Pero el mundo no rompe

Parece que el mundo va a romper por sus costuras, pero no acaba de hacerlo. Hay gente a la que eso le tranquiliza porque la experiencia dice que, da igual cuánto lo estires, nunca rompe; otros nunca dejan en la expectativa y ven que tanta tensión sólo puede acabar en roto. Lo anímico es político: no se distinguen el optimismo del negacionismo ni el pesimismo de la izquierda, que cambió la aurora social por la sexualidad boreal.

La inflación sitúa a más españoles en la frontera sur de la pobreza y la guerra en Ucrania la acentúa. De golpe, estalla una nueva batalla de una guerra perpetua, pero aún podemos comer pechuga de pollo, mejor a la plancha que en muchas casas el aceite es virtual porque el precio está en la nube. Los que debutamos en la preocupación por la contaminación del aire y atisbamos el efecto invernadero por el agujero de la capa de ozono, ahora tomamos el sol del calentamiento global. Hay un negocio muy subvencionado contra el cambio climático y otro muy liberal a su favor.

Parecía que la globalización atropellaba la política por la autovía del mercado, pero el cambio climático político ha dado un giro desde el mundo, con alianzas de rencor, hasta la política nacional, con diputados que no ven terrorismo en un ataque sorpresa contra civiles que bailan y otros a los que los niños les parecen milicianos armados hasta los dientes de leche. En las trincheras del periodismo se oyen voces de «antisemita» y «sionista» durante toda la noche.

Llegamos a entender los tornados del aleteo de las mariposas, el camino que parte de un iraquí que quema un Corán en Malmö y acaba en un argelino que mata dos suecos en Bruselas o de una legión de Hamás que secuestra y mata en Israel a un estadounidense que asesina de 26 puñaladas a un niño musulmán de 6 años y deja muy grave a su madre en Chicago. Parece loco, individual, aislado, radicalizado, pero la embajadora de Israel en España cree que llevar agua y luz a Gaza es apoyar a Hamás. Hay una crisis permanente y una tensión continua, pero el mundo no rompe ni loco.

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