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Medio ambiente

Las dos plataformas sociales que pararon el cemento en Ibiza

El Institut d’Estudis Eivissencs entregará su Medalla d’Or a las dos coordinadoras ciudadanas que lucharon para evitar la urbanización de ses Salines, una en 1977 y otra en 1990, y que impulsaron una movilización ecologista sin precedentes en Ibiza

Marià Marí (GEN), en el centro, y a la derecha Marià Serra (IEE) y Cristòfol Guerau d’Arellano, en una rueda de prensa en 1990. | JUAN A. RIERA

Han pasado 45 años desde la primera manifestación en defensa de ses Salines, en contra de los planes para urbanizar un paraje que siempre ha sido un emblema para la población ibicenca. Fue el principio de una larga lucha que movilizó a miles de personas y que logró preservar esta zona para las siguientes generaciones. El IEE rinde homenaje con sus medallas de oro a las personas que alentaron esta lucha.

La Comissió de Defensa de ses Salines (1977) y la Coordinadora Salvem ses Salines (1990) constituyeron las dos grandes plataformas de movilización ecologista que vivió el siglo XX en la isla de Ibiza. Posteriormente ha habido otras, como la de las autopistas o la de las prospecciones petrolíferas. Pero las formadas para proteger ses Salines marcaron el camino a la sociedad insular para hacer frente a amenazas ambientales de gran escala. Tanto una como otra vieron coronadas sus reivindicaciones con éxito, lo que ha consolidado su permanencia en la memoria colectiva con el paso de los años. El Institut d’Estudis Eivissencs entregará a las dos coordinadoras su Medalla d’Or el próximo 5 de noviembre en la sede de la Universitat de les Illes Balears de Ibiza.

Miembros de la ‘Comissió’ de 1977, en el Teatro Pereyra. | SALVADOR PETIT

La primera de las plataformas, la Comissió de Defensa de ses Salines, surgió en 1977 liderada por el Institut d’Estudis Eivissencs ante la inminente construcción de un macroproyecto urbanístico para 20.000 plazas hoteleras en las montañas y playas de ses Salines. A modo de comparación, toda la isla tenía entonces alrededor de 60.000 habitantes. Se trataba de un proyecto impulsado por la empresa propietaria de las salinas, la mallorquina Salinera Española SA y su brazo urbanístico, Ibifor SA. La magnitud del proyecto ponía los pelos de punta: hoteles de hasta siete pisos de altura en la cima del Puig des Falcó, bloques de pisos y apartamentos junto a la orilla de las playas de ses Salines y es Cavallet, un campo de golf junto a los estanques y un laberinto de calles y bungalós surcando todas las montañas de alrededor.

Sesión plenaria en el Ayuntamiento de Sant Josep | ALFREDO BENITO

¿Quién impulsó y formó la Comissió de Defensa de ses Salines? El germen de su nacimiento hay que buscarlo en profesores del instituto de secundaria Santa Maria de Ibiza, en especial Cristòfol Guerau d’Arellano, y en el Colegio de Arquitectos de Ibiza, que entonces era una entidad especialmente sensibilizada por la ordenación territorial y luchaba contra los excesos urbanísticos. Esos dos focos, junto con personas independientes, como el activista Pep Costa, recientemente fallecido, y otros voluntarios, fueron el motor de esta plataforma social.

Protesta contra los proyectos urbanísticos en ses Salines en 1990. | D. I.

Sus integrantes pertenecían a una nueva generación de ibicencos que ya había nacido sin estrecheces económicas e incluso había tenido la posibilidad de estudiar en la universidad. Algunos venían de fuera de la isla, pero compartían el mismo perfil. No tenían miedo a expresar sus ideas y lo hacían desde una sólida formación y cultura. La Comisión no era un movimiento político, y de hecho los partidos adheridos (que eran todos, tanto de derechas como de izquierdas) permanecieron siempre en segundo plano.

Manifestación contra la urbanización de ses Salines, en octubre de 1977. | SALVADOR PETIT

Eran los años de la transición a la democracia, una vez muerto Franco en 1975. La lucha por ses Salines estaba teñida de un amplio arcoíris de reivindicaciones, como la autonomía política para las islas o la elaboración de la Constitución. Y todo, con el colorista movimiento hippy todavía reciente en el recuerdo.

Sin embargo, esa época flower power no debe hacer perder de vista que la población local era aún conservadora a ultranza, enemiga de manifestaciones o protestas públicas, y era impensable que se produjeran movimientos de crítica al poder. Por eso, cuando la citada comisión logró, a finales de octubre de 1977, sacar a la calle casi 2.000 personas bajo el lema ‘Ses Salines, Parc Natural’, puede decirse que fue un hito que marcó el inicio de la democracia en Ibiza. La resonancia que alcanzó esa manifestación ha perdurado a lo largo de las décadas.

La Comisión se las arregló para mantener viva la reivindicación de ses Salines en la agenda pública y en el ambiente cotidiano de forma ininterrumpida durante meses. La actividad de la Comisión fue frenética: comunicados, folletos, asambleas, viajes a la Península y a Palma para reuniones, informes ambientales y técnicos, entrevistas, alegaciones…

Las conversaciones en los bares, las tertulias familiares o las reuniones de amigos giraron en torno a ses Salines durante todo ese tiempo. Ni que decir tiene que las páginas de Diario de Ibiza y el semanario Uc (el otro medio impreso de entonces) iban llenas de informaciones, reportajes y cartas al director sobre el tema.

