Ara Malikian habla pausado, sin prisas. Una calma que contrasta con la desbordante energía que transmite desde el escenario. Vuelve a Ibiza después de actuar hace unos años. Con muchas ganas. «Me han dicho que el escenario es maravilloso», comenta, casi en tono de pregunta.

-Imagine que ahora mismo desaparecieran los violines de la faz de la tierra. ¿Qué sería de usted?

-¡Ostras! Me construiría un violín y tocaría con él, con uno hecho a mano por mí. Me encanta el violín, pero si me quitas todos los del mundo, haría algo con la música. Aunque me tenga que construir un violón con un taburete, seguiré tocando.

-¿No concibe la vida sin un violín debajo de la barbilla?

-No, el violín siempre ha estado en mi vida. Me ha hecho muy feliz, me ha hecho soñar, me sigue haciendo soñar... Y con el violín he hecho feliz a mucha gente. Tocaré mientras mi cuerpo y mi cabeza me lo permitan.

-¿Sería capaz de hacerse un violín con las manos?

-El de lutier es un oficio diferente al de tocar el violín. Es un oficio maravilloso y necesario, que requiere mucho estudio, mucho arte y mucha dedicación. Yo no sé hacer un violín, no tengo el conocimiento, pero dada la situación de que no hay ningún violín sobre la tierra, empezaría estudiar ese oficio. Me encantaría hacerlo, pero no hay tiempo. Hay que escoger: tocar el violín o hacerlos.

-Dice que el violín le ha hecho muy feliz. ¿No le ha pesado nunca?

-Hombre... Es verdad que a veces, especialmente en los años de estudio, cuando eres joven y las cosas no te salen, te enfadas. Contigo mismo y con el violín. Incluso hoy en día también me puede pasar. Pero son rabias de frustración y esas rabias te ayudan a ser mejor, a crecer más. Hubo momentos de eso, pero nunca fueron muy serios ni muy duraderos. Siempre eran positivos porque me ayudaron a mejorar.

-De pequeño ya vieron que usted tenía algo especial. ¿Talento o trabajo?

-Creo que todo el mundo tiene talento. No tengo ninguna duda de eso. Pero otra cosa es cómo cada uno administra ese talento. Es muy difícil hacerlo. Para ser artista necesitas un poco de todo. Mucho de todo, en realidad. Necesitas talento, por supuesto, pero también mucho sacrificio, mucho trabajo y mucha suerte, por supuesto. No hay una poción mágica que te hace artista, debes buscarte la vida, pero lo único cierto es que hay mucho sacrificio y trabajo.

-¿Compensa?

-A mí me ha compensado. Soy muy feliz trabajando. Sigo dedicando toda mi vida y todo mi tiempo a lo que hago y lo que amo.

-Su padre fue el mayor instigador de su carrera.

-Mi padre, en su época, me obligó muchas veces a practicar. Era un momento en el que un niño estaría mucho mejor jugando con sus amigos. Lo pasé mal. Había muchas veces que prefería estar con mis amigos y en más de una ocasión tuve que practicar llorando y sin querer hacerlo. Pero hoy en día le estoy eternamente a gradecido a mi padre por haberme obligado, por esos días en que estuvo tan severo y tan insistente para que yo trabajara. Se lo agradeceré toda la vida.

-¿No echa de menos haber jugado más?

-Eso es algo que siempre se echa de menos, pero ahora juego mucho con mis amigos.

-En la guerra de Líbano, ¿la música era una vía de escape para usted?

-Sí, en aquella época fue una vía de escape. Gracias a la música y al violín pude dejar Líbano, que estaba en guerra, pude obtener una beca para irme a estudiar a Alemania. Gracias a la música pude salir del país, pero muchos otros amigos no pudieron. Se quedaron allí.

-Los niños se quedan fascinados por la música clásica cuando van a sus conciertos infantiles. ¿La música clásica es demasiado seria?

-Creo que todo lo que uno hace debe hacerlo con mucha seriedad, con mucho trabajo. Pero sí, en la música clásica nos tomamos demasiado en serio, eso es verdad, y creo que no tenemos que hacerlo. A cualquier cosa que uno hace debe añadirle un ingrediente de humor y de reírse de uno mismo, que es muy sano. Yo amo la música y me la tomo muy en serio, por supuesto, pero en todos mis conciertos me gusta reírme de mí mismo y ponerles humor para relajar el ambiente, especialmente en los de música clásica, donde el ambiente es siempre tan estirado y tan serio. El público se siente muy distante del artista y para mí es importante que estemos a gusto, para que la música fluya.

-¿Hay que estar a gusto para comprender la música?

-Es importante que la gente esté a gusto, en la vida, en general. Tenemos que estar a gusto siempre. Y felices. Y no siempre lo estamos. Pero nuestra lucha debe ser estar siempre a gusto, felices y relajados. Debe ser nuestro objetivo en la vida.

-La personalidad, en su caso, es muy importante. ¿Sin personalidad no hay genio?

-La personalidad es muy importante para cualquier artista. Antes he dicho que se necesita sacrificio, talento y trabajo, me había olvidado de la personalidad. Es importante no copiar a nadie, inspirarse en otros artistas y otras artes, pero siempre hay que intentar tener tu propia voz y personalidad. Por desgracia, me he dado cuenta de que hoy en día en los conservatorios y las escuelas de música y arte la personalidad de cada uno es lo que menos se sabe apreciar. Debemos ser diferentes, y en los conservatorios te enseñan que todos tenemos que tener la misma técnica, la misma interpretación y seguir el mismo camino. Somos tan diferentes unos de otros... Lo bonito es eso... Que seamos todos muy diferentes.

-¿Por qué pasa eso? ¿Por qué se busca uniformidad?

-Creo que no es sólo un problema de los conservatorios, sino de la sociedad en general, que quiere que seamos todos iguales. Sabemos que los grandes artistas y genios de todos los tiempos, los científicos, no han sido entendidos. Mira lo que le pasó a Albert Einstein, Salvador Dalí, Astor Piazzolla o incluso Mozart. Vemos lo que ha pasado en la historia y cometemos los mismos errores. Ojalá existiera una escuela en la que en vez de pretender que seamos todos iguales se recomendara hacer algo diferente.

-¿No ha tenido tentaciones de montar esa escuela?

-Sí, muchas, la verdad. Quizás algún día lo haga, pero ahora no me da el tiempo para más. Me he dedicado a tocar y a dar vueltas por el mundo y, de momento, no puedo, no tengo tiempo.

-Es que dicen de usted que siempre dice que sí.

-Me cuesta decir que no. Es que la palabra sí es más bonita que la palabra no, por eso prefiero decir que sí.

-¿Nunca ha tenido miedo o dudas del camino tan personal que estaba tomando dentro de la música?

-Siempre tienes dudas, pero el fracaso, equivocarte, te ayuda a crecer más y mejorar. Muchas veces algún fracaso, alguna duda o una mala actuación me han ayudado a ser mejor.

-¿Qué es lo último que ha escuchado?

-Escucho de todo, incluso llegan a gustarme cosas que a primer oído no me gustan. Cuando me pasa eso intento escuchar esa pieza otra vez para entenderla. Ahora mismo me pillas en Francia y mi hermana estaba escuchando música de pop francés de los años 80 y 90. Lo he escuchado con ella y me ha gustado.