Opinión

Sobredosis de cruceros

Hasta ahora, la temporada en que la isla había recibido más turismo de cruceros era la de 2017, con la llegada de un total de 183 embarcaciones. Una cifra desproporcionada, si nos atenemos a las reducidas dimensiones del puerto de Ibiza. Dos años después de aquel pico de saturación, se hizo público un estudio que determinaba con datos científicos que aquella enorme cantidad de buques había generado una contaminación mayor que todo el parque automovilístico de la ciudad circulando un año entero.

En 2019, la presidenta del Govern balear, Francina Armengol, acompañada por el secretario de Estado de Turismo, Fernando Valdés, alcanzó un acuerdo con la Cruise Lines International Association (CLIA), patronal que aglutina a las principales compañías del mundo. Dicho pacto convertía al puerto de Palma en el primero de España y el segundo de Europa, tras Dubrovnik, en limitar la llegada de estas grandes embarcaciones. Desde aquella rúbrica, y ya han pasado cuatro temporadas, no llegan más de tres cruceros al día a los muelles de la capital mallorquina y solo uno de ellos puede ser un supercrucero, con más de 5.000 personas. Tampoco puede superarse una media de 8.000 pasajeros diarios.

En su momento ya resultó sorprendente que la presidenta alcanzara este acuerdo para evitar la saturación de viajeros y los elevados niveles de contaminación y, sin embargo, ninguneara a Ibiza, que también recibe una afluencia excesiva de este tipo de embarcaciones.

La semana pasada se hizo pública la programación de cruceros para el puerto de Ibiza, que tiene previsto recibir un total de 227 entre abril y noviembre. Es decir, un 24% más que aquel año récord y, nada más y nada menos, que un 62% más que los 140 que atracaron en la ciudad en 2022. Esta previsión incluso contempla la llegada de cuatro cruceros en un solo día, en dos fechas: el 26 de abril desembarcarán 10.000 pasajeros y el 27 de julio otros 15.000 (el 10% de la población isleña de una tacada).

Mientras que el puerto de Palma, que tiene una longitud de muelles de casi 12.000 metros lineales, recibirá un máximo de tres cruceros y un cupo límite de 8.000 pasajeros por día, el de Ibiza, que no alcanza los 4.000 metros de atraque, llegará a duplicar el tope mallorquín. Eso, en un puerto que es la tercera parte del palmesano. Y aún habrá quien se queje de que el puerto de Ibiza está saturado y que hay que volver a abrir el de Sant Antoni para dar salida a los ferris. Incluso podemos construir otro dique en Santa Eulària y llevarnos parte del gran tráfico portuario allí también. ¿Hemos perdido el norte? ¿Cómo es posible que la Autoridad Portuaria de Balears proponga semejante disparate y nadie lo haya cuestionado?

En una época en que se buscan alternativas que profundicen en un turismo más sostenible, que mejore la convivencia con los residentes y que genere menos contaminación, en Ibiza incrementamos los cruceros un 62%. ¡En un solo año! En los foros turísticos locales los empresarios reconocen los excesivos niveles de saturación y denuncian falta de infraestructuras y escasez de personal para atender al visitante de manera satisfactoria. Sin embargo, en lugar de abogar por estrategias que tiendan al decrecimiento o, como mínimo, a quedarnos como estamos, se sigue tensando la cuerda sin medida.

Que la Autoridad Portuaria de Balears se dedique a desviar el tráfico a Ibiza que ya no le cabe en Palma, por las restricciones que allí se han impuesto para que sus vecinos respiren un aire más puro y se sientan menos agobiados, a costa de intoxicarnos a nosotros, constituye un insulto a la inteligencia y un maltrato intolerable. Cabe recordar que la APB es una entidad pública, que no tiene por qué estrujar la ubre con esta avaricia desbocada.

Pero aún parecen más graves el desequilibrio y actitud del Govern balear, que mientras impone limitaciones en un puerto mucho más extenso y dotado que el nuestro, tolera la sobreexplotación en Ibiza sin imponer otros límites que el de la propia capacidad de sus muelles. Que vengan a Ibiza tres o cuatro cruceros al día es como si Palma recibiese once o doce. Y lo mismo respecto a los partidos políticos ibicencos, incluidos esos que supuestamente abanderan el turismo sostenible y que, hasta el momento, parece que no tienen nada que decir sobre este asunto, a pesar de su gravedad.

No hay que olvidar, además, que el turismo de cruceros solo tiene alta rentabilidad para la APB. Los pasajeros que llegan a bordo de estas embarcaciones lo hacen en régimen de todo incluido y en la isla pasan solo unas horas, haciendo poco gasto. Lo dicho, un verdadero despropósito.

@xescuprats

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