Opinión

Los libros no son basura

Están ahí, al lado de un contenedor, en una columna destartalada. Alguien los habrá colocado así. Hay algunos en una caja de madera, justo al lado. Son libros. Algunos nuevos. Otros, de hace varias décadas, gastados por el uso. Duele verlos en el suelo, pegados al contenedor de orgánico, junto a varias bolsas de basura que gotean. Te agachas, los tocas, revisas los lomos, muchos de ellos están ya en tu biblioteca. Algunos leídos. Otros, en ese totum revolutum en el que, con los años, se ha convertido la siempre creciente montaña de libros pendientes. Te llevas los dos que no tienes y que te interesan. Te levantas y miras el resto. Una treintena. Y te dan pena. Sabes que son libros, objetos. Y a pesar de eso no puedes evitar sentirte triste por esos títulos que alguien ha considerado que eran basura. Porque ahí los ha dejado. No los ha donado a una asociación para que los venda y consiga algo de dinero. Ni los ha llevado a una tienda de segunda mano, para sacarse aunque sólo sean unas monedas para un par de cafés. No los ha entregado a la biblioteca del Hospital Can Misses, para pacientes o acompañantes a los que el ingreso ha pillado por sorpresa. No. Dejas tus dos nuevos libros en el capó de un coche y, con calma, coges todos los demás y los alejas unos metros de los malos olores, de la inmundicia, de los desechos. De la basura. Feliç Sant jordi!

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