Opinión

Los 'sumbidos' de la NASA

Recuerdo una pintada en una pared hace años: «Si te sumba el oído te escuchan con láser la nasa»; imaginábamos a un chiflado caminando por la vida con gorro de papel de aluminio tratando de evitar que le robasen los pensamientos y las ondas cerebrales. Un loco, un paranoico…

Pero a estas alturas ni la NASA ni ningún organismo gubernamental o seudo gubernamental necesita espiarnos, porque se lo ponemos tan fácil que saben lo que pensamos casi antes de que lo tengamos en mente.

Y no me refiero sólo a las cookies de las páginas web que tejen una red de preferencias a partir de lo que buscamos en internet; todo lo que contamos, mostramos, decimos y hasta lo que callamos, traza un perfil definido de quiénes somos y qué hacemos, y a partir de ahí es muy sencillo acertar en cómo actuaríamos en una u otra situación.

Ya habrán notado que, en ocasiones, después de hablar (de hablar, así, en voz alta) sobre un tema con alguien, buscadores y anunciantes comienzan a mostrar sugerencias no pedidas al respecto. El otro día, concretamente, después de comentar entre amigas el uso de un robot de cocina, cuatro de cinco vimos pasar poco después el cacharro por nuestras pantallas como oferta irrechazable. A mí no me «sumba» el oído, pero me chirría ese entreguismo que hemos aceptado como un precio necesario a cambio de participar en redes sociales. Que una cosa es lo que quiera contar y otra que me monitoricen y me impongan. Yo puedo mostrar mi vida entera en internet, pero nadie tiene derecho a hacerlo por mí.

Así que imaginen todo lo que se puede hacer controlando la información, sabiendo los gustos, orientando las ideas, mostrando sólo lo que interesa. Dirán ustedes que ya son mayorcitos para que nadie les meta una idea en la cabeza, pero es que esto no va de una idea concreta, sino de una lluvia fina y persistente que va posicionando unas maneras de ver el mundo frente a otras: desde el calentamiento de la Tierra a la irrelevancia de tener hijos; desde los beneficios de la multiculturalidad a las ventajas del suicidio asistido. Porque —no se engañen— todas las pistas y señales van siempre en la misma dirección: la familia es innecesaria, las minorías merecen siempre su satisfacción frente a cualquiera, los valores occidentales deben dejar paso a otros importados... Ahora toca edulcorar la Navidad y que haya cero referencias al nacimiento de Jesús y a los Reyes Magos... Las fiestas de invierno, ya saben.

Ustedes verán qué hacen, pero aquí andamos sacando el belén y desempolvando los ángeles porque, quieran o no, celebramos lo que celebramos porque somos cristianos (por convicción o por civilización) y sobre esa piedra se construye nuestra manera de vivir. No es ir en contra de nadie, es ir a nuestro favor.

@merbaronam

Suscríbete para seguir leyendo