Daniela Cardona, de seis años, aguarda impaciente a reencontrarse con sus compañeros de primero de Primaria del colegio Can Guerxo, en Sant Jordi. Lleva casi tres meses sin ver a la mayoría de ellos, desde el pasado 13 de marzo, cuando las clases se suspendieron debido a la crisis sanitaria provocada por el coronavirus. «Ayer se acostó a medianoche y se ha despertado a las siete de la mañana. De los nervios que tenía ni ha desayunado», explica su madre, Esther López, mostrando también el «modelito especial» que ha estrenado su hija para la ocasión. Han sido las primeras en llegar a Can Guerxo. Aguardan a la entrada, mientras en el interior del colegio ya tienen todo listo para recibir a los pequeños con las preceptivas medidas de seguridad e higiene.

Can Guerxo en esta fase 3 de desescalada ha optado por hacer tutorías presenciales en grupos, de un máximo de diez alumnos en Infantil y de quince, en Primaria. Desde hoy y hasta el próximo 19 de junio los niños de todos los cursos, desde los 3 años a sexto de Primaria, pasarán por el centro divididos por turnos. La idea es que los alumnos, tras este periodo de confinamiento y clases telemáticas, puedan ver de nuevo a sus compañeros de pupitre y a sus profesores y despedir este curso extraño marcado por el coronavirus con toda la normalidad posible que permiten las circunstancias.

Hoy están convocados los estudiantes de primero de Primaria en dos turnos, de 9 a 10.30 horas y de 11 a 12:30 horas, y una de las clases de P3, dividida también en dos grupos, uno citado de 9 a 10 horas y el otro, de 10.30 a 11.30 horas. Se han preparado dos aulas para cada nivel, la de Infantil, con baño dentro, está en la planta baja y la de Primaria, con una ubicación estratégica junto a las escaleras y los aseos, está en la segunda. Lo explica la directora de Can Guerxo, Gemma Orvay, que ha llegado temprano al colegio para supervisar que todo salga bien en este primer día de despedidas.

Apenas faltan cinco minutos para las 9 y comienzan los reencuentros, un tanto descafeinados sin besos ni abrazos. Con la mascarilla a algunos les cuesta reconocerse. Los niños, prudentes, contienen su efusividad y saludan a sus compañeros manteniendo las distancias. «Tenía ganas de venir a clase», reconoce Miquel Escandell Torres, de seis años. Su hermana melliza, Martina, sostiene en sus manos una orquídea. Es uno de los regalos que las familias han querido hacer a Neus Torres, tutora de primero.

«¿Queréis entrar?», pregunta con entusiasmo a los pequeños Isabel Bonnín, profesora que hoy estará como personal de refuerzo para los alumnos de Infantil. La respuesta de los pequeños apenas se escucha, parecen cohibidos después de tantas semanas sin verse.

Un reencuentro higiénico

Un reencuentro higiénico

Los niños, obedientes, acceden al interior del edificio de uno en uno. Antes, Bonnín les rocía las suelas de los zapatos con líquido desinfectante y Orvay les pone en las manos gel hidroalcohólico.

Entran decididos, salvo excepciones. Biel Colell, a punto de cumplir los cuatro años, estaba «superentusiasmado con volver al colegio», como explica su madre, Alejandra Heredia, pero ahora parece asustado al ver tanta mascarilla. Se esconde tras las faldas de su madre, mientras las profesoras tratan de animarle con palabras cariñosas. Finalmente, se decide a entrar. Sin embargo, Marc, de cuatro años, prefiere quedarse fuera, a pesar de que su hermana Paula, de cinco, se ha ofrecido a acompañarle a clase.

Neus Torres y Francisco Martín, que es profesor de educación física y que está de refuerzo, acompañan al primer grupo de Primaria al aula preparada en la segunda planta. De los once alumnos convocados en este turno, se han presentado diez. «La asistencia a esta tutoría grupal es voluntaria», recuerdan los docentes.

Las mesas están dispuestas en forma de U con las sillas distribuidas de tal manera que se respete la distancia de seguridad entre los niños, que parecen cohibidos y quizás un poco adormilados, algo comprensible teniendo en cuenta que con el confinamiento muchos han perdido el hábito de madrugar.

Torres y Martín comienzan a repartir entre ellos los trabajos que han hecho durante el curso y que se habían quedado hasta ahora en las dependencias del colegio. «Sois unos campeones», les dice la tutora, orgullosa del esfuerzo que han hecho en casa durante la cuarentena.

Torres aprovecha el encuentro con sus alumnos para ir introduciendo las novedades con las que se van a encontrar a partir de septiembre. «El próximo curso tendréis que llevar vuestro propio estuche porque ya no tendremos material para compartir», les explica. También les pregunta si tienen posibilidad de leer cuentos en el ordenador porque «ahora ya no se pueden tocar los libros en papel de la escuela».

A continuación la tutora y Martín entregan a los niños unos dibujos para colorear con el material que han traído de casa. Tan callados y formales están los pequeños, que la profesora les tiene que animar a hablar.

Despedida con cuento

Despedida con cuento

Mientras, en un aula de la planta baja, Lucía, Kesia y Biel, escuchan embelesados el cuento de los 'Tres cerditos' de boca de su tutora de P3, Ania Ribas. Los tres pequeños son los únicos que han acudido a este reencuentro-despedida del primer turno de Infantil, al que estaban convocados nueve alumnos.

La sala, antaño llena de mesas, sillas y juguetes, luce algo desangelada con la mitad del mobiliario arrimado a las paredes. Lucía busca con la mirada los juguetes, retirados por precaución, cuando Ribas les anuncia que van a salir unos minutos al patio. Se divierten en los columpios y se acercan a curiosear dónde están las gallinas que hasta hace unos meses les hacían compañía en esta zona de recreo. «Se las ha llevado una profesora», explica Bonnín. Los pequeños vuelven al aula y, como tenían por costumbre antes de que apareciera el Covid-19, terminan la clase con un canción y se despiden hasta el próximo curso de sus profesoras y de la mascota de la clase, Puff, un dragón de peluche.

En cuanto el aula queda vacía entra a limpiar concienzudamente Marga, que forma parte del personal de limpieza junto a Mari Carmen, que se encarga de desinfectar la clase de Primaria.

«¿Dónde están las gallinas?», es una de las primeras preguntas que le lanza Seanna, de tres años, a su padre al llegar al colegio. Está citada para el segundo turno. «Tenía mogollón de ganas de venir, sobre todo, para ver a su profe Ania», explica su padre, Óscar García, minutos antes de que termine la clase de los alumnos de Primaria. Los niños esta vez salen por una puerta distinta en fila india. Corren a encontrarse con sus padres. «Que paséis muy buen verano», les desea su tutora. Mientras, Sheila, Amanda y Cristina, amigas y compañeras de colegio, ya planean su próximo encuentro fuera de las aulas, «esta tarde y sin mascarillas».