Diario de Ibiza

Diario de Ibiza

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

De Ibiza a Canadá con una beca de la Fundación Amancio Ortega

Candela Salisbury Ejarque, alumna del Quartó de Portmany, pasará un curso estudiando en Ontario tras superar una selección a la que se presentaron más de 10.000 estudiantes para 300 plazas

Candela Salisbury Ejarque, ayer, en el centro de Vila.

Candela Salisbury Ejarque está ya contando los días para irse a Canadá. No sabe la fecha exacta. Sólo sabe que la mayor aventura de su vida (hasta ese momento) comenzará en agosto, cuando abandone la isla y, tras subirse a varios aviones, aterrice en Ontario, donde vivirá durante diez meses. Candela, alumna de cuarto de Secundaria del instituto Quartó de Portmany, es una de las estudiantes que ha conseguido una de las preciadas becas de la Fundación Amancio Ortega. A la convocatoria para este año se presentaron más de 10.000 adolescentes. Más de 10.000 solicitudes para 400 becas: 70 exclusivas para escolares de Galicia y 330 para los del resto de España. El chillido que pegó la ibicenca cuando se enteró de que era una de esas 330 se escuchó en todo el instituto. «Estaba en una hora de guardia», comenta Candela, riendo.

Vivaracha, viajera, extremadamente curiosa y muy sociable, además de buena estudiante, lo de estudiar un curso fuera de España es algo que le llamaba la atención desde hace mucho, confiesa. Especialmente en Estados Unidos. «Desde pequeña veía las películas y series y me gustaba», explica mientras vuelve a casa tras una clase de flamenco. Una de las muchas actividades que practica. Fue una amiga la que le habló de las becas de la fundación. Cuando consultó los detalles lo tuvo claro: «Cuadraba perfectamente con lo que yo buscaba». Además, pensó que tenía posibilidades. Para poder optar a las becas, que cubren todo los gastos de un curso, primero de Bachillerato, en Estados Unidos o Canadá (hay 200 plazas para cada país), es imprescindible tener una media de siete en tercero de Secundaria y, como mínimo, esta misma nota en inglés o el segundo idioma. Hasta ese momento deben haber cursado la Secundaria «conforme al sistema educativo español» y no haber participado en ninguna experiencia académica de más de cuatro meses fuera de España.

Las pruebas

«Cuando vi en Instagram que se abría la inscripción, me apunté», relata Candela, que en ese primer momento tenía tantísimas ganas que eso le hacía estar segura «al cien por cien» de que sería una de las elegidas. Luego, así como se fue acercando el momento de las pruebas de selección y al ver la cantidad de gente que se presentaba —«y que era gente muy muy top»—, se vino un poco abajo, confiesa. En el primer corte, una prueba de inglés, los más de 10.000 aspirantes se quedaban en 1.200. Aunque el idioma de Shakespeare no se le da mal, se defiende mejor con el de Dumas, ya que a pesar de su apellido, su padre, aunque de origen británico, es francés. «Al principio del test, que era online, te decían que así como fueras acertando iría subiendo de nivel, pero tú no sabías nada», señala.

El día en que se publicaban en la web de la fundación los nombres de los que habían pasado esa preselección la ibicenca reconoce que sentía «miedo» por si, al consultar la lista, ella no estaba. «Salían a las 13 horas. Estaba en el instituto y busqué si ya estaban. No le quise decir nada a nadie. Iba por orden alfabético y al llegar a la letra S no quería seguir por si no había pasado», recuerda. Pero allí estaba su nombre. «¡Pegué un salto!», explica. La segunda fase, en la que se decidían los seleccionados, consistía en un test de personalidad, un trabajo en el que los estudiantes debían presentarse y una entrevista personal, por videoconferencia, «en la que te hacían preguntas en inglés y en castellano». La ibicenca, que preparó una línea cronológica de su vida, está convencida, por las preguntas que le formularon, que el objetivo de esa entrevista era asegurarse de que quienes finalmente consiguieran la beca estuvieran realmente preparados para la experiencia. Que fueran capaces de aguantar diez meses fuera de casa. Lejos. En la otra punta del mundo. Y es que durante el tiempo que dura la beca los estudiantes no pueden regresar a sus casa. Tampoco recibir visitas de sus familiares. «Con el objetivo de facilitar una inmersión completa en la vida familiar y escolar en los países de destino», justifican desde la Fundación Amancio Ortega. ¡Y vaya chasco se llevaron con esto sus padres! «Le decíamos que íbamos a ir a verla a Canadá, pero nos reunieron a las familias y nos dijeron que ni para Navidad», recuerda Jenny Ejarque, la madre de Candela, que no puede estar más orgullosa de su hija. «Es una aventuraza», define.

