En otoño, mandarinas

«He pensado en tantas personas que siguen empeñadas en hacer del mundo un sitio mejor, que he decidido que prefiero la esperanza a la rabia, la acción al insulto y las ganas a la desesperanza»

Hoy, sin pensarlo mucho, me pedía el cuerpo hablarles de los beneficios de la fruta, de pistoleros encapuchados en la capital de España (aún España, sí), de cargas nocturnas desproporcionadas, de prófugos de la justicia decidiendo por una nación entera, de fronteras del sur asaltadas sin repercusión mediática, de gobernantes que mienten (nada nuevo), de lo ordinaria que se ha vuelto la música en español sin Luchos Gatica ni Rocíos Jurado; y algo más lejos, en otro país (de momento) de población civil sufriendo las decisiones de sus políticos y del terrorismo, y de lo gris de unas autoridades europeas cada vez más insípidas y burocráticamente inútiles.

Pero me he acordado de que ahí fuera, peleando a su manera, hay una Marisol que de un día para otro ha visto su mundo puesto del revés y, aún así, pregunta si todo va bien; de una Rocío que se levanta antes que la luz del sol para atender a sus niños de cuatro patas, de lana, pelo, cuernos o pezuñas.

De Miguel, que se fue a vivir lejos por ahorrar los cuchicheos del barrio a sus padres octogenarios por tener yerno. De Anita, que escribe a diario mensajes sobre música para subir el ánimo a quienes la rodean y no saben cómo animarla a ella.

De Teresa, que ya apenas se acuerda de sí misma pero sonríe porque se siente querida y atendida por los suyos. De Yonatan, que ha cambiado los libros por ladrillos y cemento para poder salir de ser un nini y devolver algo a quienes creemos en él. También de Marta, que nota crecer su barriga y la vida que lleva dentro, y que empieza una nueva etapa que ni se imagina.

Me he acordado de Carmela, que tiene tiempo para todos menos para ella misma, y todavía sonríe y da consejos bonitos; de Macu, que pasados los 50 prepara una oposición porque no se resigna a no ser más. También de Magdalena, que no tira la toalla porque cree en lo que hace en medio de tantas dudas. De Will, que ha descubierto que es más fuerte de lo que creía, pero no menos de lo que ya sabíamos los demás.

He pensado en tantas y tantas personas que siguen empeñadas en hacer del mundo un sitio mejor que el que encontraron, que he decidido que prefiero la esperanza a la rabia, la acción al insulto y las ganas a la desesperanza. Así que espero encontrarles a todos ustedes aquí para sentir que queda mucho por hacer y que estamos en ello.

Sin Ministerio de Consumo activo, me permito recomendarles en otoño manzanas, peras, mandarinas, uvas y granadas.

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