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Obtener la credencial de taxista en Ibiza para «cobrar más y salir de la hostelería»

Alrededor de 50 personas se presentan al examen de auto-taxi convocado por el Ayuntamiento de Santa Eulària

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Exámenes para taxista en Ibiza

Casi medio centenar de personas se presentó ayer al examen convocado por el Ayuntamiento de Santa Eulària para obtener la credencial de auto-taxi, «permiso imprescindible para poder realizar las tareas de chófer dentro del servicio público de transporte de pasajeros en turismo».

La gran mayoría se apuntó con el objetivo de dar un giro profesional a su vida, como es el caso de Antonio Zurdo. A sus 59 años reconoció que «nunca es tarde para conseguir aquello que se quiere, como ser taxista», después de toda una vida trabajando como recepcionista en diferentes hoteles. «Son pocos meses de trabajo y así después puedo aprovechar a hacer cosas que tengo pendientes», dijo. ¿Y cuando se acabe la temporada? «Estudiaré otras cosas para las que antes no tenía tiempo», indicó, al tiempo que añadió que «siempre hay algo que hacer».

Zurdo, que señaló que se encuentra «en forma y con ganas» de ponerse al volante, acudió al examen acompañado de su cuñado, Antonio Blanes. Él ha sido taxista durante muchos años, hasta que la pandemia aceleró su jubilación, así que nadie mejor que él para animarle y, también, para contarle los pros y los contras de la profesión. «Una temporada de taxista en Ibiza es estresante», advirtió. «Hasta ahora trabajábamos 12 horas al día, pero poco a poco esto se está limitando para hacer jornadas de ocho con días libres», añadió.

Pero, a veces, la sobrecarga de trabajo es lo de menos. «Te pasa de todo. En un taxi estás vendido», lamentó. «Un día llevaba a un cliente y me iba diciendo que fuera despacio porque tenía que mirar el número de la calle donde se alojaba. Yo iba preguntándole que a qué altura estaba más o menos y cuando me di cuenta estaba hablando solo porque se había bajado sin que me diera cuenta. Me había dicho eso para no pagar», contó. Lo hizo entre risas, aunque reconoció que, aquel día, no le hizo tanta gracia.

De anécdotas sabe mucho Belén Montesinos. Esta joven de 22 años también se presentó ayer a la prueba. Prácticamente toda su familia trabaja en el sector, así que «te puedes imaginar cuál es el tema de conversación en las cenas», dijo. Se acuerda especialmente de la historia que le contó su hermano una vez. «Se habían montado en el taxi varios ingleses y, como allí conducen por la izquierda, se pensaron que mi hermano era uno de ellos, por dónde estaba sentado. Entonces le agarraron las orejas y se las retorcieron como si fuera una moto ¡brrrum, brrrum!. Cuando se dieron cuenta solo decían sorry».

Montesinos lleva desde los 16 años trabajando como camarera, pero no pierde la oportunidad de presentarse: «Igual algún día quiero hacer algo diferente», indicó, sabiendo que el permiso está operativo durante cuatro años. En la misma situación se presentó Joan Ferrer. A sus 23 años tiene «trabajillos» en marcha, pero Le gusta conducir y en su familia son taxistas.

Familias de taxistas

La mayoría de los que ayer se acercaron al Palacio de Congresos tienen a familiares o conocidos en la profesión; también Lourdes Cordero. Trabaja en el sector de la hostelería, pero a sus 45 años cree que «hay que seguir probando otras cosas». Ayer fue la segunda vez que se presentó a este examen; lo hizo también en 2017.

Jordi Vidal también hizo la prueba ayer. Tiene 34 años y trabaja siempre de temporada, pero «actualmente lo que hago no me acaba de gustar», como le pasa a Ángela Zamora. A sus 29 años se ha cansado de trabajar mucho para no cobrar en consecuencia. «Estaba en la hostelería, pero aquí se gana más», dijo. Tiene ganas de afrontar una nueva etapa y, si le ofrecen trabajo también en invierno, «sería perfecto». Así opina Adrián Tur, quizás el benjamín del examen. Con 19 años decidió presentarse para «poder ayudar» a sus padres este verano».

Conocimientos

Para superar la prueba y obtener la credencial de auto-taxi, los aspirantes tenían que tener nociones sobre la geografía de la isla. Además, conocer las calles de los diferentes núcleos urbanos de Santa Eulària, los lugares de ocio y esparcimiento de masas, oficinas públicas, centros oficiales, hoteles y los itinerarios más directos para llegar a los puntos de destino.

Asimismo, se pedía conocer el contenido del Reglamento Nacional del Servicio Urbano de Transporte de Automóviles Ligeros, de la presente ordenanza, las tarifas vigentes de aplicación a estos servicios, así como las normas de utilización del servicio de Radio-Taxi; y contar, además, con conocimiento de catalán, al menos a nivel conversación.

Casi todos reconocieron que no les había llevado mucho tiempo preparar el examen, algunos incluso dijeron que se habían mirado «cuatro cosas» la noche anterior. «Somos de aquí y ya nos lo conocemos todo», dijeron. O, por lo menos, casi todo.

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