firmas para que se hiciera «cuanto antes», ante la gravedad de la situación.

La Asociación de Can Bonet insiste en la «urgencia» de colocar el radar para que los vehículos respeten los límites de velocidad: «Las señales no son suficientes y los vehículos se saltan dichos límites continuamente. En caso de que la DGT descartase instalar el radar, esperamos que el Consell y el Ayuntamiento declaren dichos tramos peligrosos como una zona con población, reduzca el límite de velocidad a 50 kilómetros por hora y que el Consistorio se encargue de poner un radar para controlarlo», concluye la nota de la asociación.

El Ayuntamiento quiere tener la competencia sobre la travesía

La primera teniente de alcalde de Sant Antoni, Neus Mateu, expresó ayer en el pleno que la Corporación que está «muy apenada» por los últimos accidentes en el tramo de la autovía de Sant Antoni que atraviesa la zona de Can Bonet. «Nuestro apoyo a la familia de la última víctima y de las anteriores. Seguiremos trabajando para mejorar la seguridad de este tramo», dijo Mateu. Previamente, en respuesta a una pregunta de la concejala de Unidas Podemos, Angie Roselló, sobre la solicitud de los vecinos de Can Bonet de que se instale un radar de velocidad, Mateu explicó que la Dirección General de Tráfico «no ha contestado» a sendas peticiones del Consell de Eivissa y del propio Ayuntamiento y que, ante esta situación, «se busca la opción de que este tramo de la carretera pase a ser competencia municipal para que el Ayuntamiento pueda instalar un radar». A medio o largo plazo, el Consell estudia también la instalación de dos pasarelas peatonales, que, advirtió Mateu, afecta a bastante terreno, lo que obligaría a tramitar «expropiaciones». También explicó que el Consell ha reforzado la señalización de la zona y ha instalado un semáforo. 

E.RODRÍGUEZ

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