Balears afronta la próxima semana la sesión de investidura de Francina Armengol como presidenta del Govern por segunda legislatura consecutiva. Lo hace después de semanas de negociaciones tras los resultados de las elecciones del 26 de mayo. La senda para alcanzar este tipo de acuerdos tiene sus propios códigos, que se repiten, y que permiten a las partes adaptar las propuestas de máximos a las necesidades de consenso. Sin embargo, en esta ocasión, la firma del autodenominado 'Acord2 de Bellver' ha estado precedida por una serie de circunstancias particulares que nos permiten aventurar que este será un mandato más complicado que el que se cierra, en el que los socios del PSOE, Més y Podemos, necesarios para tener la mayoría suficiente para sacar adelante los proyectos, se lo pondrán difícil a la hábil negociadora Armengol.

La firma del acuerdo de gobierno se celebró de forma simbólica en la fortificación gótica que corona Palma, con el objetivo de bautizar el pacto con un nombre simbólico, Bellver, lo que demuestra que los partidos de izquierda y nacionalistas firmantes han dejado atrás la improvisación y buscan consolidarse como opción estable de gobierno en su segunda legislatura. El PSIB ha hecho valer su amplia mayoría de 19 diputados frente a los seis de Podemos y los cuatro de Més per Mallorca, para exigir, además de la presidencia del Govern, la del Parlament para el socialista Vicenç Thomás y la del Consell de Mallorca para Catalina Caldera, además de la alcaldía de Palma para José Hila. Pero lo que en un primer momento parecía el plato fuerte de la negociación, las presidencias, no han sido tal.

Los socialistas han impuesto un reparto del Ejecutivo que a su juicio es proporcional a los resultados obtenidos, en los que ellos han crecido en apoyos y sus socios han bajado. Otorgan la vicepresidencia al cabeza de lista de Podemos, Juan Pedro Yllanes, con responsabilidades en medidas contra el cambio climático, mientras su compañera Mae de La Concha será la responsable de la conselleria de Agricultura y Pesca. El partido de Pablo Iglesias en las islas, bajo el nuevo mando de Yllanes y de la Concha, ha mostrado desde un primer momento su predisposición a entrar en el Govern y ha aceptado los términos del acuerdo. Su objetivo es que el ejercicio del poder autonómico les dé más visibilidad que la pasada legislatura, en la que el grupo parlamentario se desintegró ejerciendo labores de oposición. Mientras Pedro Sánchez se opone a que Iglesias acceda al Consejo de Ministros, Armengol pone alfombra roja a Podemos en Balears. Habrá que ver cómo afecta a las relaciones entre ambos partidos el futuro del Gobierno de Madrid.

Més per Mallorca, en cambio, ha mostrado desde un primer momento una estrategia más confusa. Es lógico que se haya sentado en las mesa de negociaciones con reticencias, al ver cómo las dirigía el partido que ha capitalizado mejor la acción de gobierno de la última legislatura. Pero el planteamiento de mínimos de Més (tres conselleries y el senador autonómico o la presidencia del Parlament) bajo la amenaza de no entrar en el Govern tenía todos los visos de fracasar desde el primer momento, como así ha sido. Es muy complicado plantear una legislatura desde el banquillo de la oposición junto al PP, Ciudadanos, El Pi y Vox. Los ecosoberanistas han aceptado finalmente dos carteras y responsabilidades de segundo nivel en otras, incluyendo política lingüística, así como uno de los dos senadores que elige la Cámara. Objetivamente, a tenor de sus votos, parece un reparto justo. Pero el apoyo que el acuerdo obtuvo la asamblea de Més, con solo un 53% de votos, y las críticas al mismo por parte de destacados dirigentes como el exalcalde Antoni Noguera, revelan que no han salido contentos. Es sorprendente además que Més repita en Servicios Sociales con Fina Santiago y en Medio Ambiente con Vicenç Vidal, ya que, independientemente de la valoración de su gestión, es más de lo mismo tras una legislatura que le ha dado pocos réditos electorales. Si a ello le añadimos que su candidato al Govern, Miquel Ensenyat, se marcha a Madrid al Senado, el resultado es un tanto desconcertante.

Francina Armengol repite presidencia y pacto, pero las piezas han cambiado. El PSOE sale fortalecido y tendrá que saber gestionar su victoria y la coalición con Podemos y Més. Sus dos socios intentarán buscar un perfil propio, marcando distancias con los socialistas, pero lo deseable es que la estrategia política partidista no se imponga sobre el interés público y Balears tenga una legislatura con una mayoría parlamentaria cohesionada que pueda afrontar decisiones políticas importantes e ineludibles para el futuro de la Comunitat.