Adlib Ibiza: Historia de un vestido

Paquita Torres Cardona pintó el ‘skyline’ de Dalt Vila para el traje de novia con el que Tony Bonet cerró la pasarela Adlib

Tony Bonet, abriendo y cerrando sus tijeras, sale a saludar al final del desfile de Adlib.

Tony Bonet, abriendo y cerrando sus tijeras, sale a saludar al final del desfile de Adlib. / Aisha Bonet

El mar turquesa, los tonos buganvilla del cielo y el oro brillando sobre el ocre de las murallas y la catedral. El skyline de Dalt Vila pintado, pincelada a pincelada, en el último vestido que desfiló el sábado en la pasarela Adlib. «Tenía pendiente agradecer, a mi manera, la Medalla de Oro. Hacer un homenaje a Ibiza», explica Tony Bonet, diseñador del vestido más aplaudido del desfile, un mérito que comparte con Paquita Torres Cardona, autora de la pintura. «Quería que Ibiza fuera como el sol que empieza a salir después de la tormenta, como un faro», explica el modisto.

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El vestido de Bonet, sobre la pasarela de Adlib. / Vicent Marí

La idea rondaba por la cabeza de Bonet desde hacía un tiempo. Y la casualidad hizo su trabajo para unirlos en este proyecto. Tony y Paqui se conocen «de toda la vida». Son vecinos en Sant Jordi. Y él cosió, hace muy poco, su vestido de novia. Fue más o menos entonces cuando ella, al preguntarle cómo estaba, le contestó que un poco agobiada con todo: la compra, el trabajo, la boda, las clases de pintura... A Tony se le aguzaron las orejas. «¿Tú pintas?», le preguntó. Y Paqui le explicó que sí, que pintar es su pasión —«que no mi hobby»— y que no se dedica a ellos profesionalmente «aún».

Libertad total

Él le contó la idea que tenía de ese vestido todo volumen con la silueta de Dalt Vila y lleno de los colores que huelen a verano. Ella preparó un boceto, en papel, para ver si le gustaba —«sin ningún compromiso»— y cuando el diseñador vio los tonos buganvilla que había incluido, se enamoró profundamente de los trazos de su vecina. «Me explicó su idea y me dio libertad absoluta», recuerda la pintora. «Es lo que me gusta hacer cuando trabajo con alguien», apunta el diseñador.

Neus Bermejo, poniéndose el vestido para el desfile

Neus Bermejo, poniéndose el vestido para el desfile / T. Bonet

Apenas una semana antes del desfile de Adlib le llevaron el vestido a Paqui, que se puso manos a la obra con unas pinturas específicas para tela. Primero comenzó con el fondo, con el vestido estirado sobre una mesa. Así como avanzaba, sin embargo, vio que necesitaba hacer el final del trabajo en vertical. «Dijo que lo colgaría, pero le llevamos un maniquí», recuerdan. «Pensé ponerlo con unas agujas», recuerda Paqui. El vestido conjunto les guardaba aún una última sorpresa. Tony no le había dicho que su idea era honrar la Medalla de Oro que recibió en 2021 por su trabajo en la moda. Cuando vio todo el dorado que hacía brillar la silueta de Dalt Vila le pareció una deliciosa coincidencia. «Fue muy impactante, como una señal», recuerda Paqui, que no puede evitar reírse al recordar cómo, cuando ya había acabado de pintar el vestido, Tony quiso hacerse una idea bastante clara de cómo se vería el dibijo bajo los focos: «Probamos poniendo la linterna de los móviles desde arriba, desde abajo...». «Era la prueba del algodón, como cuando a una clienta le preocupa que la tela se transparente allí donde no quiere. Tenía que comprobar cómo quedaba con la luz. Cuando llego a Adlib yo ya he visto el desfile miles de veces en mi cabeza», reconoce el diseñador, que detalla que el vestido está confeccionado en tafetán. «Un tejido clásico de los vestidos de novia», indica. Mucho tafetán. Y es que para confeccionarlo han sido necesarios cerca de siete metros de tejido.

Paquita Torres Cardona pintando la tela colocada en el maniquí.

Paquita Torres Cardona pintando la tela colocada en el maniquí. / P. C.

Las novias del vestido

A pesar del inmenso volumen, sólo había que ver cómo se comportaba el vestido sobre la pasarela, al ritmo de los pasos de Neus Bermejo, para darse cuenta de su liviandad. «Es etéreo, como una nube. Y muy cómodo», apunta el modisto, que asegura que, aunque a simple vista pueda parecer un modelo sencillo —«habrá quien piense que es una tela fruncida y ya está, pero no es así»—, tiene mucho trabajo de patronaje y un número ingente de piezas. Conseguir no sólo ese volumen, sino que se mantenga en todo momento, con todo el movimiento no es fácil. «Y luego tengo mis manías de patronista y cortador y como no esté todo cortado exactamente en el sentido que toca se ven diferencias entre las piezas y ya sólo veo eso», reconoce.

Paqui confiesa que se emocionó profundamente cuando vio su obra desfilar por la pasarela de Adlib 2023. Tony, que tiene el vestido cerca de él, prácticamente siempre a la vista. Tiene varias novias, reconoce. Pero, de momento, se queda con él. «Para uso y deleite de mis ojos», bromea el creador, que explica que aún necesita «asimilar» ese vestido.

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