La directora de Atención Primaria del área de Salud de las Pitiusas, Carmen Santos, llegó a Ibiza en el año 1996 para hacer su residencia en Medicina Familiar y Comunitaria con una idea en su cabeza: «Yo no las tenía todas conmigo cuando llegué aquí. Pensé: ´Voy a hacer un poco el paripé. Llego, digo que no me he adaptado y me vuelvo a mi casa´». Natural de Alicante, Santos optó por la isla «en el último segundo» para estar cerca de su núcleo familiar: «Iba a ir a Algeciras, pero pensé que estaba un poco lejos. Me planteé: ´¿Por qué no a Ibiza, que está enfrente?´. Y en el último segundo, cambié mi opción», cuenta y reconoce que en octubre, seis meses después de llegar, descubrió que la isla no estaba tan cerca de su tierra: «Todo se cierra, los barcos disminuyen su frecuencia y los aviones a Alicante desaparecen».

Ese mismo año aterrizó también -en el primer avión que cogía en su vida- el asturiano José Antonio Martínez, médico de familia del centro de salud de Sant Antoni y quien fue director de Atención Primaria entre 2007 y 2008 y, años antes, coordinador de la unidad docente. Martínez, a quien le gustaba la especialidad, aunque reconoce que entonces no lo tenía tan claro como ahora, cree que a la isla le trajo «la casualidad»: «Entre las opciones que tenía, me dio por ahí. Pensé: ´Esto de Ibiza igual es interesante, mejor que Pozoblanco´».

Más de veinte años han pasado desde entonces y Santos y Martínez, que formaban parte de la quinta promoción de residentes de la unidad docente de Ibiza y Formentera, coinciden al valorar un aspecto concreto de la formación que recibieron: mientras en los hospitales grandes los residentes de Medicina Familiar y Comunitaria están «en tercera línea mirando qué pasa» y la voz cantante la llevan los de cada especialidad por la que pasan -«una punción lumbar la hace el residente de Neurología, una fractura la reduce el de Traumatología», detalla Martínez-, en un centro comarcal como el de Can Misses ellos son los responsables de los pacientes, deciden, atienden y hacen de todo, «supervisado, por supuesto».

«El aprendizaje me resultó una experiencia muy positiva pues tienes que abarcarlo todo y tan rápido que te obliga a estar al día», subraya Santos, quien destaca otro aspecto de su época: «el trato lineal» entre los profesionales, sin jerarquías. Pese a todo, reconoce que la residencia fue «dura» y que Urgencias era lo que más temor le causaba, ya que estaban «en primera línea de batalla desde el minuto cero». «Es donde más caña te dan. Igual veías algo gordo como una chorrada. Ahora no, ahora van asumiendo responsabilidades de forma más paulatina. Antes llegabas a las tres de la tarde y no había triaje; sólo hojitas y la primera que cayera, esa te tocaba», cuenta Martínez.

Para ambos un obstáculo al llegar a la isla fue el de la vivienda: «Ya en el año 1996 era difícil encontrar piso, muy difícil», asegura Martínez. Él pasó sus primeros días con una conocida que trabajaba como profesora aquí y Santos en unos apartamentos, hasta que, gracias a familias ibicencas, encontraron alojamiento.

Carmen Santos (izquierda) y Elisa Herranz (derecha), en el despacho de la directora de Atención Primaria. Foto: J.A. Riera

Y una vez acabada la residencia, que entonces era de tres años, tanto Santos como Martínez barajaron qué hacer con su futuro. «Yo me planteé volver con la familia, pero me tiró más la isla», afirma la directora de Atención Primaria, que destaca que la calidad de vida es «lo que engancha desde el minuto uno». «Aquí había trabajo, todo el mundo te ofrecía -y creo que ahora también-, y me dije: ´Voy a probar´. Y probando llevo 21 años», resalta Martínez, quien apostilla que en ese tiempo «no ha dejado de trabajar un sólo día, cosa que no se puede decir de otros sitios de la Península».

Y no sólo pasaron por los diferentes centros de Salud atendiendo a adultos y niños o por las Urgencias de Atención Primaria y del hospital, haciendo sustituciones o trabajando incluso «días sueltos», sino que pronto tuvieron la posibilidad de asumir puestos de responsabilidad, lo que es una particularidad de Ibiza, la pronta oportunidad de promoción.

