La nueva vida del ‘Bon Jesuset’ que se salvó de la Guerra Civil
Anthony Gofer restaura la imagen más antigua de la iglesia de Sant Llorenç, bendecida ayer en la misa
«La imagen más antigua de la iglesia de Sant Llorenç», a la que todos conocen como el Bon Jesuset, guarda una interesante historia que Anthony Gofer (Anna, Valencia, 1958) ha ido recomponiendo mientras se ocupaba de su restauración. La contó ayer, aprovechando el acto de bendición de la talla religiosa, que se llevó a cabo durante la misa dominical oficiada por el párroco de la localidad, Vicent Tur Palau.
Según los datos que ha ido recabando el artista valenciano, este Niño Jesús de madera policromada, «probablemente del siglo XIX», se libró de la quema en la Guerra Civil. Su salvadora fue una mujer, «Eulària de Can Fornàs», como le ha confirmado una familiar de ésta, Antònia, que conoció este episodio de primera mano. Ella y la propia pieza religiosa son las que le han proporcionado más información, aparte de los datos que le han facilitado Vicent Tur y otro sacerdote que fue párroco durante décadas de Sant Llorenç, José Ribas Riera.
Los hechos acontecieron en 1936, «cuando los republicanos llegaron y tomaron las Pitiusas». Relata Gofer que entre las tropas del capitán Alberto Bayo había anarquistas que se dedicaron a saquear iglesias y a quemar imágenes y objetos religiosos por la isla. Las inquietantes noticias llegaron a oídos de los habitantes de Sant Llorenç y Eulària, que vivía en el barrio viejo de Balàfia, optó por no quedarse de brazos cruzados. «Era una gran devota y la persona que se ocupaba de limpiar la iglesia», explica el artista. La joven, que por entonces tenía 19 años, y otra vecina andaron campo a través hasta la iglesia de la localidad para intentar salvar lo que pudieran. Eulària se llevó el Bon Jesuset, que estaba colocado en un pequeño altar en la entrada del templo. Lo escondió «en un agujero tipo cisterna en su casa». Al parecer, la mujer estuvo presente también cuando «un grupo de exaltados asaltó la iglesia y arremetió contra los objetos e imágenes religiosas que quedaban, que acabaron quemados». «Eulària intentó impedirlo, pero alguien que la conocía la convenció para que se fuera a casa», relata Gofer.
El Bon Jesuset permaneció en su escondrijo hasta que terminó el conflicto bélico y Eulària lo devolvió a su sitio.
Cuando el año pasado Gofer vio esta imagen por primera vez ya no estaba colocada en su lugar original. Se encontraba en la sacristía, sobre un mueble, con unos cuantos desperfectos. Uno de los obreros de la parroquia, «Vicente de Can Musson», le propuso restaurarla sabiendo que tenía experiencia en la materia. «Aparte de ser pintor y escultor, he trabajado de carpintero y he restaurado otros elementos de la iglesia de Sant Llorenç, como un confesionario, además de imágenes religiosas que forman parte de mi colección particular», detalla el polifacético artista.
Cuando tuvo al Bon Jesuset en sus manos, que, con la base, tiene una altura de 72 centímetros, se percató de que otra persona en su momento ya la había restaurado y había incorporado piezas que no correspondían a la imagen original. El autor de este primer arreglo, según averiguó, «fue un tío de Eulària».
La talla, en la que se representa al Niño Jesús vestido con un orbe en una de sus manos, «estaba bastante deteriorada y el alambre con el que se unían y articulaban las diferentes piezas estaba oxidado». «Además de poner nuevos alambres, he tenido que lijar las partes donde había saltado la policromía, darles tratamiento y poner masilla rellenando las grietas que había, por ejemplo, en la cabeza. Luego lo he pintado todo con acrílicos», detalla Gofer.
El aspecto actual del Bon Jesuset, después de la intervención del artista valenciano, varía ligeramente con respecto al que tiene en la foto en blanco y negro de hace unas décadas que hay en la sacristía de la parroquia de Sant Llorenç. La vestimenta es diferente y la posición de la mano derecha ha cambiado, antes estaba colocada hacia abajo y ahora «hacia arriba», que sería la postura correcta, según el criterio de Gofer.
Las restauración, que ha hecho de forma desinteresada, le ha llevado aproximadamente tres meses. Concluyó esta tarea hace apenas una semana. Después el artista se ha centrado en recabar toda la información posible acerca de la imagen, antes de su bendición, programada para ayer en el transcurso de la misa de las 18.30 horas.
Aunque devolver el lustre al Bon Jesuset ha sido un trabajo laborioso, Anthony Gofer asegura que lo ha disfrutado mucho. Este valenciano afincado en Ibiza desde hace 37 años lleva más de veinte coleccionado, entre otras cosas, cuadros e imágenes religiosas adquiridas en subastas, rastrillos y tiendas de anticuario. En su haber cuenta, asegura, «con piezas únicas que se remontan, en algún caso, hasta el siglo XII».
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