«El marino Riquer es el David Beckham de los corsarios ibicencos»

Vila recupera mañana (19 horas) el homenaje a los corsarios, que rememora la captura del ‘Felicity’ el 1 de junio de 1806 y en el que se podrá ver un sable del popular marino

Antoni Riquer i Arabí estaba cachas. Tenía que estarlo para andar dando mandobles a diestra y siniestra sobre la cubierta con un sable que no es precisamente ligero, como pudieron comprobar ayer quienes acudieron al Arxiu Històric d’Eivissa, donde lo custodian hasta mañana, cuando volverá a recorrer las calles de la Marina durante el homenaje a los corsarios. El sable, uno de los dos que se conservan del marino más ilustre de las Pitiusas, saldrá en procesión desde la iglesia de Sant Elm, donde se celebrará la misa a las siete de la tarde, al monumento a los corsarios.

La recuperación de esta tradición, que hace años desapareció del programa de las Festes de la Terra, coincide con el 250 aniversario del nacimiento, el 18 de enero de 1773 en la calle de Mar, del marino Riquer, explica la responsable del Arxiu, Fanny Tur. «Es posible que, en realidad, naciera el día antes y que por eso le pusieran Antoni», relata la archivera, que detalla que al corsario lo bautizaron en la misma iglesia en la que se celebra el homenaje. Éste se conmemora el 6 de agosto, «San Salvador, patrón de los pescadores y los mareantes, palabra con la que se referían a los marinos y marineros», fecha que también se escogió para inaugurar el monumento a los corsarios, el obelisco que preside el puerto. «El 1 de junio de 1906 se puso la primera piedra y se inauguró un 6 de agosto de 1915, nueve años después. Las obras públicas, ya se sabe», reflexiona Tur, qur recuerda que el monumento conmemoraba el centenario de la gran gesta del marino Riquer, la que hizo que su nombre se repitiera generación tras generación: el apresamiento del ‘Felicity’, un barco inglés capitaneado por el temido Miguel Novelli, más conocido como ‘El Papa’.

Un detalle del sable de Antoni Riquer i Arabí

Un detalle del sable de Antoni Riquer i Arabí / Toni Escobar

Más pequeño, con menos tripulación y menos armas

«El barco de Riquer era un jabeque, el ‘San Antonio y Santa Isabel’. Era más pequeño que el ‘Felicity’, llevaba menos tripulación y menos armas. Pero lo consiguió con mucha pericia e imaginación», apunta la archivera, destacando ese punto David contra Goliat del apresamiento. Se desconoce si en aquella batalla en las aguas que separan Ibiza y Formentera, que el imaginario colectivo dice que se pudo ver desde las murallas, Riquer andó dando sablazos con el arma blanca que duerme esta noche en el Arxiu. «No es la única que debía tener un corsario como él», recalca la archivera. El sable pertenece ahora a la familia Prats, descendientes de una de las ramas del marino Riquer. Hay otra arma del corsario, una espada, en este caso, que conserva la familia Bertazioli. El sable se encuentra en un magnífico estado. Bruñido, con la funda prácticamente perfecta. Es fácil imaginar al marino Riquer asaltando con ella el ‘Felicity’, con bandera británica.

Esto último, opina la historiadora y archivera, seguramente contribuyó a la gloria del corsario ibicenco. Y es que el bergantín apareció por el horizonte pitiuso apenas medio año después del desastre de la Marina española en Trafalgar. Vaya, que a un barco inglés se le tenían muchas ganas por estas costas aquel 1 de junio de 1806. Y que un pequeño jabeque ibicenco se hiciera con un bergantín británico que era el terror del Mediterráneo occidental era para pasar a la historia. Aunque desde las murallas, a pesar de lo que diga la leyenda, no se pudiera ver nada. El humo. Y poco más.

La responsable del Arxiu empuña el sable del corsario ibicenco

La responsable del Arxiu empuña el sable del corsario ibicenco / Toni Escobar

Arpones y frascos de fuego

Una gesta que no fue dulce para Riquer. En la batalla perdió a su segundo capitán, que era su padre, según detalla el expediente de la captura, que se conserva en el archivo y que relata la batalla basándose en la narración del propio Riquer: «Se consideraba perdido (...) determinó abordarlo y a este fin se fue al enemigo con la mayor resolución y consiguiendo atracarlo, lo aseguró por medio de los arpones. Seguidamente le arrojó dentro una gran cantidad de frascos de fuego con que consiguió matar a muchos y quemar a la mayor parte, que tuvieron que arrojarse al agua. El enemigo le arrojó muchas granadas de mano y con su fusilería y trabucos le mató a cinco hombres, incluso su segundo capitán y padre, e hirió gravemente a muchos marineros. Pero por último lo rindió a los veinte minutos de la acción».

Fanny Tur señala que hay un listado de unos 300 patrones que ejercieron el corso en las Pitiusas entre los siglo XV y XIX. «Aunque antes ya los había», apunta la archivera, que recalca que esos 300 son sólo los que capitaneaban los barcos, el número de marinos y marineros dedicados al corso en Ibiza y Formentera es muchísimo mayor. Eso sí, ninguno de ellos tan popular como el marino Riquer: «Es el David Beckham de los corsarios ibicencos».

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