El populista Javier Milei ha ganado con rotundidad las elecciones presidenciales celebradas este domingo en Argentina, dando un giro al país hacia la derecha tras una campaña muy polarizada en la que prometió una drástica remodelación del Estado para hacer frente a la galopante inflación y al aumento de la pobreza. Con el 99,4% de los votos escrutados en la segunda vuelta presidencial, Milei obtuvo el 55,7% y el Ministro de Economía, Sergio Massa, el 44,3%, según la autoridad electoral argentina. Es el margen de victoria más amplio en una carrera presidencial desde el retorno del país sudamericano a la democracia en 1983. En las calles de Buenos Aires, los conductores hicieron sonar sus bocinas y miles de simpatizantes salieron a las calles a celebrar la victoria. En el exterior de la sede del partido de Milei, un hotel del centro de Buenos Aires, se desató una auténtica fiesta en la que los simpatizantes cantaban, compraban cervezas a los vendedores y lanzaban bombas de humo de colores. También ondeaban banderas argentinas y la bandera amarilla de Gadsden, con el lema "Don't Tread On Me" (No me pisotees), que el movimiento de Milei ha adoptado. En el interior, el autodenominado anarcocapitalista Javier Milei, que ha sido comparado con el expresidente de Estados Unidos Donald Trump, pronunció su discurso de victoria, diciendo que la "reconstrucción de Argentina comienza hoy." Massa, del partido peronista gobernante, ya había reconocido la derrota, diciendo que los argentinos "eligieron otro camino." Con la victoria de Milei, el país dará un brusco giro a la derecha y asumirá la presidencia un legislador novato que se inició como tertuliano televisivo arremetiendo contra lo que denominó la "casta política". Milei ha dicho que reducirá drásticamente el tamaño del gobierno, dolarizará la economía y eliminará el Banco Central para atajar la galopante inflación, que achaca a los sucesivos gobiernos, que imprimen dinero indiscriminadamente para financiar el gasto público. También defiende varias políticas sociales conservadoras, como la oposición a la educación sexual en las escuelas y al aborto, que el Congreso argentino legalizó en 2020.