El fútbol es un deporte maravilloso, pero hay que echar de él a aquellas personas que con sus comportamientos violentos le hacen tanto daño. Todas ellas sobran en este deporte y son una auténtica lacra. En los campos de Ibiza y Formentera, lamentablemente, también existen este tipo de personajes y se sufren episodios que hay que erradicar. El pasado fin de semana un partido de juveniles en Santa Eulària se vio afectado por una pelea de aficionados, que implicó a personas de los dos conjuntos que se medían en el terreno de juego. Es vergonzoso que adultos que deberían dedicarse a animar, y que tendrían que dar ejemplo a los chavales que disputaban el choque, ofrecieran ese bochornoso espectáculo, que obligó a requerir la presencia de la Policía Local y de la Guardia Civil. No es la primera vez que los aficionados son los que caldean los ánimos, los que encienden la mecha de la violencia en un campo de fútbol. Los planes de concienciación que ha llevado a cabo la Federación Balear de Fútbol no están resultando todo lo efectivos que se desearía y probablemente se requieran medidas más drásticas contra los que en la violencia enmascaran sus frustraciones y sus desencantos personales. Dejen al fútbol y al deporte en paz, por favor.