En uno de ellos sigue Santos, directora de Atención Primaria desde hace siete años, un puesto que en un primer momento le supuso «dejar una mochila de problemas grandísimos», por la implicación con sus pacientes, pero en el que sigue ayudando «de manera indirecta, pues se busca el mejor servicio sanitario para ellos y los mejores recursos». Pese a todo, reconoce que el contacto con la gente «se echa de menos» y que volverá a la consulta «en cuanto» le dejen y alguien llegue a su puesto.La nueva promoción, el futuro

La nueva promoción, el futuroQuizás en unos años, en ese cargo se encuentre alguno de los residentes llegados a finales de mayo al área de Salud. Con una de ellas bromea Santos: «Cuando acabe estará contratada seguro, si seguimos en esta línea tendrá prácticamente lo que quiera, hasta este despacho». Y es que la dificultad para atraer médicos hace que intenten siempre fidelizarlos. Lo han conseguido en muchos casos, pues según el actual coordinador de docencia, Alfredo Barber, lo habitual es que la mitad de cada promoción siga en la isla, al menos unos años.

De la actual, hay algunos que ya saben que éste es su «lugar en el mundo» y aspiran a continuar en la isla al terminar. Elisa Herranz, Julen Landin, Anastasia Nechaeva, Gastón Angelini, Patrick Teixeira, Gabriel Caballero y Manuel Nicolás son los siete licenciados en Medicina que se han incorporado para hacer Medicina Familiar y Comunitaria o Medicina Interna, en el caso de Teixeira.

Una vez superado el examen (MIR) que da acceso a la formación de la especialidad, es decir, a la residencia, y con su nota en mano, todos optaron por Eivissa. Para algunos, la isla nunca estuvo en sus quinielas; para otros, estaba claro que éste era el destino a elegir.

Este caso es el de Herranz, Angelini y Nechaeva. La primera, ibicenca, ya estuvo en el hospital Can Misses haciendo las prácticas del último año de carrera, que estudió en Barcelona, y para la residencia no tenía ´plan b´: «Tenía muchas ganas de volver; las grandes ciudades me agobian un poco y tenía aquí a todas mis amigas, a mi novio, a mi familia». La joven, que hace hincapié en la calidad de vida en la isla, aunque reconoce que no es un destino muy elegido entre los estudiantes, subraya que sólo contemplaba las especialidades que se ofrecían aquí, y que al final se decantó por Familiar y Comunitaria porque se «veía más en un centro de salud».

El coordinador de docencia, Alfredo Barber. Foto: J.A. Riera

Angelini estudió en su país natal, Argentina, y allí empezó la residencia en Medicina Intensiva, pero tras seis o siete meses, decidió dejarlo y vino un mes a Ibiza, donde había estado por primera vez en 1999, a los 12 años. «Desde entonces todos los días de mi vida me planteaba volver», asegura. Tras ese mes, regresó a Buenos Aires y trabajó como médico, pero en septiembre de 2016 decidió que su sitio estaba en la isla y aquí se quedó. Empezó a preparar el MIR mientras trabajaba y tras el examen cogió plaza en la isla para hacer la especialidad. De no haber tenido opción, señala convencido que lo habría repetido, pues irse a otro lugar no era una alternativa. Como tampoco lo será cuando acabe: «Este es mi lugar».

Desde Rusia ha llegado Nechaeva, quien estudió en su país y aterrizó en España en 2010. «Ibiza es el primer lugar que visité», rememora. Tras preparar y superar el MIR, sabía que quería plaza en la isla y que cogería una de las especialidades que ofrecieran aquí: «Desde el principio sabía que Familia o Interna, porque aquí sólo ofrecen estas, no tenía en mente otra opción. Para mí lo importante era el lugar».

A Ibiza sin conocerla

A Ibiza sin conocerlaLandin asegura que aunque nunca había estado en Ibiza, cuando supo las opciones que tenía colocó la isla como la primera de su lista. Este joven vasco reconoce que le ha costado mucho saber qué especialidad quería hacer y que fue descartando hasta quedarse con tres: Cirugía General, Psiquiatría y Medicina Familiar y Comunitaria. Cuando hizo el MIR, al que este año no tenía previsto presentarse, vio que la nota le daba para la última y se animó a intentarlo y colocó Ibiza como primera opción por dos motivos: porque le apetecía conocer la isla y porque para hacer una especialidad general como es ésta, buscaba un hospital donde no hubiera residentes de otras y tener así más oportunidades de «aprender de todo» en las distintas rotaciones.

Por el momento, la principal dificultad ha sido la búsqueda de piso, que ha realizado con Caballero y Nicolás. «Por internet fue un caos; nos intentaron timar, pedían dinero por adelantado, ofrecían casas que en realidad no existían o quienes las anunciaban no eran sus auténticos propietarios», resume. Finalmente, y «gracias a los residentes mayores que les enviaron la foto de un anuncio colgado en el corcho del hospital» localizaron una vivienda. «A precios de Eivissa, pero tenemos casa», dice.

