Ayudas sin ánimo de lucro

El voluntariado en primera persona: "Cuando empecé fue un golpe de realidad"

Con motivo del día mundial del voluntariado, que se celebra mañana martes 5 de diciembre, el Periódico de Aragón, del grupo Prensa Ibérica, se ha puesto en contacto con Cruz Roja, Ozanam y el comedor social de la Puerta del Carmen para hablar tres trabajadoras sin ánimo de lucro.

Cristina Arroyo, voluntaria de Cruz Roja.

Cristina Arroyo, voluntaria de Cruz Roja. / ÁNGEL DE CASTRO

Judit Macarro

Dedicar el tiempo libre a aquellos que lo necesitan es una tarea que, a día de hoy, la realiza un 44% de la población aragonesa. Con motivo del día mundial del voluntariado, el Periódico de Aragón, del grupo Prensa Ibérica, se ha puesto en contacto con varias oenegés y entidades sociales de Zaragoza para poder hablar con tres voluntarias de la ciudad: Cristina Arroyo, Gloria Pardos y Cristina Alastrué.

El dos de enero de 2021, Cristina Arroyo, zaragozana de 46 años, decidió empezar un voluntariado en Cruz Roja como propósito de año nuevo. "Llevaba desde la pandemia con el runrún en la cabeza y, como mis hijas ya son mayores, me lancé a la aventura", explica.

Asegura que el proceso de inscripción fue muy sencillo, "solo tienes que apuntarte y, una vez te seleccionan, te hacen una entrevista basada en tu perfíl laboral para ver en que sección del voluntariado encajas mejor". En su caso, "como estudié contabilidad me encargaron el trabajo administrativo", apunta.

Su día a día consiste en revisar los papeles de hacienda, las rentas y los contratos de trabajo de aquellos que lo necesitan.

En esta labor, Arrollo ha descubierto que "hay muchísima gente que vive situaciones muy complicadas" y, gracias a ello, ahora ha aprendido a valorar "mucho más" todo lo que tiene en su vida.

"Muchas veces nos quejamos de nuestros trabajos o de los problemas que tenemos, sin pararnos a pensar en todo lo que sufren otras personas", asegura. Señala que su trabajo es muy sacrificado, pero también "muy satisfactorio".

"Algunos días te llevas el trabajo a casa, es parte de ello. Pero ahora, sí que hay casos que me duran en la cabeza varios días, he aprendido a gestionarlo mejor", menciona sobre la experiencia que lleva viviendo dos años y que, para ella, "ha sido un golpe de realidad, como una bofetada en la cara", apunta Arroyo. 

Cristina Alastrué, voluntaria en Ozanam.

Cristina Alastrué, voluntaria en Ozanam. / El Periódico de Aragón

"Me gustaría tener más tiempo para ayudar a los demás"

Cristina Alastrué forma parte del perfil joven en el voluntariado de Ozanam y, como la mayoría, "no puedo dedicar todo el tiempo que me gustaría al voluntariado debido a mi trabajo".

 Su recorrido como ayudante sin ánimo de lucro empezó desde pequeña, "cuando fui scout dediqué mucho tiempo al voluntariado", menciona.

En 2020 estuvo durante dos meses ayudando con Ozanam en la residencia de mayores del barrio Oliver. "Fue una experiencia muy gratificante y todos a los que acompañaba y cuidaba me trataban con mucho cariño. Como si fuera su nieta", menciona.

Su labor consistía en hacerles compañía a los abuelos uno o dos días por semana durante tres horas. "Les acompañaba a la peluquería y también a dar paseos", explica. Una de las personas mayores que más recuerda era "una señora con la que pasé mucho tiempo, siempre me decía que le recordaba mucho a su hija", añade.

Ahora, Alastrué no puede seguir colaborando con la asociación porque trabaja de lunes a viernes ocho horas al día. Además, "por las tardes tengo que cuidar de mi abuela, con la que vivo", expresa. Pero, para 2024 ya tiene pensado retomar la actividad en los momentos que pueda.

"Me encanta pasar mi tiempo libre haciendo algo por los demás, desde pequeña me lo han inculcado tanto como mis padres en casa. Es algo que me sale solo y para lo que me gustaría tener mucho más tiempo", menciona la joven. 

Gloria Pardos, en el comedor social de la Puerta del Carmen.

Gloria Pardos, en el comedor social de la Puerta del Carmen. / EL PERIÓDICO DE ARAGÓN

"Desde que me jubilé, me dedico a los demás"

"Siempre había pensado que, cuando me jubilara, querría dedicar mi tiempo a los demás", explica Gloria Pardos. A los 65 años, Pardos se retiró de la vida laboral y cumplió su propósito: "ayudar a aquellos que más lo necesitan". Ahora tiene 73 años y lleva seis como voluntaria en el comedor social de la Puerta del Carmen. En su día a día, Pardos se encarga de coordinar y registrar todos los alimentos que empresas como Mercadona o el Corte Inglés donan a la entidad. "Me encargo de hacer la selección de los suministros y ayudo a distribuirlos en los diferentes proyectos de La Obra Social y el comedor", menciona.

Una vez a la semana, Pardos también va a ayudar al comedor. "Estoy con otras cuatro compañeras ayudando a los dos cocineros", señala. Sin el trabajo de los voluntarios "preparar y organizar la comida para más de 250 personas todos los días sería imposible", asegura la voluntaria, quien añade que "cada vez hay más trabajo, porque muchos de los que estaban antes de la pandemia se han ido". El descenso de trabajadores sin ánimo de lucro, según Pardos, se acentúa sobre todo entre la gente joven. "Entre semana sobre todo es muy difícil que puedan colaborar, porque trabajan. Por eso, entre los voluntarios, la mayoría somos jubilados", expone.

Hay días buenos y malos, pero esta labor es algo que para ella "supone mucho". "Mi vida siempre ha sido muy buena, he tenido mucha suerte. He sido muy feliz y ahora quiero hacer que a las personas que pueda ayudar, lo sean también", declara.