Tres de las preguntas que le hicieron le dieron esta clave. «Fueron curiosas», indica. La primera, que qué haría si le tocara convivir con una pareja «en medio de la nada» y sin transporte público. La segunda, que cómo afrontaría que la familia fuera muy religiosa, practicante y de un credo diferente al suyo. La última, qué le parecería vivir la experiencia en una casa con un hombre negacionista del cambio climático. «¿Dónde me voy?», reconoce que pensó al escuchar las preguntas de las que, visto el resultado, cree que salió bien parada.

Los nombres de los 400 becarios se publicaron poco antes de su cumpleaños, a finales de enero: «Pensaba que si me cogían, sería un regalo de aniversario. Pero si al final era que no, sería aún peor», indica. Como con la preselección, la lista se colgaba a las 13 horas. Y como la otra vez, en ese momento estaba en el instituto. Cuando llegó la hora abrió la web en el móvil «temblando». Y entonces chilló. «Todo el mundo se quedó en silencio», narra la ibicenca, que lo primero que hizo fue decírselo a su familia. Por sorteo, le tocó Canadá. «Me hacía más ilusión Estados Unidos, pero estoy muy contenta. Lo que quiero es vivir esa experiencia. Además, he hablado con gente y me ha dicho que por el ambiente y el estilo de vida casi estaré mejor en Canadá», explica Candela, que no ha estado nunca en ninguno de estos dos países. El frío no la asusta. De hecho, aficionada a los deportes en general y al esquí en particular, confía en poder aprovechar para disfrutar de la nieve.

Diez meses sin volver

Es consciente de que en estos diez meses habrá momentos en los que lo pase mal y en los que echará de menos a su familia. «Pero también sé que me gustará el reto», afirma. De momento, no tiene ni idea de la ciudad o pueblo de Ontario en el que estará, ni ningún detalle de la familia que la acogerá durante este tiempo. Confía, eso sí, en resolver algunos de estos interrogantes este mismo fin de semana, en Madrid, donde la fundación organiza un encuentro de buena parte de los becados. «Creemos que este fin de semana será clave», comenta la madre de Candela. Uno de los objetivos de la adolescente, más allá de perfeccionar el inglés y vivir una aventura, es también aprovechar para descubrir a qué le gustaría dedicarse: «Aún no lo sé. Aquí, en Ibiza, el curso que viene ya tendría que elegir Bachillerato y, hasta ahora, no me decanto por ninguno. Me gusta todo». Y también se le da bien todo, lo que complica la decisión. De la parte de ciencias le atraen la medicina y lo que tiene que ver con el laboratorio y, de las letras, derecho y criminología.

En su familia ya están pensando la forma de aprovechar que Candela está en Canadá para conocer el país. Sin saltarse las normas. Su idea es viajar allí el próximo verano, cuando la joven haya acabado la beca, antes de regresar, explica su madre, un viaje que haría toda la familia al completo: los padres de Candela y sus dos hermanos. Jenny destaca la «oportunidad» que supone esta experiencia para su hija, ya que la fundación no se hace cargo únicamente de los costes de transporte, alojamiento y estudios sino que, además, incluye cien euros mensuales para sus pequeños gastos. «Nos han dicho que ayudemos en lo que podamos, porque a veces no es suficiente», indica la madre, que destaca cómo, en apenas nada, los estudiantes que han conseguido la beca ya habían creado un grupo de whatsapp para estar en contacto.

Este fin de semana, en Madrid, se verán las caras. Candela, a la que los meses hasta coger el primer avión rumbo a Canadá se le van a hacer muy largos, cuenta las horas para conocerles.

Compartir el artículo

stats