«Voy a Sa Residència a dar de cenar a mi madre de 92 años y se bebe seis vasos de agua»

Familiares de usuarios del centro protestaron ayer frente a la sede del Consell para pedir una mejora asistencial

Pablo Sanz Padilla

Pablo Sanz Padilla

Alrededor de 40 familiares de usuarios de Sa Residència Colisée se han concentrado a las 12 horas de la mañana de este miércoles frente a las puertas de la sede del Consell de Ibiza para protestar contra las condiciones de la atención que reciben los mayores que viven en el centro.

La manifestación se ha desarrollado de forma paralela a la reunión que han mantenido en el propio Consell los representantes de los familiares con la consellera insular de Bienestar Social, Carolina Escandell, el director general de Atención a la Dependencia del Govern, la empresa y UGT, en representación de los trabajadores. El encuentro ha concluido sin ningún avance a pesar de prolongarse hasta casi las tres de la tarde, ha indicado una representante del Comité de Familiares, que no ha ocultado su indignación por la falta de resultados y el desarrollo de la reunión. "Exigimos tanto al Consell Insular como al Govern que se lleve a cabo el estricto cumplimiento de la normativa autonómica y que cumplan con su obligación de proteger a nuestros mayores defendiendo su derecho a una vida y unos cuidados dignos", ha reclamado el Comité de Familiares en un escrito.

Según el testimonio de uno de los congregados fuera, Antonio Costa, las deficiencias en el cuidado a los usuarios están lejos de subsanarse. Su madre tiene 92 años, se encuentra en una situación de elevada dependencia y va en silla de ruedas, ha explicado. Este familiar ha señalado varios perjuicios sufridos por su madre por fallos en la atención de los trabajadores. «Voy por la noche a dar de cenar a mi madre y se bebe seis vasos de agua», ha detallado para evidenciar la gravedad de la falta de hidratación que, ha denunciado, padecen los usuarios de la residencia. Asimismo, ha indicado que su madre ha estado «tres semanas con infección de orina» por pasar demasiado tiempo con el mismo pañal.

Esta residente padece demencia, ha contado su hijo. Pero «aún así iba recordando cosas, cantaba mucho... Ahora no abre la boca». En este sentido, ha criticado la falta de actividades de estimulación y el planteamiento inadecuado de las que se hacen. «Dicen que juegan a los bolos. ¿Pero cómo van a jugar a los bolos los pobres si no saben lo que es una pelota ya?», ha manifestado. En la misma línea, ha señalado que le ofrecieron llevar a su madre a la feria medieval, a pesar de que va en silla de ruedas y de la muchedumbre que transitaba por Dalt Vila.

Costa ha reseñado la magnitud de la falta de personal. «El domingo había seis auxiliares de enfermería», ha asegurado, para todos los usuarios del centro. Los trabajadores que hay, ha apuntado, no están preparados para el desempeño de sus funciones. De esta forma, ha destacado que en una ocasión preguntó por la medicación de su madre y le comunicaron que le correspondía una que, en realidad, no le estaba prescrita.

Ha criticado que algunos trabajadores recelan de la desconfianza de los usuarios. «¡Claro que estamos mirando lo que hacen, si fuesen profesionales no lo haríamos!», ha exclamado. Además, ha denunciado que no les dejan estar con sus familiares en algunos momentos en que son asistidos. Aunque la empresa afirma que obedece al protocolo, Costa sospecha que se pretenden ocultar las deficiencias.

«Lo que se pide es que haya plantillas completas», ha resumido María Juana Lozano, cuyos padres de 86 y 87 años son usuarios del centro. Lozano ha denunciado los mismos problemas. En Sa Residència, los mayores «se deshidratan, pierden y deprimen», ha declarado. Con todo, aprecia una mejora en las actividades de estimulación desde que denuncian la gestión del centro. Lozano ha hecho notar que «nuestra generación va a ir allí. Dentro de diez años estamos de usuarios en residencias».

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