La misión del Institut Balear de la Natura (Ibanat) es preservar el medio ambiente, pero para hacerlo durante estos días se ha visto obligado a echar mano de un bulldozer y arrasar un gran número de pinos a través del monte para permitir así la llegada de equipos contra el incendio que, de otro modo, verían su labor enormemente dificultada. Esta era la escena que ayer se observaba en uno de los puntos del perímetro del siniestro, concretamente cerca de la antigua planta embotelladora de Aguas de Morna, en la vertiente que mira a Santa Eulària.

Por la ladera rebosante de bosque –ahora partido en dos por la franja abierta por la maquinaria– ascendía una columna de operarios del Ibanat, con su característico uniforme amarillo, portando una manguera para apagar uno de tantos focos de humo que aún siguen apareciendo a lo largo del perímetro. Ya no hay fuego, pero se remoja la madera humeante para evitar que se reavive la llama. «Se realiza un control del perímetro porque el mayor riesgo es que un foco de las zonas quemadas pueda pasar a las que no lo están», afirma el técnico del Ibanat Félix Sanjuán.

Hay otras tres brigadas como esta en otras partes de la raya que marca la frontera entre lo verde y lo negro, cada una de ellas compuesta de siete integrantes. Todas están en la parte sur de la zona siniestrada, ya que es allí donde hay mayor peligro, pues desde la carretera de Sant Vicent hasta la costa la situación parece más consolidada y solo la recorre un vehículo de inspección.

El avión de coordinación que sobrevuela el lugar va informando al centro de control situado en Mallorca sobre dónde hay focos y, desde allí, se pasa la información luego al puesto del Ibanat en Ibiza. Es así como las brigadas saben a dónde acudir, aunque no siempre se encuentra el humo a la primera. «De repente llegamos y no se ve nada, pero con la ayuda del olfato y un poco de intuición se acaba descubriendo dónde está el objetivo», afirma Sanjuán.

Estos rescoldos que se resisten a desaparecer incluso a pesar de la lluvia caída anteayer consisten por lo general en gruesos trozos de madera que aparentemente se han apagado pero al cabo de poco tiempo vuelven a consumirse. «También hay combustión subterránea cuando hay raíces que cogen aire a través de algún agujero y vuelven a prender», explica este técnico del Ibanat.

La importancia del trabajo callado y menos vistoso de los operarios del Ibanat radica en que, aparte de evitar que se reaviven inesperadamente estas brasas, ellos son los encargados de dejar la situación apta para la declaración final como incendio extinguido. Eso sucede cuando han desaparecido los focos humeantes y no hay riesgo de reactivación. El jefe del Servicio de Gestión Forestal, Luis Berbiela, recordaba que en el caso de Benirràs se tardó 15 días en declarar el fuego extinguido, mientras que «aquí podría ser el mismo tiempo e incluso un poco menos», gracias a la ayuda de las lluvia caída, aseguró.

Las brigadas del Ibanat –llegó a haber doce en acción en lo más intenso el incendio– tienen su base operativa también en el Puesto de Mando Avanzado de Can Coroner; de hecho, ayer ya solo quedaba la característica tienda de campaña de color amarillo allí, pues el puesto de la dirección general de Emergencias ya ha sido desmantelado. En el interior de esa tienda, otros miembros del Ibanat, como Joan Santana, siguen atendiendo avisos de vecinos que denuncian la presencia de humo en alguna parte. Volcados sobre mapas en todas las escalas y formatos –proporcionados sobre todo por el Consell–, los miembros de este puesto coordinan la labor de las cuatro brigadas aún operativas. El descanso se hace en el propio restaurante de Can Coroner, donde los trabajadores, con el uniforme tiznado y el cansancio reflejado en el rostro, tienen una hora para comer antes de regresar al interior del bosque.

Todo este trabajo del Ibanat es previo, sin embargo, a la futura retirada de los troncos caídos o en peligro de abatirse sobre vías o tendidos. Esa será la primera fase de la recuperación, que en Benirràs no comenzó hasta un mes después. Pero esa será ya otra tarea.