«Lo he pasado regular buscando piso», reconoce Nicolás, cordobés que estudió Medicina en la Universidad de Navarra. En su caso, Medicina Familiar y Comunitaria era la tercera opción de su «top tres» y aunque su idea inicial era un hospital de Córdoba o alrededores, al final las opciones de las que disponía en el momento de elegir le trajeron a la isla. Y es que la persona que eligió tres puestos antes que él se llevó la plaza de Linares que quería y de las que en ese momento quedaban, se decantó por Ibiza , de donde sabía, por una conocida de su madre, que la docencia era «muy buena».

José Antonio Martínez (izquierda) y Julen Landin (derecha) en el centro de salud de Sant Antoni. Foto: J.A. Riera

También andaluz, concretamente de Sevilla, es Caballero, quien explica que Ibiza no estaba en las quinielas de sus compañeros por el tema de la vivienda, por un lado, y porque evitan desplazarse lejos de sus casa. «Buscan lo más cercano posible», afirma. En su caso sus opciones eran Cataluña o Balears pues quería un lugar bien comunicado con Francia, donde trabaja su pareja. Y entre esto, se quedó con Ibiza. Para Caballero, el día que acabe la residencia «una gran opción» puede ser seguir aquí: «Puede haber trabajo para mi mujer y para mí, nos gusta la isla y está bien comunicada con Sevilla». En este sentido, resalta que «hay pocos sitios en España donde hagas la especialidad y sepas que luego tendrás trabajo. En Andalucía es horrible; la mayoría se tiene que ir si quiere algo estable».

La idea de Teixeira, el único residente en Medicina Interna, es «coger un buen bagaje profesional», no sabe si aquí en la isla, y tiene claro que «algún día» volverá a su país, Cabo Verde ­-de donde se marchó para estudiar Medicina en Canarias-, para aportar su «granito de arena» al desarrollo de la Sanidad allí. Teixeira barajaba dos opciones, Oncología Médica y Medicina Interna, y sabía que su objetivo era una de ellas fuera cual fuese el sitio donde hacerla.

Cuando le tocó podía elegir Ibiza u otro lugar que le pareció «un poco remoto» y se decantó por la isla. Tras un proceso menos inmediato de lo que esperaba para encontrar alojamiento, ya está ubicado y destaca que hacer la residencia en un hospital pequeño como éste tiene ventajas e inconvenientes: entre las primeras, que en las rotaciones cada servicio se dedica a la docencia del residente, pues son pocos, y entre las segundas, perderse procedimientos que sí se hacen en hospitales grandes.

170 especialistas formados desde 1992

170 especialistas formados desde 1992Un total de 170 especialistas se han formado en la unidad docente de Ibiza y Formentera desde que en 1992 se acreditó la primera especialidad, Medicina Familiar y Comunitaria. 158 corresponden a ésta, siete a Psiquiatría -de esta especialidad, que se acreditó en 2005, ya no se ofertan plazas- y cinco en Medicina Interna -que se ofrece desde 2009-, de acuerdo con los datos facilitados por el coordinador de docencia. Asimismo, en estos momentos hay 22 en residentes en formación.

Barber reconoce que cuesta atraer a licenciados a la isla para hacer su residencia porque buscan formarse en lugares próximos a su casa, «pues cobran menos que un adjunto y eso hace que se miren cuestiones económicas y la proximidad» y porque los que no pueden quedarse cerca miran otras cosas, como el transporte y la comunicación, y la insularidad es un obstáculo. «Aparte, en los últimos años con el tema de la vivienda se lo piensan», apostilla.

Pese a ello, siempre hay quienes, como Santos y Martínez, se animan a dar el paso y que ante las posibilidades de trabajo que les ofrece la isla optan por seguir desarrollando aquí su carrera profesional, al menos por ahora. Las coordinadoras de los centros de salud de Vila y Es Viver, Noela García y Susana Ulloa; la vicepresidenta del comité de Violencia de Género, Eva Pasamón; la coordinadora de la Unidad de Cuidados Paliativos, Pilar Rapún, o el coordinador de la Unidad de Hospitalización a Domicilio, Mario García Lezcano, todos médicos de familia, son ejemplos de ello.

García cuenta que llegó a la isla de la mano de Martínez, tras una conversación telefónica. «Estaba buscando hospitales pequeños para hacer Familia. Llamé y me pasaron con José Antonio, con su acento asturiano, y yo con el mío, y hubo un feeling total», recuerda esta asturiana, quien añade que le «vendió» la especialidad «fenomenal». Aquí vino y «fue una experiencia genial», apunta. Al acabar la especialidad -su promoción fue la última que la hizo en tres años- no se planteó irse porque tenía pareja. «Luego la relación acabó y pensé que quería seguir aquí por mí», apostilla. Desde entonces ha hecho «de todo» y, aunque reconoce que no le ofrecían el contrato que deseaba, toda la experiencia fue «un aprendizaje». Hasta que en diciembre de 2013 logró la estabilidad con un contrato de cinco años en el centro de salud de Vila. Y en 2015, asumió la coordinación, un puesto al que llegó «de rebote» y por el que cree que todos los compañeros deberían pasar.

