Carnaval

Carnaval en Ibiza: Una rúa en modo 'eco' en Sant Josep

Mensajes y críticas medioambientales en las tres carrozas escolares que fueron premiadas en el carnaval de Sant Josep, celebrado este año en Cala de Bou

José Miguel L. Romero

José Miguel L. Romero

Barbara di Giacinto y Joanna Hruby son las autoras de la payesa de tres metros de altura y puños tan grandes como su cabezón con la que Ibiza es Rebel·la desfiló ayer en la rúa de Sant Josep, celebrada este año en Cala de Bou y en la que participaron más de un millar de personas y 21 comparsas, minigrupos y disfraces individuales. Había tanta gente que en un momento dado llenaron la calle Madrid y buena parte de la calle es Caló.

La payesa, de papel maché y estructuras de varillas, tenía cara de pocos amigos, en sintonía con los mensajes que lanzaban sus componentes contra la proliferación de jets privados y megayates. De ahí que llevara los puños tan apretados (y amenazadores) y que fueran tan grandes. La arrastraron todo el camino: fue una comparsa CO2 free. No se llevó ningún premio, pero la escultura es antológica, para indultar y conservar.

Fue una rúa en la que abundaron las comparsas con mensajes medioambientales, muy en modo ‘eco’. De hecho, las tres carrozas escolares premiadas fueron Salva la Naturalesa (L’Urgell), Sargantar (Can Guerxo) y Salvem sa Mediterrània (Sant Jordi). También fueron estas de las más numerosas (120 L’Urgell, 150 Sant Jordi). Pero la que más, la de Los disfrutones de ses Planes, que además se llevó el primer premio como comparsa escolar: 190.

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José Miguel L. Romero

Los carnavaleros pasearon, primero, por una avenida Sant Agustí poco concurrida. Entre ellos, Los dálmatas de Sant Jordi, aunque había más cruellas que pongos y perditas. Los astronautas de es Vedrà, recién llegados desde Cabo Cañaveral, iban equipados con un cohete muy poco ecofriendly, mientras que los miembros de la Asociación de vecinos de Cala de Bou desconcertaron con una carroza sobre la que instalaron un iglú y la palabra Antártida y desfilaron vestidos de pingüinos y osos panda (se supone que porque quizás se agotaron las existencias de disfraces de osos polares).

Como el año pasado, volvieron a triunfar los vecinos de es Pratet, esta vez con su Tómbola (primer premio de comparsa general). Aprovecharon parte del atrezo de 2022, cuando ganaron tres premios con su puzle de Europa. Arrastraron un megabombo cuyas bolas eran pelotas de fútbol. Los cartones estaban hechos con ese material, pero enormes y obtenidos en el Hipercentro.

Otra carroza muy trabajada y premiada (primer premio en general) fue la de los Egipcis majors, compuesta por Tutankamon, Cleopatra y unos 30 nubios y cairotas. Sobre la plataforma alzaron el pilón de un templo, en este caso construido con maderas y foam spam.

Posiblemente hubo tanta gente por dos razones: primera, «hay ganas de salir a la calle y divertirse», contaba el alcalde, Ángel Luis Guerrero, que no se perdió la fiesta; otra, que el importe de los premios se multiplicó por dos

Posiblemente hubo tanta gente por dos razones: primera, «hay ganas de salir a la calle y divertirse», contaba el alcalde, Ángel Luis Guerrero, que no se perdió la fiesta; otra, que el importe de los premios se multiplicó por dos, al pasar de los 3.000 euros de 2022 a los 6.000 actuales.

Otra de las carrozas más curradas fue la de las 100 lagartijas de Can Guerxo, disfraces diseñados con cartón. Cuenta una madre que se pasaron las últimas tres semanas cortándolo y coloreándolo. Les acompañaba un largo ofidio al estilo de los dragones que los chinos hacen danzar durante su año nuevo. Pero este, en vez de culebra de escalera o de herradura, parecía más bien una cobra.

Como cada año no podía faltar Conchi Arriaza con su disfraz individual. El de este año era la dama de corazones, confeccionado con seis barajas de póker. El del pasado año lo creó con cientos de chapas de botella. «No me gusta comprar disfraces, me encanta hacerlos yo misma. Ya estoy pensando en el del 2024», anuncia.

Las más carnavalescas (en modo carioca), las de Raíz Negra, siete bailarinas que seguían el ritmo de dos percusionistas. Al frente, tres docentes de este estilo de danza (Nati, Sabina y Valentín) de tres escuelas de la isla.

Pero quizás la que mejor se lo pasó del millar de personas presentes fue Abril, una de los cinco componentes de Potatos In (de Ibiza In, que persigue la plena inclusión de las personas con diversidad funcional en todos los ámbitos, tanto educativo como cultural, deportivo, social o laboral), que en los carteles que colgaron a sus espaldas reivindicaban que «la inclusión es cosa de todos» y que inclusión es «estar juntos y revueltos». Abril bailaba deslizándose por las calles en su andador, brazos en alto y al son de los ritmos caribeños que sonaban justo delante de ella.

La carroza posiblemente más completa fue la de Salva la Naturalesa. Combinaron bailes en grupo mientras sonaba ‘Calm down’ (Rema), con disfraces espectaculares y performances

La carroza posiblemente más completa fue la de Salva la Naturalesa, del colegio L’Urgell. Combinaron bailes en grupo mientras sonaba ‘Calm down’ (Rema), con disfraces espectaculares (como el de una madre metamorfoseada en alada mariposa) y performances en los que simulaban, primero, que eran arrasados por mareas negras, de plásticos y de excavadoras, para luego ser rescatados por superhéroes. Muy ‘eco’. y épico.

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