Entrevista

Fernando Fernández Bueno, cirujano oncológico: "Si Sanidad duda sobre los cigarrillos electrónicos, debería hacer un estudio independiente"

El cirujano oncológico del Hospital Gómez Ulla y portavoz de la Plataforma para la Reducción del Daño por Tabaquismo, Fernando Fernández Bueno, apuesta por incluir los cigarrillos electrónicos y el tabaco calentado en consulta, como una alternativa terapéutica en la deshabituación tabáquica

Fernando Fernández Bueno.

Fernando Fernández Bueno. / ED

Verónica Pavés

¿Por qué reducir el daño del tabaco y no eliminarlo?

El problema principal a que nos enfrentamos es que el tabaco es una droga legal, al igual que el alcohol. Eso significa que los gobiernos se llevan una importante participación económica con su venta. Hace dos años España recaudó 14.800 millones de euros en impuestos sobre los productos del tabaco y se tiene estipulado que los gastos derivados de las enfermedades relacionadas con el tabaco en Sanidad asciende a unos 12.500 millones. Por otra parte, todas las medidas que se adoptan para conseguir su erradicación solo alcanzan al 50% de la población. La otra mitad son personas que no quieren dejar de fumar o que, a pesar de querer dejar de fumar, no lo consiguen ni con terapias sustitutivas. Por eso hay un grupo de médicos y de científicos que, ya que no podemos luchar contra la erradicación, queremos intentar que quienes fumen lo hagan en las condiciones menos dañinas. De ahí surge el concepto de reducción del daño.

¿Siente que las alternativas para la deshabituación tabáquica son limitadas?

Los médicos y enfermeras que se dedican a la deshabituación tabáquica hacen un trabajo maravilloso con muy pocas armas. Nos hemos quedado sin herramientas y nos queda un 50% de personas para las que no tenemos alternativa. Para los que no fumamos, dejar de hacerlo puede parecer fácil, pero es muy difícil. La nicotina es altamente adictiva pero no es el problema. No hay enfermos por nicotina, pero sí adictos. Por tanto, si le das nicotina a un paciente, ya sea a través de parches, chicles o por vía oral –con el Snus– o a través de los cigarrillos electrónicos, le estás proporcionando esa sustancia pero no el humo del tabaco, que es lo que les mata y lo que les produce las enfermedades respiratorias, cardiacas y el cáncer. En el plazo de unos años desaparecerán las enfermedades derivadas del tabaco y tendrás un paciente adicto a la nicotina, pero con el que puedes trabajar. ¿Por qué? Porque tú con el tabaco no puedes reducir la nicotina, pero con estos dispositivos sí.

¿Por qué cree que se ha generado un debate con posiciones tan dispares en torno a estos productos?

Creo que hay un fallo de información. Hay un problema de falta de información y de falta de lectura crítica de estos estudios. Y hay ciertos lobbys en un lado y en otro trabajando por el control. Pronto se celebrará la Conferencia de las Partes (COP10) del Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco, y en vez de poner el foco en el tabaco, que es el verdadero problema, se está poniendo en los productos de reducción del daño. Cuando tienes el ejemplo de Suecia que ha utilizado el Snus durante los últimos 60 años y tiene las cifras más bajas de tabaquismo de toda Europa, (de entorno al 5%) y las cifras más bajas de cáncer. Es algo inconcebible.

El Ministerio de Sanidad duda de que estos productos reduzcan el riesgo.

El problema es que no se quiere hablar ni siquiera debatir. Yo no estoy en contraposición al Ministerio, lo que yo quiero es que la gente deje de fumar. Nunca me escucharás decir que la prevención que se está haciendo no vale para nada ni que los métodos de cesación son inútiles. Al contrario, mi queja al Ministerio es que se hace poco y que quiero que se haga más. Desde mi plataforma abogamos porque se tenga en cuenta la reducción del daño. Pero yo no estoy diciendo que aprueben los productos de reducción del daño y quiten el resto. Yo lo que quiero es que el Ministerio haga más campañas informativas y que a los médicos de atención primaria y deshabituación tabáquica se les informe de esta posibilidad. Y si no lo quieres poner de entrada, haz un estudio independiente.

Uno de los puntos a los que se hizo alusión durante este congreso es que ha habido un incremento de los jóvenes que vapean, ¿le preocupa?

Eso no tiene que ver con el producto, es un problema en la venta. Esto demuestra que donde se tiene que poner el foco es que los adolescentes no consigan ni tabaco, ni alcohol ni otras drogas. Eso es un problema de legislación y de control. No es un problema del producto ni significa que no sea efectivo para ciertas cosas.

¿Entonces los gobiernos deberían, en general, financiar más de estos estudios en hospitales y universidades independientes?

Una de las razones que se suelen esgrimir es que el consumo de estos productos lo están potenciando las tabacaleras. La realidad es que la mayor venta de dispositivos electrónicos de liberación de nicotina ocurre en el sector privado y las tabacaleras se han sumado al carro. Aún así, si el Ministerio no se fía de eso y cree que los estudios están manipulados, puede organizar un estudio con cuatro o cinco universidades de España, con sus investigadores y de forma independiente a cinco años vista, por ejemplo. No lo quieren hacer porque ocurriría como en Reino Unido, donde se han dado cuenta que el cigarrillo electrónico ha bajado las cifras de tabaquismo. No sé por qué no quieren que ocurra.

Parte del debate actual se centra en esta legislación, ¿cómo puede ayudar esa normativa que se solicita a los fumadores?

Pues muy sencillo; favoreciendo que la gente deje de fumar haciendo el cambio al cigarrillo electrónico. Si subes los impuestos al cigarrillo y bajas los impuestos en los productos que favorezcan la reducción del daño, el fumador directamente se va a pasar a estos últimos, como ha pasado en Japón. Y fíjate que el tabaco calentado pese a ser un producto de riesgo reducido, todavía no llega a los niveles, por ejemplo, de los productos que tienen nicotina libre, como los dispositivos de liberación de nicotina o cigarrillos electrónicos. Los cigarrillos electrónicos se estipulan que son 95% menos dañinos y el tabaco calentado es en torno 70%. Los japoneses verán resultados en patologías cardiovasculares y respiratorias en 10 o 15 años y en problemas oncológicos en 30 años, como les está ocurriendo a los suecos.

De todos los productos de reducción del daño, como médico, ¿cuál recomendaría a alguien que no quiere dejar de fumar?

Dependería de cómo fume la persona. Yo como médico, si tuviera disponible dentro de las estrategias el poder de utilizarlo, una de las estrategias más efectivas es la psicológica, es decir, lo que hace el médico y la enfermera de atención primaria y los cigarrillos electrónicos. Después, si alguno quiere pasarse al tema del SNUS, mil veces mejor. Como última opción, pondría tabaco calentado y ofrecería también el resto de terapias sustitutivas con nicotina. 

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