Hipotético rescate pared arriba del Grupo de Rescate Vertical de Ibiza

Ocho bomberos del Grupo de Rescate Vertical simulan la evacuación de un precipitado por una superficie rocosa totalmente vertical en la zona de na Xamena, un entrenamiento ante emergencias que acostumbran a llevar a cabo dos veces por mes

Pablo Sanz Padilla

Pablo Sanz Padilla

Un senderista cae por un acantilado en Ibiza y da a parar a un lugar inaccesible, al que no se puede entrar y del que tampoco se puede salir por medios corrientes. Imposible acercarse con un helicóptero, la costa queda lo bastante lejos para desechar la idea de evacuar al herido por mar. La única alternativa viable y rápida pasa por escalar una pared completamente vertical con la víctima a cuestas.

Es la emergencia que simularon ayer los trabajadores del Grupo de Rescate Vertical (GRV) de los Bomberos de Ibiza en un despeñadero de la zona de na Xamena. Si las circunstancias lo permiten, recrean supuestos similares dos veces al mes. El objetivo es arrebatar el máximo margen al imprevisto y estar siempre preparados.

«Es una roca limpia, no hay rastros de desprendimientos», cuenta el cabo Bernat Escrivà, al tiempo que los bomberos escalan piedra arriba con cuerdas junto al muñeco que reemplaza a la hipotética víctima. Lentos pero seguros, los escaladores usan su propio peso en beneficio de la operación mientras se compensan entre sí. Es el mecanismo de un ascensor, pero las poleas son humanas. Un bombero suspendido en lo más alto regula la maniobra y, cuando los contrapesistas están debidamente colocados, suelta la cuerda que retiene.

Son siete efectivos y el cabo, y entrenan un sistema de «contrapesos encadenados» con dos parejas de bomberos que se coordinan por la pared. Están casi todos los miembros, pero a una emergencia real de este tipo probablemente acudirían los cuatro o cinco disponibles, cuenta uno de los rescatistas. Se recuperaría al herido, pero se tardaría más tiempo, valora. De hecho, la maniobra debería poder realizarse traccionando sobre la roca y con un binomio menos de escaladores, explica Escrivà.

Antes de subir al muñeco, con el peso aproximado de un adulto promedio, lo llevan ladera abajo, ejercicio que no es tan habitual, pero que puede ejecutarse, por ejemplo, en el caso de que la mejor alternativa consista en bajar a la costa a la víctima desde un punto elevado para evacuarlo por mar. La decisión que se adopte, cuenta un bombero , dependerá en buena medida del tiempo que conlleve.

También es importante trabajar con la máxima seguridad, por lo que es imprescindible que la cuerda no roce con la roca, lo que implica el uso de un trípode sobre el acantilado que, además, alivia los esfuerzos de los rescatistas. En este sentido, practicaron ayer con uno nuevo, que transformaron en un bípode sujeto por la otra pata, para probarlo en pescante, es decir, inclinado hacia el precipicio.

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