De canciones horteras

Nos creemos muy originales, como si hubiéramos descubierto el fuego o el mecanismo de la rueda, y resulta que está todo inventado mientras nos limitamos a repetirnos en una nueva versión. Me refiero, en este caso, a los cantantes que se dedican a contar (en muchos casos decir “cantar” es un exceso) sus desamores, cuernos y reconciliaciones, como si no los hubiesen ido ya narrando minuto a minuto en las redes.

Será que esta sociedad sobreexpuesta no deja resquicio a la suposición, la imaginación o las dudas, pero por si las pudiera haber ya se encargan esos “artistas” de despejar hasta el más mínimo detalle.

Y quienes crean que lo de Shakira es original nunca escucharon ‘Rata de dos patas’, de Paquita la del Barrio, o ‘Lo siento, mi amor’, de la Jurado. Que ahora hay parejas que duran tres cuartos de hora, pero como lo han ido contando paso a paso se sabe dónde han ido, lo que se han regalado y hasta sus temas de alcoba. Que una vez deshecha la unión, hala, a relatarlo todo en unas letras simplonas e infantiloides, pero que dan sus beneficios.

¿Dónde han quedado la discreción y la intimidad? Ya no se respeta ningún estamento o posición; de hecho, en este clima de transparencia excesiva son hasta las propias instituciones las que se encargan de “desnudarse”. Esta semana, sin ir más lejos, la casa real británica ha contado que su majestad, el por fin rey Carlos, se va a someter a una operación de próstata. ¿Nos van a dar también cuenta de los puntos que ha requerido o de cuándo podrá volver a hacer uso de toda su anatomía? ¿Es necesario detallar? A lo mejor con ello se pretende hacer parecer a la monarquía británica más cercana al pueblo y a la vida real, y ninguna lo es, pero teniendo en cuenta el nivel de vida y de riqueza del que disfrutan, se queda en un intento algo absurdo.

Es cierto que las redes sociales han ayudado y mucho a la comunicación y a acercar formas de vivir muy alejadas, pero también lo es que nos han hecho saber más acerca de lo que come o viste a tal o cual “influencer” que de lo que pasa en casa de nuestros abuelos. En un mundo con todo el conocimiento al alcance de un clic, en vez de la belleza o la creatividad proliferan millones de minutos de pamplinas que se creen graciosos perpetrando bailecitos o retos absurdos.

Será que me hago mayor, pero cada vez me resulta más difícil esto de hacer famosa a gente vacua y sin talento. Y solo estamos en enero…

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