Tribuna

El valor de la palabra dada

Hacia el 23 de septiembre del año pasado, nuestra actual presidenta del Govern balear, la Exma. Sra. Marga Prohens, prometía a la ciudadanía balear que eliminaría el Impuesto de Patrimonio si llegaba a presidir el Govern. Todo ello, durante su brillante intervención en el acto protagonizado por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en el Auditórium de Palma, donde también destacó que en la ciudadanía se respiraban «ganas de libertad y cambio». Esa promesa de libertad y de cambio tuvo su respuesta en las urnas el pasado mes de mayo, donde la Sra. Prohens se alzó con la victoria.

Gráfico

Gráfico / Hipólito Guillén Castañeda

De un tiempo a esta parte, y nada más dar comienzo a los cuatro años de legislatura que quedan por delante, es conveniente ir ganándose, paso a paso, con acciones, la confianza de quienes creyeron que las Baleares se podrían convertir en tierra de libertad y de cambios. Aquellos que tímidamente confiaron en grandilocuentes promesas, que hoy corren el riesgo de convertirse en auténticos cantos de sirena.

Es entonces cuando los ciudadanos de Baleares, particularmente los ibicencos, recordamos la importancia que antaño tenía la ‘palabra dada’, capaz de generar confianza absoluta, cerrar acuerdos con fuerza de ley que comprometían a ambas partes y que se convertían seguidamente en pactos verbales que, como decimos en Ibiza, «iban a misa». Sin embargo, hoy corren otros tiempos donde la ‘palabra dada’ ha perdido el valor que tuvo en aquellos momentos. Y si para Aristóteles romper la palabra implicaba romper algo que no se podía reparar, para nuestros políticos la cuestión es bien distinta.

Entre esas promesas, hoy hablaremos de la gran promesa que hizo el PP balear en campaña a los ciudadanos de Baleares, la promesa de eliminar definitivamente el Impuesto de Patrimonio. Muchos son los argumentos que harían tambalear de un plumazo un impuesto de estas características, argumentos cuya explicación sobrepasaría, con creces, el espacio que me han concedido para compartir mis pensamientos. Hoy solo rescataré los argumentos más relevantes con la vana esperanza de intentar convencer a la Sra. Prohens de la conveniencia de cumplir con sus promesas porque la razón que las inspiró y que la llevó a hacerlas, hoy nos asiste. Se trata de un impuesto obsoleto que se está eliminando en toda Europa y resto de países desarrollados; es injusto y abusivo, promueve la congelación de patrimonios y la inactividad inversora y económica, no tiene lugar en una economía de libre mercado, y apenas tiene capacidad recaudatoria al promover el decrecimiento de la economía.

Dicho lo cual, más tarde el PP balear defendió que mientras se mantenga el llamado Impuesto de Solidaridad de las Grandes Fortunas, eliminar el Impuesto de Patrimonio no tendría efectos sobre el contribuyente, por lo que se debería esperar a una hipotética y poco probable reforma del próximo Gobierno central. Con los debidos respetos, dejemos de echar balones fuera, y que el Govern balear coja el toro por los cuernos y actúe en el ámbito de su competencia sobre lo que sí depende de él, el Impuesto de Patrimonio. Porque si hay auténtica voluntad política, se buscarán y hallarán, con tesón, las herramientas suficientes, adecuadas y efectivas para que, en defensa del interés general, se aminore de forma proporcional la gran presión fiscal a la que estamos sometidos los ciudadanos de Baleares.

Pero ello, Sra. presidenta, solo será posible, si usted, solo usted, decide, a diferencia de la gran mayoría del resto de integrantes de la clase política española, cumplir sus promesas, o como mínimo establecer una bonificación de un porcentaje relevante de la cuota, como se ha hecho en otras Comunidades Autónomas. No sería descabellado tampoco contemplar la modificación de la escala de gravamen de este impuesto con la adopción de la escala estatal en lugar de la propia de Baleares, que supondría una rebaja más que importante para la mayor parte de los contribuyentes.

La solución está sobre su mesa, solo requiere de voluntad política, valentía y ganas de liderar el cambio, cumpliendo cada promesa, y siendo fiel a la «palabra dada» y a los ciudadanos que confiaron en usted. Porque, no lo dude, no hay fórmulas mágicas, esta es, sin duda, la mejor y más eficiente campaña electoral que recomendaría a cualquier candidato presente o futuro. Porque tan o más importante es lo que se promete, como lo que finalmente se acaba cumpliendo.

Prometemos según nuestras esperanzas y cumplimos según nuestros temores.

François de La Rochefoucauld (1613-1680) Escritor francés.

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