Un piso por encima de su consulta está, provisionalmente, la de Pasamón, médico del centro de salud de Can Misses. Llegó a Ibiza en 1998 desde Barcelona porque, por las notas del MIR, no pudo quedarse en su ciudad. «Una vez que salía de mi comunidad, miré destinos y busqué algo que un poco exótico», recuerda y resalta que buscaba un centro pequeño donde los residentes de su especialidad hacen de todo: «Suturar, poner un yeso, asistir un parto o ayudar en intervenciones quirúrgicas». Pasamón, que incide en que esta etapa «es muy dura y requiere de mucho sacrificio», apunta que vino «para tres años», pero casi dos después de acabar la residencia y de «dar unas cuantas vueltas», le ofrecieron un contrato largo. Era 2003, aquí sigue y aquí ha echado raíces. «Me encanta ser la médica de las personas en una isla tan maravillosa como Eivissa», subraya la médico de familia.

En la isla siempre hay trabajo

En la isla siempre hay trabajoUlloa pasa consulta en Es Viver, donde, sin querer, es coordinadora desde septiembre. De Barcelona, cogió plaza en Eivissa para hacer la residencia en 2000 y, embarazada de ocho meses, vino a firmar y no se incorporó hasta Navidad, tras nacer su hija y disfrutar de la baja maternal. Recuerda que con su tutor todo fue muy bien, no así en el hospital, «bastante caótico». «La gente llevaba cuatro meses cuando me incorporé. Me soltaron en Urgencias, pero no había trabajado en mi vida», afirma y critica que había «mucho escaqueo y pasotismo». Lo que más valora de su experiencia fue hacer «piña» entre los residentes, el lugar y la «proximidad» entre profesionales. Al finalizar le dijo a su marido que le tocaba escoger la siguiente parada y él quiso quedarse «por la calidad de vida». La médico subraya que, pese al temor que todos sienten, en la isla hay trabajo: «A los dos días» de terminar ya tienen y eso es «un lujo», dice. Eso sí, no se puede pretender acabar y lograr «un contrato de cinco años»: «Hay que pasar por diferentes sitios y en el camino, vas haciendo».

En la misma promoción que Ulloa hizo su residencia García Lezcano, quien en «cuarto o quinto» de carrera ya tenía claro que quería especializarse en Medicina de Familia porque le gustaba «el trato con los pacientes». Cuando hizo el MIR buscaba un hospital comarcal y como no pudo «sacar nada cerca de Barcelona», se vino a Ibiza, que era «lo que había y lo más próximo». «Algo que ahora agradezco», apostilla. No sabía a dónde llegaba, pero recuerda que fue una época «muy buena»: «Era la primera vez que salía de casa y era mucho cambio. Y a nivel laboral, súper bien».

Asegura que tenía claro que se quería quedar: «Yo venía de Barcelona, con un ritmo caótico, estrés, presión y competitividad, y simpatizo más con el de aquí». Todo ello a pesar de que la vida «es más cara: la cesta de la compra, el alquiler, todo. Somos masocas», bromea. Tras trabajar «por todos lados» más de un año y pasar otro en Urgencias, recaló en la Unidad de Hospitalización a Domicilio, donde lleva ya doce y donde en este tiempo el personal ha fluctuado -desde él solo hasta tres profesionales- «en función de los médicos y las necesidades del hospital».

Y tres años antes que García Lezcano hizo su residencia en Ibiza Rapún. Natural de Madrid, veraneaba en la isla desde pequeña y sostiene que a la isla la trajo «el amor». Sabía que quería hacer aquí la especialidad y como lo único que se ofrecía era Medicina Familiar y Comunitaria, investigó, hizo prácticas voluntarias y quedó «fascinada». «Y eso me terminó de decidir», asegura. De su experiencia como residente destaca que éste fuera «un hospital pequeño» con sólo residentes de su especialidad y que todos los profesionales formaban «una familia». «Aprendías mucho y te sentías protegido», asegura. Sin embargo, considera que actualmente la situación es otra porque, por un lado, «el cambio a un hospital tan grande ha hecho perder esa familiaridad» y, por otro, los residentes se han convertido, de alguna forma, en «mano de obra». «Nosotros trabajábamos mucho, pero porque queríamos aprender, no por sacar trabajo adelante. Ahora, en las Urgencias, son mano de obra y eso es un error», critica. Al terminar, resalta que todos encontraron trabajo. Ella, que llegó para quedarse, pasó una temporada de «locura, de un sitio a otro», hasta que en 2001 surgió la oportunidad de montar la Unidad de Cuidados Paliativos, en la que se embarcó y donde continúa.