Partimos de que a los ciclistas no nos dan miedo los carriles-bici, sino los coches. Los carriles-bici ni te atropellan ni te embisten ni te pueden matar. Al contrario, te protegen, precisamente, contra los vehículos. A diario leemos en la sección de sucesos de este periódico que un buen número de conductores son 'cazados' mientras circulan ebrios. Los carriles-bici no beben, por lo que, en ese sentido, lo que nos sigue preocupando son los coches conducidos por borrachos, que haberlos los hay a patadas.

Conozco los carriles-bici de las carreteras de Alemania, Holanda, Suecia y Austria, amén de un montón de España, especialmente los de Barcelona. Hasta en los Alpes austriacos, cerca de Salzburgo, en caminos empinadísimos, pese a la dificultad de su construcción, los carriles se encuentran separados de la calzada principal. ¿Por qué? Sencillamente, para proteger a los ciclistas: los coches son nuestro enemigo público número uno. Porque cuando se circula en bicicleta, un impacto de un vehículo, por leve que sea, puede poner en peligro la vida de un ciclista. También es peligroso el rebufo de camiones y coches, pues hacen perder el equilibrio. Pero el rebufo apenas se siente si el carril-bici está separado de la calzada. Es pura lógica.

¿Por qué se ha originado la polémica por el carril-bici proyectado por el Consell para la carretera de Sant Miquel? Pues por lo de siempre: aquí tocas la propiedad y saltan chispas. En Ibiza no hay conciencia del interés general, en este caso, de los beneficios que para esta sociedad se obtendrían de un carril de esas características, un atractivo de primer orden tanto para los usuarios como para los turistas. A un cicloturista le importa un pimiento que en es Botafoc se construya un pantalán para cruceros o que se amplíe el aeropuerto, pero de la emoción se le aflojan los rodamientos si sabe que puede recorrer 30 kilómetros (15 de ida y otros tantos de vuelta) a través de la isla por una pista que le protege de los borrachos y fernandoalonsos que pululan por el asfalto de Eivissa durante el verano. Lo que ocurre no es que a los propietarios de los terrenos que serán expropiados les haya entrado, de repente, un interés paternalista y altruista por la seguridad de los ciclistas, sino que no quieren que les toquen ni un centímetro cuadrado de su terruño. Lo demás son patrañas que, la verdad, producen hilaridad, como decir que a los ciclistas profesionales lo que les pone es ir por la carretera, toreando trailers y maseratis, claro, los muy masocas. No sé los demás, pero un servidor se mete de inmediato en un carril-bici en cuanto lo ve, pues mi integridad física es lo fundamental.

Una de las maldades más absurdas que he leído recientemente salía, precisamente, de boca de uno de esos afectados por las expropiaciones de la carretera de Sant Miquel, que advertía de que el Consell sería el culpable de los muertos que se produjeran en el carril proyectado. Ergo, si empleamos ese torticero razonamiento, ¿serán entonces los propietarios afectados los culpables de las muertes que se produzcan en la carretera de Sant Miquel en caso de que por su presión no se construya finalmente ese carril para ciclistas? Deberían hacer cálculos de probabilidades: según la Dirección General de Tráfico, «cada cuatro días muere un ciclista en España». Y no precisamente en los carriles-bici que les protegen.

Un carril-bici que no esté separado de la calzada no se puede considerar como tal. Va siendo hora de que esta isla pueda presumir de tener alguno en condiciones para que los cicloturistas foráneos dejen de mirarnos como si fuéramos neardentales que aún no han comprendido las ventajas de circular en bicicleta. En este sentido, el caso de Vila es para echarse a llorar: una ciudad llana (excepto Dalt Vila) que no dispone en su casco urbano principal (Eixample, la Marina) de un solo carril en condiciones, y eso que está gobernada por progresistas.

Desgraciadamente, me temo que el Consell Insular de Eivissa se bajará los pantalones en este tema y, en ese afán por quedar bien con todos, construya finalmente un carril que no será ni chicha ni limoná. O que finalmente lo descarte. Albert Prats debería recordar que quienes en las pasadas elecciones le votamos lo hicimos para que la política de carreteras no siguiera la deriva psicópata del anterior Govern balear, que ni sentía ni padecía por el dolor que causó la construcción de las autovías, sino para que fuera ejemplar, como en los países antes citados, y apostara por la racionalidad y el ecologismo. Si finalmente ceja en su empeño, si cede a las presiones de los propietarios de los terrenos y descarta el carril-bici (como se ha hecho desde años ha hasta ahora en cada carretera de la isla remodelada: primero se vende la moto del carril, que queda muy bien y muy ecologista en los titulares de los periódicos, pero luego se retira, con nocturnidad, del proyecto), le invito a que abandone su puesto en la conselleria de Movilidad, más que nada por vergüenza torera: no está ahí para hacer lo mismo que quienes ocuparon antes su cargo. Un carril-bici como el que propone (ya veremos si lo construye) el Consell no sólo supondría un cambio radical en lo hecho hasta ahora, sino que marcaría, a los políticos que le sustituyan en el futuro, el camino que hay que seguir en política de carreteras en esta isla, hasta ahora indecente y propio de un país en vías de desarrollo (en la Península ya nos llevan mucha delantera). Así que, por decencia y coherencia con su programa electoral, considero que a Prats sólo le cabe hacerlo o irse a casa.

Desde el humilde sillín de mi bici aprovecho la ocasión para pedir al responsable de esta materia en el Consistorio de Eivissa, Juan Rubio, que, por favor, abandone de una vez su cargo, pues en 10 años de gobierno sólo ha creado un kilómetro de carril-bici (a regañadientes, interruptus y sin continuidad, el de la avenida 8 de Agosto) y se acaba de inventar uno (cortito) en la calle Pere Francès (que no debería ser considerado como tal), justo donde estaba proyectado el que no se atrevió a hacer en su momento, triste bagaje para un municipio que cada año vende las motos de nuevos carriles para bicicletas que finalmente nunca se cumplen. Por planes no será, pero por hechos... Sinceramente, estoy hasta los piñones de sus incumplimientos.