En Ibiza venía funcionando un pseudo juzgado de familia. Una única jueza -Ofelia Nache- enjuiciaba todos los casos, tramitados por uno cualquiera de los cuatros juzgados de primera instancia del partido judicial.

La fórmula (técnicamente, un juez transversal), conceptualmente cutre, era resultona. Su puesta en marcha hizo que se pasase a unos tiempos de respuesta aceptables, aunque no óptimos ni estrictamente ajustados a Derecho, y que el criterio del juzgador de primera instancia (compartido o no) fuese único, lo que siempre facilita los acuerdos entre las partes en un ámbito del Derecho, como es el de familia, en el que a falta de iniciativa del legislador los jueces, con la Sala Primera del Tribunal Supremo al meritado frente, intentan dan respuesta a las nuevas realidades sociales y relacionales.

Pero se ha producido un duro revés. Todo ha saltado por los aires. La jueza transversal ha cesado. Formalmente, lo que son las cosas, porque algún día (la nueva enésima fecha es octubre) debe entrar en funcionamiento el juzgado de primera instancia número 5. Un juzgado que debería estar funcionado desde el pasado 30 de enero y concentrar los asuntos de familia; pero este nuevo juzgado ni está ni se le espera (ni funcionarios, ni equipamientos).

Y esto tiene consecuencias inmediatas. De entrada, los cuatro jueces de primera instancia van a ver sobrecargada su agenda con los asuntos de familia, que hace años que no resolvían. Los plazos de los señalamientos van a verse afectados. Es la regresión; volvemos donde estábamos, solo que ahora hay más asuntos. Y en un ámbito en el que se requiere especialización y, necesariamente, estar muy al día jurisprudencialmente y ser empático con las personas y comprensivo con las realidades sociales.

El juez decano de Ibiza, Juan Carlos Torres, trató de evitar el desastre pero topó con el TSJIB. Lo hizo pidiendo la prórroga de la presencia como juez sustituto de refuerzo de Ofelia Nache. Argumentos no le faltaron y los expresó al TSJ con más tino y sutileza que este letrado de discurso brusco, al sostener que la prórroga de la medida de refuerzo que supone una juez sustituta, «... facilitaría la continuación de la Agenda única y tránsito de asuntos de su competencia especializada en su día al nuevo Juzgado (especializado) procedentes de un solo Juzgado transversal o virtual a través de la medida de refuerzo».

En este mismo escrito (de 18/05/2018), el juez decano (sabe más el diablo por veterano que por diablo) ya advirtió de la posibilidad, luego constatada, de que el Juzgado de Primera Instancia número 5 de Ibiza ni esté ni se le espere en la prevista fecha del 30 de junio. El TSJ fue rápido, para que luego digan; lo fue en denegar (30/05/2018) la solicitud del juez decano.

Contextualizando. En la España de la igualdad recogida en la Constitución de la que algunos tanto se vanaglorian, unos ciudadanos tienen acceso a un juez especializado en familia (los que residen en ámbitos territoriales donde hay Juzgados de Familia) y otros no; algo especialmente trascendente cuando hay intereses de menores en juego.

En la isla, una solución imaginativa había permitido tener un cuasi juzgado de familia, con tiempos de respuesta aceptables y tino resolutivo gracias a la juez sustituta y transversal. Van y se lo cargan pese a los intentos argumentados y anticipados del juez decano por impedirlo.

Por cierto. A los políticos parece no interesarles la cuestión. Porque, en realidad, el revés no lo es para algo abstracto como el Derecho sino para las personas (especialmente los menores) que, en un momento crucial de sus vidas, precisan de una resolución judicial los más rápida, sabia y atinada posible.

PS. Mi más profundo respeto, en lo profesional y en lo personal, a los dos jueces citados por su nombre en este escrito, sustituta con tino una y magistrado decano con entidad el otro.