Opinión | Desde la marina

Mejor en invierno

Cualquiera que mire hacia atrás y recale en los años 50 verá que, a efectos de visitantes, en aquellos días no estábamos en el mapa. El turismo de masas es un invento relativamente reciente. Antes de entonces, las vacaciones se pasaban en casa o se viajaba entre provincias. Fue a partir de los 60 cuando todo cambió. En un tris-tras, explotó el turismo masivo y pasamos de cero a cien. Ibiza se pobló de grúas, se construyeron hoteles y nos convertimos en un destino turístico de primer orden. Hasta hoy, cuando la ‘movida’ no deja de crecer y nos desborda. Aquellos años 60 fueron una auténtica bisagra entre el viejo mundo y la modernidad. Ya no nos llegaban viajeros, nos llegaban turistas. Y lo hacían a miles. Cada año batíamos un nuevo récord de visitantes. Nos había tocado la lotería y andábamos como locos, ajenos a que aquel cambio nos pondría, como ha sucedido, la isla patas arriba, literalmente del revés.

El negocio del ocio fue y sigue siendo una bendición. Pero su crecimiento, exponencial y descontrolado, nos crea problemas. Con las avalanchas de pleno estiaje rozamos el caos y las islas dan inequívocos síntomas de saturación y desequilibrio. Los cenizos de la tribu nos advierten de que el turismo que tenemos pesa tanto que puede hundirnos. No diré tanto. Pero es cierto que a duras penas soportamos los inconvenientes que nos crea y que empieza a repetirse un hecho que no se comenta, el de residentes que llevaban en la isla treinta o más años y que ahora optan, en el mejor de los casos, por alquilar su vivienda y venir cuando los turistas ahuecan el ala. A contracorriente. En otoño, invierno o primavera, cuando la isla vuelve a ser habitable. Es también mi opción. Y si algún amigo me dice que quiere venir a la isla, le aconsejo que evite hacerlo en los julios y agostos. La saturación y la especulación nos han desbordado. Ahí está el absurdo de profesionales que no pueden venir a trabajar porque no pueden pagar lo que les piden por una modesta habitación. ¿Y quién hubiera dicho hace unos años que acabaríamos limitando la entrada de vehículos? Hemos construido un laberinto del que ahora nos cuesta salir.

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