Especial Festes de la Terra 2023

Divertida noche entre tópicos, bufés libres y viajes por el mundo

Santi Rodríguez, Jose Campoy y Jose Boto protagonizaron la noche de ‘Los Cuñados’

Juego de adivinación en el ‘show’.

Juego de adivinación en el ‘show’. / Vicent Marí

El público de Ibiza no es un público fácil. No es, por lo general, de aplauso rápido, de vitoreo. Pero cuando el cómico es bueno, la risa viene sola... Y eso es lo que pasó en buena parte del espectáculo que dieron Los Cuñados, un inesperado trío de cómicos dispares formado por Santi Rodríguez, Jose Campoy y Jose Boto.

Aparecieron juntos en el escenario, con una ronda de intervenciones a modo de charla. Allí, Santi Rodríguez hizo el primer guiño a Ibiza. «Yo me he tomado un café esta mañana. Un café caleta. Y me he despertado a las ocho de la tarde. ¿Qué lleva el café caleta? Porque el que tomo normalmente me despierta, y este no, este me ha dormido», manifestó el conocido cómico, despertando las primeras risas entre el público.

Jose Campoy interactúa con el público.

Jose Campoy interactúa con el público. / diana blesa. eivissa

Tras una supuesta hipnosis a Santi Rodríguez («como si me hubiera tomado tres cafés caleta», apuntó), los cómicos hicieron un pequeño juego de adivinación con el público, y más adelante empezaron los monólogos individuales.

Jose Campoy, que ya solo con su acento de Jerez despertaba simpatía, arrancó buscando la interacción del público desde el primer momento. Y aprovechó su procedencia para hacer un repaso a diferentes tópicos de los andaluces, extendiéndolo más adelante a la chulería de los madrileños, al afán de trabajar de los chinos («¿Hay algún chino por aquí? No, ¿verdad? Están todos trabajando»), y al acento de los franceses, especialmente palpable en los anuncios de perfumes.

Si con estos tópicos el cómico de Jerez ya hizo reír al público, las carcajadas fueron mayúsculas cuando empezó a imitar a personajes famosos como el tenista Rafa Nadal (en la rueda de prensa posterior a ganar Roland Garrós, o colocándose el pelo -y los calzoncillos- durante los partidos de tenis), a Iniesta y a la reportera Gloria Serra. Además, en uno de los momentos más desternillantes de la noche, se lanzó a hacer de Shakira.

Santi Rodríguez, cabeza de cartel, durante la actuación en el parque Reina Sofía.

Santi Rodríguez, cabeza de cartel, durante la actuación en el parque Reina Sofía. / diana blesa. eivissa

Jose Boto, que insistió en el orgullo que siente al ser ibicenco de adopción, apeló a sus problemas con los estudios que tuvo de niño, y se explayó en un encuentro con la Guardia Civil, entre otras experiencias y momentos de vida que llenaron la parte central del espectáculo de humor.

Para culminar el show de Los Cuñados, Santi Rodríguez subió al escenario para hablar de los viajes. Y empezó por su llegada a la isla: «He cogido un avión en Sevilla, y es curioso, porque he tardado lo mismo en llegar de Sevilla a Ibiza, que desde que hemos llegado a Ibiza hasta salir del aeropuerto».

El cómico afirmó que está muy bien viajar, ya que de quedarte en casa te arriesgas a que tu mujer te diga: «Nene, hay que hacer los armarios», y acabe con tu calma.

En el monólogo habló de viajar a Portugal («Lo podrían haber puesto en Japón, porque para el caso que le hacemos...»), de Australia o de Estados Unidos, en otro de los momentos más graciosos de la noche.

Jose Boto habla ante la mirada de sus ‘cuñados’.

Jose Boto habla ante la mirada de sus ‘cuñados’. / diana blesa. eivissa

Otro tema que despertó carcajadas fue cuando Santi Rodríguez explicó cómo aprovechamos los españoles los bufés libres de los hoteles: «He pagado 15 euros, con dos tostadas no me voy a ir». «Yo he visto a gente poner un churro encima de la ensaladilla rusa, porque ‘lo salado me pide dulce’», expresó con esa gracia indiscutible.

El tema escatológico no pudo faltar, y dio rienda suelta a los efectos intestinales que puede tener esa «bomba atómica», que quiere estallar cuando has pisado la playa y ya no puedes volver al cuarto de baño de la habitación.

Una noche divertida, apta para todos los públicos, en la que los ibicencos se pudieron tomar un refresco, por fin, por dos euros.