«No vamos a dejar nuestras casas. Si quieren evacuarnos de aquí van a tener que traer a los antidisturbios porque vamos a defender esto a muerte. Es todo lo que tenemos». El ritmo en Villa Bel y Villa Ester, dos casas de una misma familia en la parte más alta de Portinatx, era frenético a la una de la tarde de ayer. Una docena de personas –hermanos, primos, parejas y amigos– se afanaban en tenerlo todo preparado para hacer frente a las llamas. Habían conseguido 250 metros de manguera y una bomba –que compró un amigo para luchar contra el fuego del año pasado en Benirràs– con las que a la una y media ya estaban refrescando el monte y los caminos cercanos con agua de la piscina familiar. A primera hora de la tarde ya tenían listas unas motosierras por si fuera necesario cortar los pinos más próximos al vallado. «En un par de horas podría estar aquí, hay llamas a dos o tres kilómetros y vamos a intentar proteger las casas», aseguraba José Manuel Marí manguera en mano. «No hay tanto paro... ¿Por qué no emplean a la gente en limpiar el bosque y hacer cortafuegos?», añadía indignado. «No nos van a evacuar, nos quedaremos todo lo que sea necesario», sentenciaba a su lado Francisco Henares.

Poco después el viento cambió y pasó la amenaza, aunque toda la familia se mantuvo todo el día en alerta. En toda la zona el suministro eléctrico estuvo cortado entre la una y las tres y media de la tarde.

Hotel evacuado

En la misma calle, ses Formigues, viven buena parte de los trabajadores del hotel Paradise Beach, que a mediodía fueron movilizados para hacer frente a una posible evacuación: «Nos han llamado a todos», explicaba José Miguel Espert, trabajador de temporada, que veía con preocupación que pudieran ser evacuados: «No sé dónde vamos a ir». A las dos de la tarde cuatro autobuses esperaban en la puerta del establecimiento hotelero para evacuar a los 150 turistas alojados, en su mayoría alemanes, al Port de Sant Miquel. «Lo hemos decidido en consenso con Rewe, uno de los principales turoperadores con los que trabajamos –explicó el director del establecimiento, Juan José Terrón–. No hemos recibido órdenes de las administraciones ni de la Guardia Civil. Lo hacemos por precaución y para que nuestros clientes estén más cómodos en otro hotel de nuestra cadena».

En el vecino chiringuito de la playa des Port, vacío a pesar del impresionante día, los pocos parroquianos intentaban entenderse bajo el ruido de los tres helicópteros, uno de ellos del Ejército, que durante la mañana se turnaron para cargar agua en Portinatx. «Es un desastre, con este día y este viento no sé cómo lo van a parar», decía el camarero. «¿Que si afectará a la temporada? Mira la playa, está vacía y hace una hora estaba llena. Han desalojado el hotel. Hoy ya no haremos caja, ni mañana ni pasado. Después ya veremos, pero si sigue así no sé si los turistas querrán venir».

En el núcleo urbano de Portinatx la alarma cundía al ritmo en que crecía la nube de color rojizo que dejaba caer una fina lluvia de ceniza. La farmacéutica María José Julve lo comentaba con su vecina de comercio, Loreto Sotomayor: «De momento no nos han dicho nada de una evacuación. Nadie nos ha informado y no sabemos qué hacer».

A primera hora ya se había evacuado toda la zona del camino viejo de Sant Joan y el comentario general era que el fuego había traspasado la carretera y había arrasado el Caló d´en Serra. La Guardia Civil controlaba todos los caminos y accesos impidiendo el paso. También estaba vaciando el aparcamiento junto al Rincón Verde para ubicar a los autobuses en caso de desalojo, o a los camiones de los bomberos. Maria, profesora del colegio de Sant Joan, preguntaba a los agentes por dónde iba el fuego, temiendo que llegara a su casa, en la zona de Xarraca: «De momento es más fuerte por este lado –Caló d´en Serra– pero váyanse preparando por si tienen que salir». La mujer volvía de la escuela, que había sido desalojada por precaución. Los padres recibieron mensajes de móvil y los pocos niños que quedaron fueron llevados al colegio Balançat, en Sant Miquel.

Desalojos en sa Descoberta

A la salida de Portinatx, en la zona de sa Descoberta, la Guardia Civil desalojó a los vecinos de las siete viviendas unifamiliares sobre la una de la tarde: «Nos han dado 20 minutos para abandonar nuestras casas», afirmó Miguel Martín León mientras miraba cómo los helicópteros descargaban agua sobre las llamas al otro lado del valle. «He salido con mi mujer y mis hijas y me dio tiempo a sacar los documentos, el dinero y la barca. ¿Que qué vamos a hacer?, pues si llega el incendio ver como arde nuestra casa». Martín, vecino de la zona desde hace 30 años, recordaba el fuego de 1985 y tenía la esperanza de que este , como aquel, no afectara al valle: «Entonces se paró en el barranco de allí al fondo –del que salía una densa humareda–. Es una zona rocosa y luego hay campos de payeses, que no arden como el bosque. Esperemos que vuelva a pasar lo mismo».

A su lado Mariano Sánchez, trabajador de un hotel de la zona, aseguraba que estaban atentos por si había que evacuar a los 740 turistas alojados: «Estamos preparados, pero la dirección está en contacto con el Ayuntamiento y, de momento, parece que no hay peligro».

Al otro lado de la carretera, Marilina echaba un último vistazo al fuego antes de ir a recoger a su hija a la ´escoleta´ de Sant Joan, a pocos cientos de metros: «Han avisado a las familias para que vayamos recogiendo a los niños, no hay peligro, pero con este humo lo pasan mal. Mañana no sabremos si los podremos llevar, nos han dicho que nos avisarán. Pinta muy mal».