El ex concejal de Urbanismo de Palma, Javier Rodrigo de Santos, acusado de la presunta malversación de más de 52.583 euros públicos en clubes de alterne masculinos y casas de masajes, se valió ayer de su derecho a la última palabra en el juicio donde se le juzga por este delito para dirigirse al tribunal «como drogadicto y no como culpable, que lo soy», y transmitirle que ha «vivido engañado» debido a su dependencia ya que «tenía un perjuicio y pensaba que lo podía dejar», toda vez que manifestó que «mi verdad es sincera porque se basa en hechos reales y es que mi voluntad nunca fue la de apropiarme de dinero público».

Así lo puso de manifiesto, entre lágrimas y visiblemente emocionado, justo antes de que el juez que preside el tribunal del jurado, Carlos Izquierdo, declarase por concluido el juicio, tras el cual el jurado popular deberá deliberar y emitir su veredicto. Durante el proceso, además, el abogado defensor afirmó que Rodrigo de Santos reunía «todos los paradigmas de revista del corazón» y que le han «utilizado».

Por su parte, el encausado manifestó sobre su adicción a la cocaína, que durante el juicio ha alegado como atenuante junto a las de confesión y reparación del daño, que «pensaba que esto no me llegaría a pasar pero te engañas», y agregó que cuando en 2001 tuvo que abandonar el In-Salud, del que era coordinador regional, «lo hice con esfuerzo y acusaba de la situación al estrés y después a las discusiones con mi mujer, pero estaba engañado».

«Pensaba que podía salir del problema pero qué equivocado estaba y cuántas veces he engañado a mi mujer, no por ser consciente de que estaba engañado sino porque la parte de mi cerebro que afecta a mi dependencia funciona mal», puntualizó. Sin embargo, aún dijo sentirse «más culpable por el daño que he hecho a mis hijos, ya que lo peor para ellos ha sido el destierro y yo lo que quiero es vivir aquí».

Previamente a que De Santos tomase la palabra, su abogado, José Ignacio Herrero, manifestó durante la exposición de los informes finales, que «puede ser que De Santos fuese a los locales más ciego que un piojo» o «debido a su estado» le dio la cartera a los encargados del local de alterne Casa Alfredo para que se cargaran de su tarjeta los servicios del establecimiento «sin tener ningún reparo», pero «no significa que no haya reconocido los hechos, y cuesta bastante admitir una cosa así con lo que conlleva».