La noticia del desplome de es Pou des Lleó atrae a numerosos curiosos que quieren comprobar cómo ha quedado este tramo de la costa de Sant Carles. «Ni te imaginas la de gente que ya ha bajado durante esta mañana», advierte Lali Ferrer, que acaba de llegar a su negocio familiar. Muestra sin tapujos su enfado y tristeza tras el derrumbe de este histórico pozo sobre el mar, registrado documentalmente desde 1555. «Daba el nombre a toda esta zona y ahora ya no está», se resigna. También da nombre a la Fonda y restaurante Pou des Lleó, al que ella llegó de Santa Eulària tras casarse con su marido, de la vecina finca de Can Miquel Pere. Entonces, todavía había una cuerda y un cubo en el pozo. «El agua ya estaba salinizada, pero algunos pescadores la aprovechaban para limpiar las barcas».

«Llevábamos 15 años avisando de que es Pou des Lleó se iba a caer y ahora mira», lamenta. «Primero nos dijeron que lo arreglarían y que harían una placita junto al acantilado para que se pudiera hacer una fiesta con ball pagès», recuerda. De hecho, antiguamente también se hacían ballades aquí por Sant Ciriac. que se recuperaron hace escasos años. «Pero se hacen en es canal d'en Martí, en una explanada que hicieron en un terreno nuestro mientras decían que iba a restaurar es Pou des Lleó», añade.

Ferrer critica que la Demarcación de Costas y el Ayuntamiento no hayan sacado adelante un proyecto para proteger es Pou des Lleó. «En cambio, a nosotros nos han freído a multas por poner un bordillo en el chiringuito que tenemos en es Canal d'en Martí, que Costas lo quitó con una radial y luego lo volvieron a poner ellos».

Dos vecinas de Sant Carles y Santa Eulària, Anna Parent y Alba Esteva, acaban de llegar y observan el acantilado caído sobre el mar. «Duele ver cómo queda una cosa que llevaba cientos de años y desaparece en un momento».

Bartolo Colomar hacía tres años que no venía a Pou des Lleó. Él es de Sant Llorenç y, al contemplar el antiguo pozo, piensa en la torre que colapsó en su pueblo, la de Can Pere Mosson. «Es un desastre que pasen estas cosas y, por mucho que las restauren, no tiene solución.

También llegan un grupo de senderistas de la mano de Timothy Cairns y Simon Reid, de Walking Ibiza. Han desviado su ruta para ver cómo ha quedado el pozo y no ocultan su tristeza. «Encima ahora queremos ir a Cala de Boix y nos encontramos con que han cortado el camino», lamentan.