La Ibiza de Josep Pla y Pere Catalá

La ‘Guía de Ibiza y Formentera’ de Josep Pla nos ofrece las islas cómo eran antes de los años 50

Caricatura de Josep Pla

Caricatura de Josep Pla / PABLO GARCIA

Remuevo libros de segunda mano en Taifa, una de las pocas librerías de viejo que goza de excelente salud en Barcelona y tengo un golpe de suerte, me viene a las manos la ‘Guía de Ibiza y Formentera’ de Josep Pla, en su primera edición de 1948, que, con la revisión que de ella hizo Macabich, publicó Ediciones Destino en 1950. Compro el libro por 12 euros y regreso a casa como un niño con zapatos nuevos. Es un trabajo que conozco bien, porque viene en el volumen XXX de las ‘Obras Completas’ del ampurdanés, que es ya de 1962. 

La particularidad de su primera edición está en que nos ofrece las islas cómo eran antes de los años 50. Pla comenta que intentó, después, actualizar la información en sucesivas ediciones porque las islas ya eran otras, pero que acabó desistiendo: «Moltes coses que dibuixaven els contorns i l’esperit de les illes s’havia perdut per sempre, i era del tot imposible cap intent d’aproximació a la realitat del moment». A partir de aquí, son mínimas las variaciones que introduce en el texto de aquella primera Guía que así pierde su función porque las islas que describe ya no existen, pero poco importa, porque lo que queda es una crónica memorialística del ayer y pura literatura, con el valor documental y poético que tienen las viejas fotografías que arropan el libro, 69 formidables estampas que en 1948 obtuvo Pere Catalá Roca. (El fotógrafo volvería a la isla en 1950 y 1951 y nos daría 200 nuevas imágenes, pero para entonces la Guía ya estaba en la calle).

Otra singularidad de esta primera edición de 1948 es que se publicó en román paladino y un Pla ya mayor, en posteriores reediciones ya catalanas, incómodo posiblemente de que aquel primer texto se publicara en castellano, trata de justificarse: «La Guia és concebuda per a utilitat, principalment, del viatger peninsular», y subraya su catalanidad: «Tot el que es diu en aquest llibre ho he portat a dins des de la meva adolescencia i primera joventut. Perquè jo sóc, no solament fill d’aquest tros de país, sinó que, al revés del que sol passar tan sovint, en sóc un apassionat. Aquí vaig néixer i aquí seré enterrat un día». 

También repite el pretexto en el tomo que dedica a las islas en sus ‘Obras Completas’: «Aquest llibre que es publica ara per primera vegada en català, va sortir per la força de les circunstàncies en llengua castellana, pur atzar». Parece evidente que alude al contexto que imponía el franquismo. No viene mal recordar que a punto estuvo de que se le prohibiera publicar en catalán, que detenido en Madrid se le obligó a escribir varios artículos encomiásticos sobre Mussolini, y que años antes se vio obligado a exiliarse por la presión que hizo Joan March, a raíz de un artículo en el que Pla escribió sin tapujos del contrabando que enriqueció al potentado mallorquín. En cualquier caso, aquí sólo nos interesa la literatura del escritor ampurdanés, no las circunstancias políticas que le tocó vivir.

Críticas por escribir en castellano

Volviendo al texto de nuestra Guía, es posible también que se publicara en castellano por razones comerciales, por el lógico interés que pudo tener la editorial para acceder a un nicho de mercado mucho mayor. Nada raro, por otra parte. Pla también escribía en castellano en la revista ‘Destino’, en la que colaboró 36 años, con más dos mil artículos, en la fue su sección semanal, ‘Calendario sin fechas’. Lo hizo desde sus primeros textos, ‘La sonrisa española’ (30.09.1939) y ‘Otoño en el Baztán’ (24.02.1940), hasta finales de 1975. Y en castellano escribió asimismo en ‘Las Noticias’, ‘La Publicidad’, el ‘Diario de Barcelona’ y ‘El Correo Catalán’. Es algo que corrillos cerriles le han criticado, cosa estúpida y absurda cuando su obra en catalán, nada menos que 45 volúmenes, ocupan dos metros lineales de biblioteca. Viene a cuento decir, cosa curiosa, que dos de los mejores especialistas en Pla, Enric Vila y Xavier Pla, afirman que el mejor libro de Pla lo escribe precisamente en castellano, ‘Viaje en Autobús’, que es de 1942. Un texto de pensador clásico, conciso, profundo y poético, una descripción formidable de la Catalunya destruida por la Guerra y el primer franquismo. 

Y no convendría olvidar que el primer libro que publica, en 1925, ‘Coses Vistes’, lo escribe en catalán. En él deja muy claras sus intenciones y asoma ya su talante: «Em decideixo a la fi a llançar un llibre. Els meus amics m’han vençut. Aquest fet, per mi, té una certa importància perquè no m’hauria pensat mai que arribés a fer coses tan serioses. Sospito que no he nascut per fer llibres, ni novel·les, ni històries, perquè pel que serveixo, realment, és per viure sense treballar, per llegir coses agradables, per xerrar i anar a passeig, amb el bastó i el cigaret als llavis. Jo sóc un decadent de pa sucat amb oli. La literatura catalana d’avui ha d’ésser oficial i subversiva alhora. I a mi m’agrada tener les mans deslligades. El més probable és que en aquesta obra no hi tingui cap paper». Es evidente que Pla nos toma el pelo con la ironía y la cachaza que mantendrá toda su vida. Y aquí lo dejamos. 

No sin repetir que su ‘Guía de Ibiza y Formentera’ es un texto magnífico que nos recupera ‘otras’ islas, tal como las conoció en los años 50, en las que, como comenta «las tres cuartas partes de sus habitantes son payeses, una población de carácter personalísimo, con una manera de ser insobornable». No sé si hoy podríamos decir lo mismo. A su sensibilidad, por cierto, no se le escapan los sentidos versos que recoge de Villangómez y estos otros de Macabich con los que cierro estas notas: «Com un ventai magnífic, devant es balconatge / s’obri sa maraveia d’aquest únic paisatge; / s’horitzó de muntanyes, clapetjades de pins, / sa planura florida, horts, casàlids, molins, / un eixam de barquetes dins sa calma adormides, / veles blanques que arriben o s’en van mar en dins». ¡Una gozada!