Feria Medieval

Vara de Rey no convence a los feriantes de Ibiza Medieval

Muchos de los artesanos ubicados en el céntrico paseo de Ibiza no han visto cumplidas las expectativas que tenían en esta vigesimocuarta edición de la feria, que no se la librado de la inflación

Maite Alvite

Maite Alvite

Este año el mercado medieval de Ibiza, con más puestos que nunca, 170, se ha expandido hasta Vara de Rey y aunque este nuevo emplazamiento prometía mucho a priori, la realidad es que los artesanos y comerciantes de la veintena de puestos instalados allí no han acabado muy convencidos. Por lo menos eso es lo que se deduce de lo que dicen muchos de ellos durante la última jornada de Ibiza Medieval.

«Las ventas no han sido las que esperábamos. Con los gastos que me supone venir a esta feria no me compensa. Tengo claro que si repito, no será en Vara de Rey», asegura Cristóbal Ríos, al frente de ‘Quesos La Saucedilla’. Es la primera vez que este negocio de Sevilla está en el Medieval de Ibiza y parece que el regusto que le ha dejado a su propietario es algo agridulce.

Susana Embid, que también es nueva en esta feria, está más contenta. El producto que ofrece en su puesto, complementos hechos con cremalleras y material reciclado, ha tenido buena acogida, aunque confiesa que «esperaba más afluencia de público» siendo s’Alamera un paseo tan céntrico. Tampoco tiene muy claro si el año que viene repetirá como feriante en Vila porque, a pesar de que el lugar le encanta, desplazarse a Ibiza, siendo de Zaragoza, «supone mucho gasto».

«Ibiza Medieval es una experiencia nueva para mí, pero el resultado no ha sido bueno. Confiaba en vender más, pero en Vara de Rey hay mucha menos afluencia de gente que en las zonas de la Marina y Dalt Vila y lo que he vendido me da para cubrir gastos y poco más», se lamenta Celina Bonansea, una artesana de Mallorca que trabaja la técnica de la vitrofusión. Tiene claro que si regresa a la feria de Ibiza no quiere repetir en este paseo.

No todos ven pegas en este emplazamiento. Verónica Ruiz, que ya estuvo en una edición anterior en el mercado medieval con un puesto en Dalt Vila, opina que prefiere Vara de Rey «por comodidad». «En la ciudad amurallada pasa mucho más gente y aquí los visitantes van goteando, pero juega a mi favor que en esta zona somos sólo tres joyerías artesanales», apunta la propietaria de Trapatroles.

Balance en la Marina y Dalt Vila

Si en Vara de Rey la impresión es que los feriantes no han cumplido las expectativas, al preguntar en los puestos de artesanía y comida que se extienden por los barrios de la Marina y Dalt Vila tampoco los comerciantes lanzan las campanas al vuelo. En la Taberna Fuente, situada en la plaza de Sa Font, dice Javier Ruiz que «ha ido algo mejor que en años anteriores» y asegura, cuando se le consulta sobre los precios, que ha mantenido los de 2022.

Patricia Monjo Díaz, que regenta el estand de Espardenyes Torres, en la calle Antoni Palau, prefiere ser precavida al hacer balance de estos cuatros días. «Es mi primera vez en el mercado y no venía con expectativas. De momento va bien, pero hay que ver cómo acaba la jornada. Ayer (sábado) fue muy bien y hoy (por ayer) esperemos que sea igual», afirma la artesana de Ibiza, que está encantada con su ubicación por ser «un paso obligado para todos los que visitan la feria».

«Gente hay, pero con pocas ganas de comprar», dice con gesto serio Andrés Díaz, a cargo de Panvello, un negocio de Lugo con dos puestos en el mercado medieval, uno de ellos en sa Carrossa. Lleva ocho años acudiendo a esta cita en Ibiza y asegura que ha vendido menos que en otras ediciones, y eso que esperaba que el cielo encapotado que ha lucido en algunos momentos jugara a su favor atrayendo más visitantes. También reclama al Ayuntamiento de Ibiza que permita abrir a los feriantes la tarde en la que terminan el montaje de los estands, en este caso, el pasado miércoles. «En próximas ediciones esta petición se debería considerar, teniendo en cuenta lo que pagamos por los puestos y lo que nos cuesta llegar aquí», insiste el gallego. Cuando sale a relucir en la conversación el tema de la inflación, comenta que ha subido los precios, «pero solo un 7% o un 8%, una subida muy inferior a la que ha experimentado el precio de la materia prima».

Que el mercado de Ibiza Medieval es «mucho más caro que otros años» lo tienen muy claro Rosario López Guardiola y Dolores Guevara Molina, dos amigas que no se pierden ni una edición de esta fiesta. «Nos gusta dar una vuelta, mirar los puestos y comprar alguna cosa como los cocarrois de ses monges tancades o pan gallego, pero este año está por las nubes, medio cuarto, nueve euros», comenta López, que, no obstante, entiende que «los comerciantes que son de fuera pongan precios más elevados para poder compensar la inversión de desplazarse hasta la isla».

También opina que los precios son caros Fina Colomar, una ibicenca que reside en Mallorca y que ha planeado una escapada de fin de semana a la isla con su familia a propósito para ver el Medieval, que hace tiempo que no visitaba. Lo mismo piensan Alba Roselló y Bárbara Enseñat que, por otro lado, sugieren para próximas ediciones «más puestos con producto que sea local de verdad, y no de Tailandia».

Bienvenido Ramírez, que cuenta con un puesto de artesanía en la calle General Balanzat que incluye un taller de miniaturas de incienso y de pajaritos cantores de cerámica, admite que ha tenido que aumentar el precio de algunos de sus productos porque a él, que vive en Manises (Valencia), estar en Ibiza le supone mucho gasto y no trabajar durante días en su taller.

Hermelinda Duarte, que tiene cuatro puestos de comida en la plaza de España, explica que ha subido un euro más algunos productos con respecto a la edición pasada: «Una patata asada cuesta ocho euros y un cucurucho de patatas fritas, cinco». La feriante de Madrid, que esperaba que 2023 fuera mejor que otros años, asegura que «ve menos afluencia de gente» y que sus ventas «han bajado».

Para Carolina Tur Marí, que tiene un tenderete de joyería artesanal en plata, las cosas le han ido algo mejor. «Éste es mi segundo año y he vendido un poquito más que en 2022», asegura la ibicenca.

Ana Petkovic, que ha viajado desde Altea (Alicante) y que lleva ya nueve ediciones participando en Ibiza Medieval vendiendo las marionetas de gomaespuma que crea ella misma, afirma que ha tenido años mejores. Los precios, apunta, los ha mantenido.

«No ha ido ni mal ni bien» , responde, escueto, Jesús Torres, que visita por primera vez la feria de Vila con un puesto de churros y chocolate. Más claro lo tiene el feriante cuando se le pregunta qué pediría a los organizadores para próximas ediciones. «Un ascensor», responde riendo el jienense, que tiene su puesto en la plaza de la catedral.

"Concierto festivo" de la Banda Simfònica Ciutat d'Eivissa

Entre las actuaciones musicales que el público pudo disfrutar en la última jornada de Eivissa Medieval está la que ofreció en el claustro del Ayuntamiento la Banda Simfònica Ciutat d’Eivissa. El repertorio, de siete piezas, más que medieval era «festivo», como lo calificó el director de la formación, Miquel Àngel Aguiló. «El programa está planteado como un día de fiesta, con música variada, colorista y con mucho ritmo», explicó antes de comenzar la actuación, que concluyó por todo lo alto con un bis, ‘Mambo’, de Leonard Bernstein.  

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