Para empezar

Gaza y el «genocidio» de los Don Pepe

Flaco favor le hace a los vecinos de los Don Pepe la concejala de Sant Josep Araceli Colomar al decir que su desalojo sí es un «genocidio», y no lo de Palestina, sobre los cadáveres de los más de 11.500 niños asesinados por Israel en Gaza en cuatro meses, sobre los bebés a los que, aun sin anestesia, han amputado las piernas antes de aprender a caminar, sobre la hambruna, la orfandad, la devastación, el dolor... Si yo fuera una de las afectadas por la declaración de ruina de los edificios se me revolverían las entrañas de que me instrumentalizaran así. Pero eso solo demuestra la catadura moral nazi de Vox, que compagina su nostalgia por el aliado de Hitler que fue Franco con el aplauso al supremacista Netanyahu en su campaña de exterminio del pueblo elegido para purgar las culpas de Alemania bien lejos de sus fronteras, condenándolo a una historia de expolio, humillaciones y matanzas que no han cesado de repetirse en 75 años hasta el horror de hoy. Y todavía tienen el cinismo de hablarnos de los derechos de la mujer palestina cuando la «liberación» que le ofrecemos Occidente a las gazatíes es la de las bombas de fósforo blanco. No puedo ir a Gaza a repartir comida porque Israel no me lo permite, no quieren testigos, pero sí dar dinero a la UNRWA para que ellos lo intenten. Ahora que los grandes donantes de armas a Netanyahu han decidido redoblar el sufrimiento de los civiles de la Franja cortando los fondos a la mayor organización humanitaria de la ONU en la zona por la acusación israelí, aún no probada, contra una docena de sus 30.000 trabajadores, les animo también a hacerlo. Y, sobre todo, a seguir hablando de Gaza. Esas criaturas destrozadas y privadas de todo sueñan, ríen y lloran como las nuestras. Eran solo niños.

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