Fiestas

Puig d’en Valls muestra que es «una comunidad viva» en su día grande

El pueblo se vuelca con la fiesta del tercer domingo de mayo

Isaac Vaquer

Isaac Vaquer

El calendario lunar propició que ayer coincidiera la fiesta de Pentecostés con el tercer domingo de mayo, día grande en la parroquia de Santa María Madre de la Iglesia de Puig d’en Valls. La imagen de la virgen que acoge esta parroquia es pequeña y sencilla, poco tiene que ver con la virgen del Rocío, que celebraba también ayer su día. Pero, en su sencillez, es también un tesoro. La talla, del siglo XVII o XVIII, tiene rasgos que la aproximan a las mujeres de Oriente Medio, más que la mayoría de las imágenes que hay en las iglesias de Occidente. «La cara del niño Jesús es una obra muy delicada», destaca el párroco, Francey Gómez. Ayer salió por las calles de Puig d’en Valls, sin saltos a ninguna reja pero arropada por la gente de este pueblo.

Mientras la gente iba entrando en el templo para asistir a la misa solemne, al fondo, vestidos de blanco, se sentaban los miembros del Coro de Puig d’en Valls. La directora, Lina Veny, les hacía una foto. No sería la única. Se hicieron otra al final junto a la alcaldesa, Carmen Ferrer. El conjunto coral, con quince años de existencia, dio solemnidad y alegría a la eucaristía. Su veintena de integrantes es una muestra de la vitalidad de esta comunidad. «Es un pueblo muy participativo», señalaba la directora del coro, que subrayaba la ilusión y el esfuerzo con el que ensayan sus pupilos, algunos de los cuales no saben solfeo, pero, sin duda, saben cantar.

La pequeña iglesia se llenó, hasta el punto de que algunos se sentaron en el pequeño porche que da a la plaza y siguieron la celebración a través del altavoz instalado de manera estratégica sobre el dintel de la puerta.

53 años de iglesia provisional

La historia del templo sirvió de arranque para la homilía del obispo, Vicent Ribas, que presidió la celebración. Recordó la relativa juventud de este núcleo urbano, que nació alrededor de los años 50. Personas de Sant Mateu, Santa Agnès o Sant Miquel empezaron a construir sus casas en este enclave cercano a Vila, donde trabajaban.

«La evolución de Puig d’en Valls fue distinta a la de otros pueblos. El obispo Manuel Abad y Lasierra hizo en su momento la división parroquial, puso la iglesia y a su alrededor empezó a crecer el pueblo. Aquí fue al reves, vino gente a vivir aquí y, en su momento, vieron la necesidad de tener una iglesia», relató Ribas.

Recordó a los asistentes, algunos de los cuáles lo vivieron, cómo al principio se celebraba la misa en la escuela y después el obispado compró el solar en el que actualmente se levanta el centro parroquial. «Una iglesia que, de tanto en tanto Frank (como se conoce cariñosamente al párroco) me recuerda que era provisional», señaló el obispo, para añadir que «en su momento se hizo también el proyecto de la iglesia definitiva». «Cincuenta años ya», comentó, ararncando las carcajadas entre los feligreses. «Iremos comprando cupones y los pondremos bajo la imagen de Nuestra Señora, a ver si algún día podemos construir el templo definitivo», bromeó. Tanto el edificio actual como el pendiente de construir son proyectos del arquitecto catalán Josep Ribas, autor de edificios como la Torre Colón de Barcelona. A pesar de ser una iglesia pequeña, Ribas destacó la vida que acoge. «Todos los días», quiso apuntar de nuevo el párroco, despertando de nuevo risas.

Concluyó la misa con el himno ‘Mare de Déu de l’Esglesia, patrona de Puig d’en Valls’, escrito en 2015 por la directora del coro y que desde entonces se ha convertido en seña de identidad.

Tras la celebración, salieron en procesión las tallas de la iglesia. La imagen de la Virgen María, portada por cuatro mujeres de la Colla des Puig d’en Valls, cerrando la comitiva frente a las autoridades eclesiales. La plaza se llenó para la posterior exhibición de ball pagès y la mañana concluyó con el tradicional desfile de carros.

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