El número de personas que han recibido ayuda desde el banco de alimentos de Cruz Roja en Ibiza casi se ha triplicado este año en comparación con 2019, de acuerdo con las estimaciones realizadas por la trabajadora social y jefa del departamento de Intervención e Inclusión Social, Laura Moreno.

Moreno detalla que a lo largo de este año han contabilizado «unos 1.700 beneficiarios» cuando en los ejercicios anteriores solían rondar los «600 o 700». Teniendo en cuenta el número de familias, sostiene que se ha pasado de unas 300 a las alrededor de 650 actuales, entre las que hay de todo tipo de perfiles y con variedad de miembros.

Ni siquiera durante la crisis económica de 2008 la ONG vio una situación de necesidad igual. «Entonces las familias sobrevivían por medio de la temporada porque en verano en Ibiza siempre había trabajo, aunque hicieran dos o tres meses, y luego se iban apañando con las ayudas. Iban sobreviviendo, pero no viviendo. Pero es que ahora no hay nada, no ha habido ingresos en verano», subraya.

Esta situación ha hecho que el perfil de los usuarios del banco de alimentos cambie: de personas recién llegadas a Ibiza, muchas inmigrantes, que necesitaban ayuda hasta que lograban estabilizarse, a «familias normalizadas» que trabajaban haciendo la temporada y que este año se han encontrado sin empleo, ahorros ni recursos. Junto a ellas, menciona a personas con trabajos en economía sumergida y que se vieron sin ingresos o ayudas o limpiadoras o cuidadoras familiares que se quedaron sin trabajo por cuestiones económicas o por el temor de algunas personas a que gente de fuera entrara a sus casas.

«Ayudas para lo básico»

«Ayudas para lo básico»

«Son familias que ahora se han visto en la necesidad de pedir ayudas para lo básico que es la alimentación», destaca Moreno, quien incide en que el objetivo de Cruz Roja ha sido atenderlas «lo más rápido posible» para que «no se quedaran sin lo mínimo, que es la comida».

A este respecto, detalla que a todas las personas que acuden a la entidad, que son mayoritariamente de Vila pero también del resto de la isla, se les da «una respuesta inmediata» a través de una primera entrevista con un voluntario. Luego se les cita para una entrevista con una de las tres trabajadoras sociales, que ven cómo se encuentran, estudian su caso y analizan en qué más se les puede ayudar, detalla Moreno, quien agrega que sus citas se demoran en torno a un mes debido a la gran demanda que hay.

La trabajadora social reconoce que la ONG se ha visto «un poco colapsada» en este tiempo y prevé que los próximos meses serán complicados, pues la demanda seguirá creciendo. «Cada día vienen las familias que ya tenemos más las que se van sumando», sostiene. Eso sí, agrega que también existe «mucho movimiento» de personas, puesto que «muchos» usuarios están regresando a la península o a sus países de origen. «Y no sólo usuarios; también tenemos voluntarios que están retornando. Cuando no hay trabajo no se puede ni sobrevivir», concluye.