El proyecto de dragado y reordenación de la desembocadura del río prevé, en una segunda fase, instalar solo 29 amarres para embarcaciones de pequeña eslora (seis metros como máximo, 2,4 de manga y 40 centímetros de calado). La limpieza de este tramo del río contempla la retirada de 138 embarcaciones, que, actualmente, están amarradas sin ningún tipo de control, cinco que están hundidas, 381 anclajes de cantil, 85 tramos de cadena ancladas al muro, 156 neumáticos y defensas, 48 estructuras de anclaje y 218 lastres y cadenas de fondeo, según el proyecto modificado (para incorporar las prescripciones de la Comisión Balear de Medio Ambiente, entre ellas la elaboración de un estudio de impacto ambiental) que se encuentra en exposición pública en el departamento de servicios técnicos (cuarta planta) del Consell.

La reducción de la capacidad de amarres es considerable. En parte se debe a que las embarcaciones se ubicarán de forma paralela a la orilla, con la proa dirigida hacia el flujo de la corriente, mirando río arriba, para evitar daños en el caso de que se produzca una crecida del caudal del agua. En este sentido, el alcalde de Santa Eulària, Vicent Marí, apunta que actualmente existe «una situación de riesgo» que se debe corregir y recuerda que en los años 70 se produjo una riada que inundó los dos hoteles y las casas de los alrededores y que provocó importantes daños. «Ha pasado y puede volver a pasar», advierte.

Sobre la reducción del número de amarres, el alcalde asegura que la propuesta presentada «no quiere decir que sea definitiva», aunque avanza que se buscarán «otras soluciones», como marinas secas, para dar alternativas a las embarcaciones que se queden fuera. También está prevista la construcción de una rampa para meter y sacar los barcos del agua. Los vehículos con los remolques podrán acceder hasta la rampa a través de la calle del Ficus.

Vicent Marí destaca por encima de todo la limpieza del fondo y el control sobre los amarres. Esta parte del proyecto está presupuestada en 351.742 euros y contempla la instalación de 33 estructuras de embarque: pasarelas de 90 centímetros de ancho perpendiculares a la orilla y de cuatro metros de largo, separadas 10 metros (entre la proa y la popa de las barcas).

El Consistorio tendrá que tramitar una concesión para administrar los amarres, cuyos ingresos «revertirán en la financiación de proyectos de regeneración, conservación y divulgación del río». No se trata de un puerto deportivo, según el proyecto, ni se prestarán servicios relacionados con este tipo de instalaciones: no habrá red eléctrica ni abastecimiento de agua.

La primera parte del proyecto, la del dragado y limpieza de la desembocadura la hará el Consell con un presupuesto de 669.260 euros. Se actuará desde el torrente d´en Fita hasta el mar (300 metros).

Calado de 1,25 metros

Aparte de garantizar que todo el lecho tenga el calado de 1,25 metros que actualmente hay en el centro del cauce, se construirá un manto de escollera de tres metros de ancho para proteger el pie del muro. Otra parte importante del proyecto será la sustitución de las conducciones de aguas fecales que atraviesan el fondo del río. Por su mal estado, actualmente se producen fugas que contaminan el río y la entrada de agua salada en la depuradora. También se colocarán trampas de sedimento para mantener la playa seca.

Finalmente, por prescripción de la Comisión balear de Medio Ambiente, no se dragará la bocana del río porque afectaría a una pradera de Cymodocea nodosa, una planta marina de la familia de la posidonia, que abarca una superficie de 700 metros cuadrados. Ahora, el proyecto dice que el aumento del calado de la bocana (de 70 centímetros) «no es indispensable para la navegación de las embarcaciones». Como la marea varía en 30 centímetros el nivel del mar, las embarcaciones deberán tener un calado máximo de 40.