Editorial

Luces y sombras de Fitur: el riesgo que trae el éxito

Fitur, la primera gran feria turística internacional del año, se ha cerrado esta semana con unas muy buenas previsiones de cara a la próxima temporada, que el sector prevé de récord en las Pitiusas, mejor incluso que las excepcionales de 2022 y 2023.

La evolución de la industria turística de Ibiza tras la pandemia permite sacar varias conclusiones. La primera es que la marca Ibiza está más fuerte que nunca y es sinónimo de éxito indiscutible; además, en general, en todos los mercados emisores se prioriza el gasto en viajes y en experiencias por encima de la compra de bienes de consumo, por lo que las sombras de crisis no tendrán un impacto sobre la afluencia de turistas en verano. También está claro que el modelo de lujo, lejos de estar agotado y de ser una burbuja que tarde o temprano podía estallar -como parecía hace unos años-, se ha consolidado en la isla y ha expandido su peso en el sector, a costa lamentablemente del tradicional turismo familiar, que no puede asumir los aumentos considerables de precios que conlleva la reconversión de la planta hotelera en una oferta de mayor calidad, y a menudo dirigida sólo a adultos.

Otra conclusión evidente es que la temporada se ha prolongado por los extremos, lo que en este caso sí es positivo, puesto que aumentan los meses de actividad económica (y, por tanto, de empleo) sin que se produzca una masificación como la que satura la isla en julio y agosto.

Ibiza sigue siendo un destino seguro, refugio de turistas que quieren alejarse de conflictos o problemas en un mundo con una situación geopolítica cada vez más inestable y peligrosa: ya lo fue durante los años de pandemia, y después con los conflictos bélicos de Ucrania, Israel, Gaza o Yemen y las graves consecuencias que tienen sobre aspectos como el suministro de materias primas y combustibles o sobre el comercio y el transporte internacional. Es más, la patronal balear CAEB es optimista sobre la evolución de indicadores macroeconómicos como la política monetaria, los tipos de interés o la inflación, estos dos últimos a la baja, y las expectativas de una posible suavización de las medidas contra la inflación de los bancos centrales, lo que aún mejora más las circunstancias previas de la próxima temporada.

Pero estas buenas noticias para la industria turística pitiusa no nos deben llevar a un triunfalismo miope y cortoplacista que nos haga olvidar que este éxito se cimenta sobre una base muy poco sólida: una inquietante falta de debate y autocrítica sobre el modelo económico de las islas a medio y largo plazo. Formentera aún ha abordado con cierta solvencia cómo compatibilizar el turismo con los límites que impone su propio tamaño reducido y la falta de recursos, pero en Ibiza no hemos pasado aún a la fase del debate serio y en profundidad como paso previo a la adopción de una estrategia con miras a más allá de los cuatro años de gobierno que marcan los ciclos políticos. El reto de hacer compatible el turismo de masas con la conservación del medio ambiente, la sostenibilidad de recursos limitados como el agua y la capacidad también reducida de las infraestructuras, es mayúsculo y requiere de un análisis profundo, consenso político y social y planificación. Porque mientras nos dormimos en los laureles, los problemas y las insuficiencias no paran de crecer porque no hacemos nada para hacerles frente.

Del mismo modo, es capital abordar el drama de la vivienda, pues condena a la pobreza y a una vida indigna a gran parte de la población, e impide que empresas y servicios cuenten con los profesionales cualificados que necesitan para funcionar. En este sentido, los consells pitiusos y Booking anunciaron en Fitur una buena noticia: colaborarán para que las instituciones puedan denunciar la oferta ilegal directamente a la plataforma de reservas turísticas, que retirará de forma inmediata esos anuncios. Es un paso importante, pero sólo uno más de los muchos necesarios para luchar contra el alquiler de alojamientos sin licencia a turistas, que distorsiona por completo el mercado de la vivienda para residentes y trabajadores de temporada.

Las buenas perspectivas que nos deja Fitur encierran el riesgo de que nos dejemos llevar por la complacencia y la sensación de que todo lo estamos haciendo bien, y nos olvidemos del reto enorme que se alza ante nosotros: que el éxito de hoy no sea la ruina de las generaciones de mañana. No podemos esquilmar la isla más de lo que ya lo está: nuestra responsabilidad es garantizar su futuro.

DIARIO DE IBIZA