Otra tromba de agua, ayer entre las dos y las tres de la tarde aproximadamente, hizo saltar por los aires varias alcantarillas e inundó, por tercera vez este verano, varias calles de la Marina de aguas fecales, lo que volvió a desatar la indignación de los comerciantes de la zona. En esta ocasión los más afectados fueron los locales que se encuentran en el Mercat Vell, donde se observaron de nuevo heces flotando.

El mal olor y la visión de esta imagen ahuyentó a los turistas, uno de los cuales resbaló con excrementos y cayó al suelo, según explicaron las empleadas de uno de los locales en los que tuvieron que achicar agua. Todos los trabajadores consultados mostraron su indignación con el Ayuntamiento de Ibiza, porque aseguran que siempre llaman en cuanto se desbordan las canalizaciones y empiezan a salir aguas fecales, pero que solo obtienen el silencio por respuesta. Denuncian que los empleados de la limpieza no aparecen hasta que han pasado muchas horas, o incluso días.

La tromba provocó una vez más retenciones en la autovía del aeropuerto, donde se formaron acumulaciones de agua y se cortaron algunos tramos. Además, al menos por segunda vez en el último mes se formaron charcos en la terminal de es Codolar, que los operarios acotaron con vallas para evitar que nadie se resbalase.

Caos y mal olor

A las cuatro de la tarde todavía se percibía un hedor desagradable en las calles de la Marina, con bastantes turistas paseando, sorprendidos con el olor y el caos después de la tormenta. En el Mercat Vell Frederic Tingry, propietario del Bistro El Jardín; Charlotte, responsable de la tienda de ropa Holala Ibiza, y varios compañeros se afanaban en limpiar con escobas y fregonas la suciedad. «A las dos tenía el local lleno pero se fue todo el mundo», se lamentó Tingry. «Hemos llamado al Ayuntamiento y, como siempre, aquí no ha venido nadie», añadió Charlotte.

«La caca salía de los desagües», explicó su compañera, más explícita. Otro trabajador del restaurante, escoba en mano, recordó que después de otra de las inundaciones, el 18 de agosto, los operarios municipales retiraron una rejilla pero no pusieron vallas para señalizarla. «Una señora se cayó y se abrió la cabeza», aseguró.

«Salían trozos solidos», denunció Luis Villamil, trabajador del Café Tomate, que está justo al lado, también en el Mercat Vell. «La plaza está inclinada, por lo que los negocios de esta parte se inundan siempre que llueve», explicó el empleado. Desde hace años, los locales que se encuentran a la derecha del mercado, si se mira hacia el Portal de ses Taules, sufren el mismo problema.

«Nosotros mismos levantamos las alcantarillas para que salga toda la mierda y colocamos barreras de madera para que no entre en nuestros locales. Después limpiamos con el aparato de agua a presión, porque se forman pegotes», comentó Villamil. Añadió que durante la tormenta el local se vació, lo mismo que le ocurrió a sus compañeros del bistró y a los demás establecimientos que se encontraban abiertos.

«Es mierda», criticó Darío Pivanti, encargado de la tienda de ropa Parosh. «De la alcantarilla salen papeles y todo tipo de porquería. No las han limpiado en siglos, es una vergüenza», añadió su compañera, mientras limpiaban la parte de la calle que se encuentra enfrente de su establecimiento. La pareja recordó que es la tercera vez en apenas un mes que sucede lo mismo y denunciaron que nadie hace nada, a pesar de que han enviado denuncias y fotos al Ayuntamiento.

En los puestos de frutas, hortalizas y otros productos que están en el Mercat Vell también entró el agua y tuvieron que retirar la mercancía de la parte más baja a toda prisa. «Se forma una riada y hay que actuar muy rápido», explicó una trabajadora.

«Soy ibicenco y te aseguro que aquí no ha entrado un barrendero en los últimos 40 años», denunció un vecino, Francisco Heredia, también indignado.

«Otra vez salió mierda»

«Otra vez empezó a salir mierda de la alcantarilla», se lamentó por su parte Claudia, propietaria de la zumería Mangia Mangia, en la calle del Mestre Joan Mayans, al lado del Mercat Vell. Claudia, Lorena Zomeño, trabajadora de la tienda de ropa y zapatos Boga, justo enfrente, y otras compañeras recordaron que la medianoche del 18 al 19 de agosto tuvieron que emplearse a fondo con las escobas y las fregonas para evitar que las aguas fecales anegasen el pequeño establecimiento de venta de zumos.

«Ese día salía por los váteres [el agua fecal]», recordó una de las afectadas, que tuvo que vaciar un inodoro tres veces. «Estuvimos cuatro horas achicando», añadió su colega. Ayer también se repitieron estas escenas, aunque no fueron tan graves. Las tres mujeres comentaron lo ocurrido con un turista, que resbaló con unos excrementos y se cayó. «Nunca aparece nadie», apuntaron para finalizar.

En cuanto a los datos más relevantes, la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) informó de que en el pluviómetro del aeropuerto se recogió durante la tormenta, que duró apenas una hora, 25 litros de agua por metro cuadrado y en el de Formentera, que está en la playa de Migjorn, 16 litros. Por último, la Agencia contabilizó 218 rayos caídos ayer en las Pitiusas.