Ensayo

Socorro, soy fan de un maltratador: ¿qué hacemos con genios monstruosos como Picasso o Michael Jackson?

Monstruos’, libro de la periodista, crítica y ensayista estadounidense Claire Dederer, ahonda en la problemática de cómo ver aquellas obras de autores ilustres que han sido maltratadores y cometido abusos sexuales

Quim Casas

¿Quién no se ha molestado viendo ‘El triunfo de la voluntad’ de Leni Riefenstahl, un documental técnicamente mayúsculo pero que se rodó en 1935 al servicio de la causa del Tercer Reich? ¿O ‘El nacimiento de una nación’, pilar del lenguaje cinematográfico, cierto, pero que glorifica al Ku Klux Klan? ¿O ‘Los nibelungos’, obra lírica de Fritz Lang imbuida de los elementos clásicos de la reivindicación aria ¿No son acaso misóginas muchas canciones de rock –‘Under my thumb’ de Rolling Stones sin ir más lejos–, rap y boleros?

¿Se pueden disfrutar las óperas y sinfonías de Richard Wagner sin tener en cuenta su antisemitismo? Otra cosa es que la música del compositor le gustara a Hitler, pero de eso no tuvo la culpa Wagner. ¿Cómo reaccionamos ante un lienzo de Picasso sabiendo que era un maltratador?¿Cómo leemos una novela de Louis-Ferdinand Céline sin dejar de pensar que fue igualmente antisemita y colaboracionista durante la ocupación nazi?¿Rechazamos la abierta misoginia de Buñuel, Berlanga o Hitchcock?

 Cuando escuchamos ‘Thriller’ o ‘Billie Jean’ de Michael Jackson, ¿podemos desmarcarnos de su caso como abusador infantil aunque fuera declarado inocente, lo mismo que ha ocurrido con Woody Allen? ¿O acaso nadie ha sentido una extraña sensación volviendo a ver ‘Manhattan’ y sabiendo todo lo que ha salido a la luz sobre el director? ¿Tiraremos los libros de T. S. Eliot y Virginia Woolf tras saber que también eran antisemitas? ¿Qué pasa hoy con la ‘Lolita’ de Nabokov? ¿Es transgresora o pedófila? ¿Volveremos a reírnos viendo un episodio de ‘Louie’ tras conocerse que su autor y protagonista, Louis C.K., se masturbó delante de dos mujeres sin consentimiento de estas?¿Podemos disfrutar los viejos filmes de James Bond y sus sucedáneos, 'F de Flint' y 'Matt Helm', dejando de lado su terrible sexismo? Y al escuchar ‘Imagine’ de John Lennon o ‘So what’ de Miles Davis, ¿debemos olvidar que el ex Beatle y el trompetista de jazz pegaron a sus esposas?

¿Se puede separar el autor de su obra?

 Está Harvey Weinstein, con quien el mundo se ha ensañado más, con toda justicia. Pero no era un artista en el sentido estricto, sino el productor de los artistas. Y, por supuesto, está Roman Polanski, y con el director de ‘Repulsión’ empieza todo en este excelente libro de Claire Dederer, ‘Monstruos’, publicado en castellano por Península. El subtítulo lo deja bien claro, aunque nada sea tan claro: ‘¿Se puede separar el autor de su obra?’

 Dederer quería escribir un libro sobre Polanski. “Me dispuse a ver sus películas. A resolver, en realidad, el problema de Roman Polanski, el problema de que me gustara alguien que había hecho algo tan horrible. Quería ser una consumidora con estándares morales, una buena feminista de manera demostrable, pero al mismo tiempo también quería ser una ciudadana del mundo del arte, lo opuesto a una filistea”, escribe en el prólogo. 

“Lo horrible trastoca la fabuloso”

 Tras el visionado de ‘El quimérico inquilino’, ‘La semilla del diablo’, ‘Chinatown’ y otros filmes del cineasta polaco, Dederer esperaba sentirse transformada al saber lo que el director de aquellas cintas había hecho con una menor, penetrándola analmente, pero no hubo ninguna transformación. Y añade algo importante: “Polanski no le plantearía ningún problema al espectador si sus películas fueran realmente malas. Pero no lo son”. El problema, el rechazo, la contradicción surgen cuando el artista es bueno, porque te has reconocido en su obra o has disfrutado plenamente de la misma. Cuando se estrenó ‘Manhattan’ en 1979 nadie dijo que era la película de un pedófilo. El discurso sobre la antipatía de Allen hacia las mujeres adultas y en favor de las chicas jóvenes se ha construido después.

 Es un tema delicado que Dederer aborda con extrema serenidad, casi con sangre fría. “Lo horrible trastoca la fabuloso”, escribe en relación con la persona y la obra. “No podemos ver o escuchar o leer esa obra fabulosa sin recordar aquello tan horrible. Nos apartamos sobrepasados por el asco… o no”. El quid de la cuestión quizá se encuentre en esta reflexión: “Cuando analizamos la obra de los genios monstruosos, nos decimos que estamos llevando a cabo consideraciones éticas cuando en realidad lo que experimentamos son sentimientos morales”.

Ellos violan, ellas abandonan

 Cuando se centra en Woody Allen, analiza pasajes de ‘Manhattan’ y recuerda que Isaac, el personaje que encarna el director, cree que “si una mujer puede pensar, no puede correrse; si puede correrse, no puede pensar”. ¿Habla el personaje o habla el creador? Allen dijo sobre su relación con Soon-yi, su actual pareja e hija adoptiva de su ex, Mia Farrow: “No hay lógica en esas cosas. Conoces a alguien y te enamoras y ya está”. ¿Es así de sencillo? Dederer no puede ser más contundente y emparenta ciertas actitudes de Allen con las de Donald Trump.

 La autora desgrana muchos casos y los distintos aspectos éticos o morales que dichos casos implican. No solo hombres, también escritoras maltratadoras (Sylvia Plath) o lo que denomina madres abandonadoras (la cantante Joni Mitchell, la novelista Doris Lessing): “Si el crimen masculino es la violación, el crimen femenino es la renuncia a los cuidados. Lo peor que puede hacer una mujer es abandonar a sus hijos”.

 Dederer sabe que incluso en algunos aspectos de la monstruosidad nada es totalmente blanco o negro. Su capítulo dedicado a la ‘Lolita’ de Nabokov es diáfano, y lo escribió después de volver a leer la novela a raíz del #MeToo. ‘Monstruos’ describe certezas y plantea incógnitas. No da respuestas. Pone a todos los lectores ante su propio espejo. 

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