¿Logró por sí sola la Comissió de Defensa de ses Salines parar el macroproyecto de ses Salines en 1977? La respuesta, según coinciden todos los testigos de la época, es que no, puesto que la ejemplar movilización popular desarrollada durante esos meses de poco habría servido sin la concurrencia simultánea del trabajo realizado por determinados cargos públicos. Fue en el Ayuntamiento de Sant Josep donde, ya en 1975 y 1976, los promotores encontraron los primeros y decisivos escollos en las personas de la arquitecta municipal, Isabel Martínez León, y del alcalde, Josep Tur Serra. Con su rechazo al proyecto, lograron ganar tiempo (aunque serían destituidos por ello) hasta que, en la fase final, la Comisión Provincial de Urbanismo de Baleares los rechazó definitivamente, por no ajustarse a la ley.

La Coordinadora Salvem ses Salines

La lucha por ses Salines obtuvo su primera victoria a finales de 1977, cuando el macroproyecto de Ibifor fue definitivamente cancelado. Pero la amenaza resurgiría y obligaría a nuevas movilizaciones.

A finales de los años 80, el Govern balear de Gabriel Cañellas impulsó una Ley de Espacios Naturales (LEN) con la intención de preservar los principales parajes que permanecían más o menos intactos en las islas. Se trataba de excluirlos del desarrollo urbanístico para garantizar su supervivencia en unos momentos de gran ímpetu edificatorio.

Sin embargo, la LEN incluía un contrasentido que no tardó en estallar públicamente. En la recta final de su elaboración, en 1990, los ecologistas denuncian que ses Salines quedan en gran parte excluidas de la protección prevista en dicha ley. La LEN incluiría los estanques, pero dejaba fuera las montañas que los rodean, es decir, los macizos del Puig des Corb Mari y es Puig des Falcó, donde se seguía permitiendo un importante nivel de construcción.

En realidad, el planeamiento en vigor de Sant Josep permitía construir dos urbanizaciones, que sumaban 600 chalets, en sa Canal y en la Revista. Al margen de ello, se podía construir una vivienda unifamiliar en parcelas de pequeño tamaño a lo largo y ancho de las masas forestales aledañas.

¿Cómo era posible que estas montañas no se incluyeran en la LEN que se estaba tramitando? Rápidamente se supo que el propio presidente, Gabriel Cañellas, tenía intereses económicos en Salinera Española, la empresa propietaria de los terrenos. Cañellas no dudó en protagonizar en persona, mediante reuniones y numerosos ‘telefonazos’, la defensa de estas edificaciones y el rechazo a la protección de ses Salines. Incluso el entonces alcalde, José Serra Escandell (PP), responsable de un sinfín de desaguisados urbanísticos en el municipio, impulsó un recorte sustancial de la urbanización de ses Salines, lo que desató las iras de Cañellas.

Fue en este contexto como en mayo de 1990 nació la Coordinadora Salvem ses Salines, liderada en este caso por el Grup d’Estudis de la Naturalesa (GEN), cuyo portavoz, Josep Ramon Balanzat, lo sería también de la nueva plataforma. Rápidamente, la Coordinadora logró la adhesión de decenas de entidades sociales, vecinales, educativas, políticas y profesionales. En realidad, el PP era el gran ausente, pues defendía a capa y espada la exclusión de ses Salines en la LEN. Y no solo eso: también reclamaba al Govern que recortara la protección prevista en esa ley para el conjunto de Ibiza y Formentera.

La Coordinadora, en cuya dirección no había ningún miembro de la antigua Comissió de Defensa de ses Salines, estaba dirigida por personas también jóvenes y políticamente independientes, aunque fundamentalmente progresistas. Ninguno de ellos había participado en la reivindicación de 1977. Aparte de una presencia continua en los medios de comunicación locales con ruedas de prensa, comunicados y actos de protesta en la calle, esta plataforma consiguió implicar al conjunto de la sociedad en su objetivo. Una de sus acciones más sonadas sería la masiva distribución de pancartas con el lema Salvem ses Salines que serían colgadas en centenares de balcones y fachadas de Ibiza, lo que visibilizaba de forma muy impactante el respaldo popular que tenía esta reivindicación popular.

Los enfrentamientos entre Coordinadora y PP fueron agrios y no faltaron incluso campañas de descrédito mediante falsas cartas al director en la prensa local enviadas por dirigentes del PP con nombres figurados, según se supo después. Eran las fake news de una época sin redes sociales aún.

Finalmente, la Ley de Espacios Naturales terminaría incluyendo la totalidad de ses Salines de Ibiza y Formentera como Área Natural de Especial Interés (ANEI), al ser aprobada el 30 de enero de 1991 por el Parlament balear, en una trepidante votación que necesitó ser repetida al producirse empate la primera vez. El voto de un diputado tránsfuga menorquín permitió en el último momento salvar ses Salines. Al día siguiente, la Coordinadora se disolvía proclamando: «Misión cumplida».

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