Después de que el Mercado Artesanal y Ecológico de Sant Josep celebrara su última edición el sábado 14 de noviembre y de que el Mercadillo de Sant Joan se suspendiera desde el 1 de noviembre, hasta que la situación sanitaria se haya estabilizado, Forada se mantiene en la actualidad como el único encuentro semanal de sus características en Ibiza.

A pesar de que, desde el pasado 13 de enero, ha dejado de ser un punto de encuentro y reunión, después de que el Govern decretase el nivel 4 de protección ante el covid y el cierre temporal de toda la hostelería.

Uno de los puestos del mercado. Foto: J.A. Riera

«Ahora la gente sigue viniendo, hace sus compras y se marcha», detalla la coordinadora del mercado, Isabel Alonso, en su puesto de ghee y galletas caseras. Hasta hace tres semanas, uno de los principales alicientes para visitar Forada los sábados era quedarse a comer la paella vegana «y que las familias pasaran el rato, pero tuvimos que retirar las sillas y bancos», recuerda Alonso.

«Pero aguantamos el tirón, porque siempre es mejor mantenernos abiertos, aunque sea bajo mínimos, que cerrar y luego tener que volver a arrancar», apunta. «Ahora son dos semanas más con la normativa, que debemos apoyar todos para que bajen las cifras e iniciemos una desescalada».

En estos momentos, el mercado de producto local y ecológico de Forada cuenta cada sábado con una veintena de puestos. Entre ellos, se encuentran cuatro de frutas y verduras que, el día anterior, también acuden al mercado agrícola de la Cooperativa de Sant Antoni. «El público de allí depende más de la gente de Sant Antoni, mientras que aquí vienen más extranjeros que residen por la zona», detalla Raimon Torres, de Tierra de Ibiza. «Tenemos clientela fija todos los sábados y, de momento, podemos estar contentos».

A su lado se encuentra el puesto de Pep Ramón, con las naranjas y verduras de temporada de la finca de Can Raconada, en el cercano Broll de Buscastell. «Gracias a Dios, la crisis no nos ha afectado tanto, porque parece que la gente se ha volcado más con el producto local», destaca.

María José Cardona es de las vendedoras más novatas y aún no se cumplen dos años desde que se animó a comercializar los cosméticos naturales Yebisah. «Uso hierbas ibicencas como el romero, salvia, lavanda, caléndula y rosas del jardín, aunque traigo la malva de fuera», dice.

Ella trabaja en temporada en el aeropuerto, que sigue siendo su principal sustento, aunque aquí desarrolla una pasión que ya le permite «conseguir un extra».

Clara Mantel y Josep Rabadà junto a sus envoltorios de cera de abeja ecológicos. Foto: J.A. Riera

En cambio, Clara Mantel y Josep Rabadà se quedaron sin sus empleos en el sector turístico con la crisis del covid. Al final, él ha podido encontrar salida en su profesión de informático, pero ella se volcó en reconventirse para explotar en Ibiza una novedad que conocieron en Australia.

Reinventarse con la crisis

La pareja vivió allí en 2019 y descubrieron los envoltorios de cera, un producto ecológico y reutilizable para sustituir el papel de aluminio o el film de plástico. «Se trata de una tela de algodón que se impregna con una mezcla de cera de abeja, resina de pino y aceite de jojona», detalla Rabadà. El resultado queda con una textura entre la servilleta de tela y el mantel de plástico, fácilmente maleable, que se adapta al contorno de un envase para taparlo «o al bocata de los niños».

La pareja ha creado la empresa Abella Ibiza para comercializar estos envoltorios, que tienen una vida útil de un año y se limpian con un poco de agua fría. Compran la tela de algodón con certificado de sostenibilidad y ella se encarga de preparar y aplicar todo el proceso de encerado en casa.

«Me quedé sin curro y empecé a probar con tutoriales de internet y la cocina me quedaba echa un Cristo», recuerda. «¡Pasaba tres horas preparando envoltorios y la mezcla al baño maría y ocho limpiando! Pero luego ya me compré herramientas más profesionales».

El paso a la comercialización se dio en noviembre, con la feria 'Som Comerç', y ahora ya se encuentra en varios herbolarios de Vila y Santa Eulària. «Hemos dedicado muchísimo trabajo y tenemos mucha fe, porque es un elemento de uso cotidiano», destacan.

Puesto de Verónica Petit, con sus medusas colgando de una higuera. Foto: J.A. Riera

Verónica Petit cuenta con uno de los puestos más vistosos de Forada, ya que aprovecha las ramas de una higuera para colgar las medusas que hace con ganchillo. También elabora otros muñecos, como elefantes y osos, además de gorros de lana. Ella pensaba que el mercado iba a perder más visitantes, al no poder quedarse a comer la paella vegana, «pero siguen viniendo para llevarse los tuppers».

Tupac Peralta, luthier de todo tipo de flautas y diseñador de altavoces naturales de madera, llegó a temer en algún momento que ya no pudiera venir a Forada los sábados, pero valora que la propia filosofía del mercado es una garantía para su correcto funcionamiento: «Este es un mercadillo pequeño, que nunca ha buscado ser masivo, y cuenta con mucho espacio al aire libre». «Sin pretenderlo, ya cumplía con todos los requisitos de seguridad antes del covid», apunta.