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Tradiciones de Ibiza: Una jornada de etnología para divulgar ‘Tot Sants’

La Escola d’Art celebró ayer un programa de actividades sobre las costumbres y productos gastronómicos de esta festividad

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'Tot Sants' en la Escola d'Art J.A. Riera

No hay ningún afán de competir con Halloween. Simplemente, la Escola d’Art d’Eivissa ha organizado una serie de actividades para transmitir a su alumnado las tradiciones locales que acompañaban la celebración del día de Todos los Santos, aunque la cita llegue un día después de esta festividad.

Además de que los alumnos disfruten abiertamente de la inciativa, con la que pasan más de dos horas en el patio sustituyendo a las clases, la idoneidad de la jornada queda patente cuando varios confiesan que, hasta este momento, desconocían las peculiaridades autóctonas de estas fechas.

Conocer las costumbres

«Sabía que [el 1 de noviembre] es el Día de Todos los Santos, pero no tenía ni idea de cómo se celebraba», admite Laia Alcaide. Igualmente, su compañera de curso en primero de Bachillerato Artístico, Aisha Moreno, acaba de conocer algo más de la etnografía pitiusa gracias a un panel informativo, organizado por la comisión de normalización lingüística del centro, que recopila los ritos y leyendas asociados a la efemérides.

«Lo que más me ha sorprendido es la Nit de les Ànimes», detalla Moreno, sobre todo tras conocer que, tras la velada de Tots Sants, no se retiraba ningún alimento de la mesa ni los frutos secos de temporada, que se consumían en grandes cantidades durante la trencada. Allí también se dejaba una vela encendida por la creencia de que los difuntos de la casa pasarían de visita durante la noche.

La gastronomía

En cambio, otro compañero de Alcaide y Moreno, Toni López, está más que familiarizado con todas las costumbres. «Vivo en el campo, en Sant Llorenç, y en casa siempre preparamos buñuelos panellets con mi tía», explica.

Mariano De Gouveia tampoco se ha llevado ninguna sorpresa con la temática de la jornada. «Lo que más me gusta de Tots Sants son los panellets», indica. De hecho, no muestra ninguna duda al recitar de carretilla los ingredientes de estos dulces: «Harina de almendras, azúcar, huevos, ralladura de limón y piñones».

Xicu Rocha es conocido por ser el relevo en la tradición de la cutxilleria ibicenca. Cuando estudiaba Forja en la Escola d’Art se apasionó por la elaboración de estos instrumentos tras la visita del último especialista que quedaba en la isla, Joan Bonet. Ahora, dos años después de haberse titulado como maestro cuchillero en la escuela de herreros Ramón Recuero de Toledo, vuelve a ser alumno del centro de Sant Jordi, aunque en la especialidad de Ebanistería.

«Ahora mismo tengo en el coche una caja de panellets de mi madre, que siempre los prepara uno o dos días antes de Tos Sants», revela Rocha. En su casa también abundan estos días los frutos secos, aunque su familia ya no dedique buena parte de la velada festiva a partirlos con la trencada. «Y siempre hay granadas del granado de mi abuela», apostilla.

Las expertas

Una buena cantidad de almendras, avellanas o cacahuetes está repartida por varias mesas en el patio de la Escola d’Art, así como mazas y piedras para que los alumnos puedan descascarillarlas. Faltan los piñones, pero es que su precio está por las nubes.

Pero, más que los frutos secos, los grandes protagonistas de la jornada son los buñuelos, que elaboran in situ dos hermanas de Sant Jordi, Esperança y Margalida, de Cas Moliner. Les acompañan como pinches la hija de la primera, Nieves, y el marido de la segunda, Vicent.

La receta que elaboran la heredaron de su madre, aunque ahora prescinden de uno de los ingredientes habituales: las semillas de matalahúga porque «muchos niños no comen si ven trozos». Eso sí, el aroma característico no va a faltar, porque recurren al concentrado de anís, además de un chorrito de este licor, para realzar la masa que elaboran con «tres huevos por cada kilo de harina, unos 50 o 100 gramos de azúcar y medio kilo de patata hervida».

El coordinador de la jornada y de la comisión de normalización lingüística del centro, Joan Torres, se muestra satisfecho con el resultado de la iniciativa y anuncia una segunda edición para el próximo curso. «Plantearemos más actividades gastronómicas, porque vemos que son las que más éxito tienen», destaca.

La jornada se completa con el ‘árbol de los recuerdos’ [un tronco de almendro] en el que los alumnos dejan mensajes, en trozos de cartulinas que simulan ser las hojas caídas, para seres queridos que ya no están y con la lectura de algunos de los microrrelatos que han redactado como ejercicio de clase: «Eran las tres de la mañana cuando alguien llamó a la puerta... ¡pero era la del armario!».

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