Una tortura. Es lo que supone vivir, en verano, en un edificio en el que hay alquileres turísticos. Ayer por la noche, los vecinos de la calle Mediterrània, en la zona de Ibiza de Platja d'en Bossa, vivieron un episodio más de este tormento.

Un grupo de unos siete italianos entró, pasadas las diez de la noche, en una de las viviendas, en la que, como siempre, hizo el check-in un joven que, según los perfiles de varias plataformas de internet, gestiona decenas de estos alquileres turísticos ilegales. En el mismo momento en que este hombre desapareció por la puerta comenzó la fiesta. Música a todo trapo, gritos y cánticos.

Pasada la medianoche, un vecino les recordó que a esa hora ya no se podía hacer ruido, les señaló que estaban en un alquiler ilegal y les pidió por favor que bajaran la música. Lejos de mostrar un mínimo de educación, el grupo subió el volumen, del equipo de música y de sus propias gargantas, de las que salió toda una ristra de insultos hacia los vecinos.

Hartos de esta situación, que se repite un día tras otro en esta vivienda, varios vecinos llamaron a la Policía Local de Eivissa que, veinte minutos más tarde se personaban en la urbanización. Durante ese tiempo, el grupo de italianos siguió con sus insultos a los vecinos a los que, incluso, amenazó. Los residentes no se toman estas amenazas en vano ya que, hace un par de veranos, otro grupo de turistas, en una situación similar, se dedicó, la mañana siguiente, a arrojar botellas a las terrazas que tenía a ambos lados. Cuando sus propietarios llegaron a mediodía se las encontraron sembradas de cristales.

Al distinguir las luces de los dos vehículos policiales, los italianos pararon la música y trataron de hablar más bajo, cosa que, bajo los influjos del alcohol, les resultaba complicado. Los agentes se personaron en la vivienda, les pidieron que pararan la fiesta si no querían que les pusieran una multa y les reclamaron el contrato de alquiler recordándoles que el alquiler turístico está prohibido en viviendas plurifamiliares. Según explicaron después los policías a los vecinos, les habían respondido que no tenían contrato de alquiler porque son amigos del propietario. "Les hemos dicho que le digan a su amigo que la multa por el alquiler ilegal son 40.000 euros", comentó uno de los policías antes de abandonar la urbanización.

En el momento en que los agentes salieron por la puerta, los turistas volvieron a poner la música. Media hora después otro vecino les pedía que bajaran el volumen. Y un cuarto de hora más tarde amenazaba con volver a llamar a la policía.

Los vecinos están indignados con la situación. El año pasado ya denunciaron en el Consell este piso y a su propietario, que lleva años alquilándolo por días. De momento, sin embargo, a pesar de que han vuelto a reiterar las denuncias y de que la presidencia de la comunidad se ha personado físicamente en el departamento de Turismo del Consell para reclamar una actuación, no se ha hecho nada.